Ricardo Soto no esperaba fama en los Juegos Olímpicos de Río. Aparecía en las nóminas como el más joven de los nacionales, como el de menor edad en el tiro con arco en la cita de los cinco anillos, por lo que ganar algo de experiencia en el primer nivel mundial era el objetivo.
Pero de Río, el deportista penquista volvió lleno de gloria. No ganó una medalla, objetivo aún lejano para el deporte amateur nacional, que no obtiene una presea desde Seúl 1988.
En el Sambódromo carioca, el chileno tuvo una buena ronda clasificatoria, con 675 puntos, para después avanzar hasta los octavos de final y caer ante uno de los mejores tiradores del mundo en un pocas veces visto doble desempate.
Y todo eso, a los 16 años.
La marca, encima, la volvió a batir hace unas semanas en Arequipa, Perú, donde vivió una aclimatación a la altura que sentirá en Cochabamba, cuando el próximo año represente a Chile en los Juegos Sudamericanos.
Tranquilo como pocos, Soto demostró en Río la sangre fría necesaria para adelantar que será un grande del deporte nacional en los próximos años, en una disciplina que no tiene edad de retiro.
Eso sí, él ha adelantado que se dedicará al deporte, al menos, hasta 2020. "Ese año son los Juegos Olímpicos de Tokio o, al menos, los últimos torneos clasificatorios para ir a los Juegos. De cómo me vaya ese año dependerá mi futuro", asegura el tirador afincado en Arica.
Por ahora, tiene un lugar destacado en los Héroes del Deporte de 2016.