Richard von Appen y Bernardo Larraín Matte se conocen desde hace más de 30 años. Fueron compañeros en Ingeniería Comercial en la Universidad Católica. Coincidieron después en Londres, entre 1993 y 1995. Ambos trabajaban en bancos de inversión competidores. Von Appen, en Kleinwort Benson, y Larraín, en Rothschild. Años más tarde, les tocó estar juntos en Icare. Los dos pertenecen a familias empresarias. Larraín, al grupo Matte, controlador, entre otros, de Empresas CMPC, Colbún y el BICE. Von Appen es presidente del grupo Ultramar, holding de empresas marítimas y portuarias de su familia. Hoy están unidos tras un objetivo. Von Appen es parte del grupo de consejeros de la Sofofa que apoya una eventual candidatura de Larraín para suceder a Hermann von Mühlenbrock como presidente del gremio. Competirá con Rodrigo Álvarez, quien el viernes último oficializó su candidatura.

"Yo apoyo ideas más que a la persona y he estado entusiastamente apoyando a Bernardo. No tengo rol formal en esta precampaña. He conversado con muchos consejeros, incluido Rodrigo Álvarez, le tengo mucho respeto personal y profesional, es un gran abogado y un hombre que conoce el mundo de la empresa y, sin duda, sus visiones son muy relevantes en la Sofofa", afirma Von Appen.

En esta entrevista, también se refiere a la coyuntura, advierte una falta de disposición del gobierno para escuchar al empresariado y una necesidad de reivindicar el rol de los privados.

¿Cómo ve la carrera por la Sofofa?

La competencia y la discusión de ideas que se están dando son positivas, le hacen bien al gremio y al país. Hay que construir sobre lo que ha hecho la directiva de Von Mühlenbrock, que en un contexto muy complejo ha sido importante para lo que se ha podido seguir aportando en el diseño de las políticas públicas.

Hay sectores de la Sofofa que no creen prudente elegir a Larraín, porque fue director de una firma acusada de colusión. ¿Qué opina?

Para mí, la participación de Bernardo fue bastante marginal, porque fue director de esa filial y ahí hay una responsabilidad individual que él asume. Pero yo también participo en directorios y tampoco sé todo lo que ocurre en las empresas. Bernardo tiene todas las calificaciones, no ha sido formalizado y, al contrario, justamente por esa experiencia puede ayudar a que las empresas tomemos los resguardos y aprendamos de esto para que no se repita.

¿Tiene legitimidad para presidir la Sofofa?

De todas maneras. No sólo tiene la inteligencia y capacidad como ejecutivo. También tiene una visión respecto del rol que debe cumplir el empresariado y puede ayudar mucho en proponer políticas públicas que reviertan la situación que tenemos hoy en Chile.

¿Cómo ha sido tratado a raíz del caso?

Él no desconoce que participó en el directorio, pero creo que la forma en que ha sido tratado ha sido absolutamente injusta y no sé de dónde vienen esas opiniones. Yo estoy acostumbrado a dar la cara y a decir las cosas de frente, no en forma anónima. Me parece que se está dañando un liderazgo que hay que cuidar, porque es relevante para la actividad gremial en Chile. Me interesa el futuro de la Sofofa, que el debate sea con altura de miras y podamos hablar de ideas sin descalificaciones personales.

¿No ha habido un debate con altura de miras?

Primero, el lugar para debatir es el consejo de la Sofofa y no la prensa. No ha habido la instancia para poder debatir, sino que se ha hecho a través de cartas, publicaciones, lo que está bien, pero falta cierta formalidad dentro del consejo. Lo importante es debatir en torno a las ideas y no a las personas, y muchas veces las opiniones van dirigidas más hacia las personas que a las ideas, lo cual es errado, porque estamos hablando de dos candidatos que tienen todas las cualidades para presidir la Sofofa.

¿Qué matices hay entre Larraín y Álvarez?

Bernardo tiene claro que es a la opinión pública a quien hay que hablarle hoy. Si no logramos posicionarnos en la opinión pública respecto de lo que hacemos y logramos empatía con los distintos grupos de interés será muy difícil revertir la imagen que tenemos. Y un país con un empresariado con una imagen tan baja es malo.

¿Por qué lo haría mejor que Álvarez?

Conozco a Bernardo y tiene un interés genuino en conectar con la opinión pública sobre lo que es la actividad empresarial. No quiere decir que no lo tenga Rodrigo, pero Bernardo lleva mucho tiempo en la labor gremial.

¿Ser empresario le juega a favor?

Absolutamente. Habla con conocimiento de causa, fue seis años gerente general de una empresa grande como Colbún, con muchas decisiones complejas que tomar, buenas y malas, ha vivido de ambas, como todo empresario. Y ahora como presidente de Colbún tiene un rol muy relevante no sólo para que sea una empresa rentable, sino también para que tenga todo el capital social para desarrollar su actividad.

¿El presidente de la Sofofa debería provenir del mundo empresarial?

Debe ser un empresario o un ejecutivo con experiencia en llevar adelante una empresa. Yo también fui ejecutivo y es muy distinto cuando uno está involucrado, tener ese recorrido, porque cuando tienes que enfrentar situaciones hablas con conocimiento de causa y cuando uno habla con los distintos grupos de interés y con la autoridad es clave la experiencia para proponer políticas públicas.

Álvarez tiene gran experiencia en políticas públicas, fue diputado, también ministro.

No dudo que la tenga, pero no hay que olvidar que estamos hablando de políticas públicas que fomenten la actividad empresarial. Para eso, hay que entender en profundidad cuáles son los requerimientos y necesidades de la actividad empresarial. Cuando uno ha trabajado y conoce los desafíos de una actividad accede a mucha más información como para hablar con autoridad de políticas específicas para un sector.

¿La Sofofa con Larraín tendría mejor relación con el próximo gobierno que con Álvarez ?

Bernardo tiene una experiencia que sería muy relevante y ayudaría en la discusión con el futuro gobierno, cualquiera sea.

¿Cómo ve esa otra carrera, la presidencial?

Nos vamos a demorar mínimo dos, tres o cuatro años en retomar tasas de crecimiento del 4% o 5%. Esto no se revertirá en un año y habrá que trabajar en medidas para reimpulsar la inversión nacional y extranjera. Hoy, la incertidumbre es cuál es el compromiso real de los candidatos con el crecimiento y al menos sabemos que uno, que es Piñera, sí lo tiene. Pero ojalá todos los candidatos tengan el crecimiento como prioridad. Chile debe crecer más.

En ese contexto, ¿qué se juega hoy la Sofofa?

Se está jugando que en un momento bien crítico para Chile, la actividad empresarial identificada con una nueva generación puede volver a empatizar con la opinión pública. Y acá no podemos fallar. Hay que defender un sector bien crucial para el desarrollo de Chile, como es la industria y los servicios.

Gobierno y empresarios

Von Appen también está atento a la coyuntura, al desánimo interno, a un ciclo de desaceleración que no da tregua: "En los últimos 20 años nunca había visto una sensación de pesimismo tan grande en el sector empresarial como la que he visto en estos últimos años".

¿Cómo lo ha hecho su gremio frente a esto?

El contexto es muy difícil por el poco espacio que se ha dado a las ideas del empresariado; propuestas ha habido muchas, pero la verdad es que pocas han sido recogidas por la autoridad. Eso también se refleja en lo que ocurre en el país, ha tenido efecto en la inversión y en un crecimiento extremadamente bajo, con todo el impacto que genera tanto en la recaudación del gobierno para implementar los planes sociales, como en la creación de puestos de trabajo y mejoras en las remuneraciones reales.

¿Habría sido distinto con otro liderazgo?

No lo sé, conozco bien el esfuerzo que ha hecho el actual presidente para hacer propuestas positivas hacia la autoridad, pero el contexto lo hace muy difícil. Cuesta entender que cumpliendo el empresariado un rol clave en el desarrollo del país, no se tomen en cuenta propuestas concretas para poder reactivar especialmente la inversión. Yo creo en los acuerdos, en las alianzas público-privadas, pero veo poca voluntad, hay un cuestionamiento a todo acuerdo entre sector público y privado, y eso está causando un enorme daño al país. Debemos volver a buscar una agenda común para ir tratando los temas, volver a crear confianzas, con toda la transparencia que corresponde. Si no buscamos grandes lineamientos sobre los desafíos del país y soluciones que compatibilicen las inquietudes del sector público con las ideas del sector privado, será muy difícil salir de esta situación. Al menos, la disposición de muchos quienes estamos en el sector empresarial es muy positiva para sentarnos a conversar.

¿Lo ve viable en lo que resta de gobierno?

Por mis raíces alemanas soy bien porfiado y perseverante, y voy a buscar todos los canales posibles para llegar a eso. Queda tiempo y debemos insistir en buscar puntos de encuentro.

¿Y cree que tendrá acogida en el Ejecutivo?

Tal como en el sector empresarial tenemos que ordenarnos respecto de ciertos objetivos, el sector político también debe ordenarse en torno a las ideas matrices de los desafíos que tiene el país. Hemos tenido, en general, una relación muy cordial con los ministros Valdés y Céspedes, pero ellos también son parte de una coalición en la que hay distintas visiones, lo cual ha dificultado mucho llegar a acuerdos.

¿Por qué esa desconfianza hacia los privados?

Pienso que es ideológico. No conozco ningún país que haya salido adelante sólo con el sector público. En el sector privado tenemos errores que corregir, pero comparo nuestro sector privado con el de varios países de Latinoamérica y estoy convencido de que tenemos grandes empresarios y grandes empresas que están en Chile y también compiten fuera. Y debiéramos sentirnos orgullosos. Pero Chile sigue siendo un país donde el éxito se castiga y nos falta resaltar a los buenos empresarios que con trabajo duro, creatividad y talento logran destacar y entregar bienes y servicios de calidad a los consumidores. Tenemos que recuperar la sensatez y volver a sentarnos a conversar con conocimiento de causa y no usando eslóganes como no al lucro, lo que es un sinsentido aplicado a toda actividad empresarial.

En su opinión, ¿al empresariado no le debe avergonzar ganar plata?

A mí no me da vergüenza ganar plata. Al contrario, que una empresa teniendo competencia sea muy rentable, significa que está haciendo bien su trabajo, porque los clientes, aunque pueden comprar otros productos o servicios eligen los nuestros y, además, lo hacemos con un margen en que el precio al que lo vendemos es mayor que el precio al que lo producimos. El empresariado que tiene utilidades está creando un bienestar para la sociedad. Este ataque al lucro, que encuentro absurdo, está llevando a que hoy dé lo mismo si una empresa gana o pierde dinero. Hoy, vemos políticas públicas como el Transantiago que cuesta US$ 1.000 millones a la sociedad, que no sólo no crea bienestar, sino que está restando bienestar a la sociedad. Eso es un contrasentido.

Entonces, ¿piensa que lo han hecho bien?

Hemos cometido errores, y serios, pero son algunos casos y es ahí donde debe actuar la justicia. La gran mayoría de los empresarios honestamente trata de hacer un buen trabajo, más allá de errores que cometemos como seres humanos, y veo a muchos muy golpeados y dolidos, porque han trabajado duro. Así como nos alegramos cuando en el deporte a alguien le va bien, alegrémonos cuando a una empresa le va bien, porque es mérito de mucha gente.

¿Cuáles son las tareas urgentes en su sector?

Debemos empatizar mejor con las inquietudes de nuestros clientes, colaboradores, proveedores y comunidades. Para estar en sintonía hay que escucharnos y difundir qué hacemos, porque hay bastante desconocimiento sobre la actividad empresarial, cumplimos un rol social importante, pero poco visible. Tenemos que defender nuestra actividad, aceptando y reconociendo errores, y si hay que pedir disculpas no tengo problema en hacerlo. Pero con la misma fuerza voy a defender lo que hacemos, porque de esta actividad viven muchas personas. Me siento orgulloso de ser empresario.

¿Sintonizar con la ciudadanía y recuperar confianzas implica bajar del pedestal?

Yo creo que sí, a los empresarios nos falta más calle. Sentarnos y escuchar a los clientes, pues muchos no están satisfechos con el servicio o información que entregamos; con nuestra gente vincularnos de forma más horizontal para saber cómo ven la empresa, lo mismo con los proveedores, porque muchas empresas grandes fuimos proveedores de otras firmas grandes y tenemos que empatizar. Para eso, dueños y ejecutivos debemos escuchar, no sólo leer o que alguien nos cuente, y eso es lo que nos ha faltado en los últimos años. Pero siento que es un cambio que lentamente estamos transitando.

¿No deberían avanzar más rápido?

Los empresarios somos víctimas de nuestro éxito. El desarrollo de la actividad empresarial y del país en los últimos 25 o 30 años nos ha llevado a perder esa sintonía de los inicios.

¿Por soberbia o por falta de humildad?

Yo he hecho un mea culpa y sí creo que en un momento nos faltó mayor humildad para acercarnos a todos los grupos de interés que rodean la actividad empresarial y estar atentos a cuáles son sus necesidades y sus aspiraciones.