Aunque la presidenta y el ministro de Hacienda de Brasil hayan reaccionado al anuncio de la reducción del estímulo de la Fed con declaraciones optimistas, en los mercados persisten las dudas sobre el impacto que tendrá la decisión del banco central estadounidense.
Si bien el titular de Hacienda, Guido Mantega, tiene razón cuando dice que la medida es "positiva", porque "disminuirá la posibilidad de volatilidad cambiaria en el futuro", lo cierto es que los mercados emergentes, en particular el grupo de los cinco frágiles que integran Brasil, Turquía, India, Indonesia y Sudáfrica, tienen vulnerabilidades que la partida falsa del tapering en mayo hizo visibles. Y las debilidades, en general un déficit de cuenta corriente financiado con capitales de corto plazo, podrían verse acentuadas por la mayor atención de los inversionistas al riesgo político, ahora que el retiro de liquidez los obligará a ser más selectivos. Los cinco países enfrentan elecciones en 2014, complicando la adopción de reformas que atraigan inversiones de largo plazo y la respuesta a cambios en el entorno internacional, sobre todo a una apreciación del dólar y su efecto en el crecimiento.
Aunque la reacción inicial fue tranquila, con muchos observadores comentando que el tapering ya había sido incorporado por los mercados en la cotización de las divisas a lo largo del año, las monedas se encontraron bajo renovada presión ayer.
La mayor caída fue la del real brasileño, que se depreció 1,2% en las operaciones iniciales, pero logró recuperar terreno durante la tarde. En las ventas pesaron también el anuncio del Banco Central de Brasil de que disminuiría sus intervenciones en el mercado cambiario, aparentemente animado por la gradualidad del retiro de liquidez de la Fed.
La rupia indonesia marcó un mínimo de cinco años ante el dólar, en medio de rumores de intervención del emisor de ese país. La lira turca bajó 0,9% y el rand sudafricano, 0,2%. La rupia de India casi no varió.
Los analistas creen probable que el riesgo político vaya aumentando a lo largo del año, y que los flujos de dinero opten por buscar tasas más altas en EE.UU.
Lo que haga la Fed seguirá siendo determinante y es posible que la política limite la capacidad de reacción. En un año electoral, los gobiernos pueden elevar el gasto, afectando la inflación, y los bancos centrales, por ejemplo, pueden ser reacios a subir las tasas para contener la depreciación de la moneda que un tapering más acentuado puede gatillar. Está también la posibilidad de erupciones de descontento, como las ocurridas en Brasil, o las que encendieron la primavera árabe en 2010.