Periodismo y causas del progresismo. Películas como Todos los hombres del presidente, sobre el caso Watergate, y El secreto de Milagro, acerca de la indiscriminada explotación del agua en Nueva México. Los temas que animan históricamente la agenda ideológica de un liberal de Hollywood como Robert Redford tienen su más evidente expresión en La ley del silencio, su más reciente película. Dirigida y protagonizada por él a partir de una novela de Neil Gordon, la cinta se estrena la próxima semana.

Con un ritmo de una obra cada cuatro años como director, Redford apuró el paso en los últimos tiempos: en el 2010 realizó El conspirador, sobre el asesinato de Lincoln, y en el 2012 estrenó La ley del silencio en el Festival de Venecia, con bastantes buenas críticas. Poco después, Redford actuó en All is lost, de J. C. Chandor, trabajo que se estrenó este año en el Festival de Cannes. Ahí es el único actor de una historia sobre un hombre que maneja un averiado yate en el océano Indico. Es una cinta ágil, de acciones, lejos del manto ideológico y generacional que cubre La ley del silencio.

Tal como exploraba la invasión a Afganistán, a través de los ojos de una escéptica periodista de TV, en Leones por corderos (2007), ahora Redford otra vez recurre a la figura del reportero para narrar los pecados y virtudes de su país. El es Ben Shepard (Shia LaBeouf), cronista que busca desenmascarar la identidad de Jim Grant (Robert Redford), un abogado que en realidad se llama Nick Sloan y que 30 años atrás protagonizó un asalto a un banco con muerte de por medio. El FBI acaba de capturar a Sharon Solarz (Susan Sarandon), compañera de Sloan en el movimiento radical de izquierda Weather Underground. Con la ayuda del periodista también pueden dar con Sloan.

¿Qué culpa carga Sloan como militante de este grupo? ¿Adónde fueron a parar sus ex militantes, ahora reconvertidos en profesionales con identidad falsa o en frustrados eremitas? ¿Acaso el periodista quiere ir al fondo del caso o sólo ganar la confianza de su jefe? La película plantea estas interrogantes, al mismo tiempo que respira algo de nostalgia por un período que ya fue.

En entrevista a la revista estadounidense Under The Radar, Redford ha reconocido sus obsesiones: "Obviamente, siempre me ha fascinado el periodismo. Lo he transformado en el centro de algunas de mis películas, a veces en forma crítica y a veces no. Todos los hombres del presidente no es una cinta sobre Watergate y Nixon, sino sobre dos reporteros: Woodward y Bernstein".

Activista y ecologista desde los 70, Redford nunca fue un radical como los miembros del grupo Weather Underground, organización que protagonizó varios atentados . Mientras presentaba la película el año pasado en Venecia, fue honesto al respecto: "Creo que luchaban por una causa justa y tenían buenos motivos para revelarse: la guerra en Vietnam era un error… ¿Qué hacía yo en aquellos tiempos? Pues era un rebelde con familia y una carrera que acababa de empezar, no tenía mucha conciencia política".