Cosas que hizo Roberto Artiagoitia (45) en el último año de su vida: recorrió el mundo. Vio el sol salir en el extremo más oriental de Australia. Paseó por el sudeste asiático. Vivió en Barcelona -desde donde siguió haciendo su programa El chacotero sentimental en Radio Corazón, a la distancia-. Vio a Alexis Sánchez meter un gol desde las gradas. Se subió a decenas de aviones, acompañado de su mujer, su hija y su hijo. Un año fuera, que estuvo planeando durante los tres anteriores, sin improvisaciones, porque el Rumpy tendrá los tatuajes, tendrá el hablar, tendrá la pinta de eterno joven, pero ya no lo es. "Yo debo ser para los cabros de ahora, lo que era Pablo Aguilera cuando yo era chico", dice, sentado en un café.
En este aterrizaje en Chile ya hay nuevos planes, además de su eterna presencia radial: aunque él mismo no tiene una televisión, el Rumpy se une a Amor a prueba, el próximo reality de Mega que se estrenará a fin de año en horario prime; el debut del área a cargo de Ignacio Corvalán y la nueva prueba para ver si la señal de Bethia es realmente imbatible en audiencias. Una apuesta, considerando que el género reality ha ido en baja de rating en los últimos años, y la farándula que está resucitando el casting, con Denisse Campos o Junior Playboy, también ha estado en retirada de la pantalla. El formato es el siguiente: hay parejas y hay "jotes", que tratarán de tentarlos. Anima Karla Constant, y el Rumpy estará dos veces a la semana, interviniendo en dinámicas y también en los enfrentamientos "cara a cara" de las eliminaciones. Lo llamaron mientras estaba en Barcelona, hace varios meses, para involucrarlo en su calidad no oficial de interventor parejero popular. "Después de un viaje de un año, de mirar las cosas de lejos, dije ya, veamos. Un reality...ya la palabra reality es como demasiado fuerte, es como decir farándula. Me empezaron a explicar el formato y ahí entendí por qué era pertinente que yo estuviera: es de parejas. Vengo de tan lejos -se ríe-, no sabía de Mega, casi que no sabía que se había muerto Ricardo Claro, no sabía que tenía una teleserie turca, no sé quién es Fatmagul. Dentro de eso me pareció choro".
El reality busca poner en duda la fidelidad de las parejas. ¿No es un problema ético?
Yo no tengo ni ética ni moral. No me pongas problemas éticos, me da lo mismo lo que haga la gente. Pero este es un reality que postula que si paveas, pierdes, que es un poco lo que pasa en la vida real. Había un minuto en que las cosas eran para siempre, nuestros padres se casaban para siempre. La gente trabajaba para siempre. Ahora no es así, los para siempre no existen. Eso nos pone una presión a todos. Igual, siendo sincero, yo nunca he visto realities. Sólo ese de Ballero.
¿Protagonistas de la fama?
Claro. Y al final. Acá hay gente que se encierra seis meses, con gallos que te van a jotear las minas, con minas ricas dando vueltas; hay que estar enfermo del chape (se ríe). En ese sentido, ser parte me parece choro. Esto es un experimento televisivo, por supuesto, pero sociológico también: los participantes no pueden leer, porque el que lee no aporta televisivamente. No ven tele, no hay diarios. Tendrán sexo, no sé. Estoy un poco intrigado, es entretenido ver qué es lo que puede llegar a suceder adentro.
¿Y el tema de rating te interesa?
A mí me gusta que los programas que yo hago sean escuchados si es radio, sean vistos si es una película, sean mirados si es tele. Que lata estar en algo que no escuchan o miran. Pero de ahí a que tengan uno, setenta o veinte puntos, no es mi tema. Lo que me interesa es hacer un aporte pertinente, a ver si quepo.
¿Reflexionas sobre cómo ser un mediadior de parejas, se transformó en el centro de tu carrera?
Me doy cuenta de que cacho de eso. No es que lo haya aprendido para mi vida, pero es tanto lo que he ejercitado ese músculo, es como andar en bicicleta. Y me interesan las parejas, y qué hacen, cómo es, por qué las parejas son así.
¿Cómo son las parejas chilenas?
Siento que en Chile hay una mayor libertad de hacer, que hace 20 años, cuando yo empecé con el programa de radio. Una mayor posibilidad, y una mayor libertad. Las personas están disfrutando un poco más y arriesgando más. Hay una mayor conciencia del tiempo, que la vida es ahora.
No tienes, ni ves televisión. ¿No tienes tampoco opinión de lo que hace falta, o que te gustaría ver, en pantalla?
Yo a la televisión no le pido más que me informe. Lo demás lo busco por otro lados. Antes la televisión era una cosa única: que entretenga, que culturice, que piense en los niños. No. Yo ahora quiero que sólo me informe y que me muestre los goles (se ríe).
Bueno, tu canal tiene las eliminatorias del Mundial.
No es mi canal. Yo no trabajo para un canal, trabajo en un programa de televisión que se emite en un canal. No soy rostro de nada.