En el departamento de Roberto Bravo hay una habitación especial para su piano. Entre partituras y recuerdos, destacan en la pared dos certificados de título, cuidadosamente enmarcados: el suyo y el de su alumna predilecta, Mahani Teave. Más abajo, un collar de flores secas se exhibe junto a una carta que la pianista pascuense le escribió a los nueve años: "Todos en la isla lo estamos esperando", se lee. Al frente, un enorme cuadro con la figura de un unicornio llena el espacio. "Sólo los de corazón puro pueden verlo. Hasta ahora, no me he encontrado con ninguno", bromea.
Precisamente, es en esa habitación donde pasa la mayor parte de su tiempo. Y por estos días ensaya allí un nuevo repertorio: el que presentará junto a su hijo -Roberto Bravo Graubin, cantante- el próximo 21 de junio, en el Teatro Nescafé de las Artes. En el espectáculo, titulado Noche de película, interpretará melodías de cintas emblemáticas como La misión, El padrino, E.T., Casablanca y El mago de Oz, entre otras. Los acompañarán Daniel Lencina en la trompeta, Montserrat Prieto (violín), Rodolfo Jorquera (bandoneón), Nelson Arriagada (contrabajo) y Jorge Herrera (flauta).
"Antes de entrar al conservatorio, entre los cuatro y siete años, ya tocaba música de películas. Y comparto ese amor por el cine con mi hijo. Siempre intercambiamos bandas sonoras. En general, están muy bien escritas desde el punto de vista sinfónico. Sin duda, la música del cine en el siglo XX va a trascender y quedará en la memoria colectiva", dice Bravo.
Además del repertorio internacional, y como es habitual en sus conciertos, incluirá música de dos películas locales: Coronación (compuesta por Luis Advis) y Fuga (Juan Cristóbal Meza). "Quise hacer un pequeño homenaje al cine chileno", señala.
Las intenciones con el proyecto son a largo plazo. Realizarán una gira por Chile y preparan la grabación de un disco que estará editado antes de fin de año. "La música del cine tiene una gran convocatoria. Las películas, además, tienen la capacidad de trasladarte a diversos momentos de tu vida. Inmediatamente recuerdas dónde la viste o con quién. Por ejemplo, recuerdo que invité a 30 personas -entre ellos a Jaime Vadell- para el estreno de E.T. en el cine Las Lilas. Sencillamente, era una experiencia que quería compartir", explica.
¿Clásico o popular?
Con estudios en Polonia, Estados Unidos, Rusia e Inglaterra, Roberto Bravo se ha presentado en los principales escenarios del mundo en cinco décadas de trayectoria: el Carnegie Hall de Nueva York, el Schauspielhaus de Berlín o el Palacio de Bellas Artes de México. Sin embargo, lo que más le apasiona es el contacto con las nuevas generaciones. Y en casa. Ha recorrido Chile de norte a sur, presentándose incluso en la Antártica e Isla de Pascua. Su diagnóstico es claro: "Faltan infraestructura e instrumentos. Es inconcebible que una ciudad como La Serena, por ejemplo, no tenga un piano de cola. Pero, sobre todo, hay que potenciar la realización de conciertos educacionales", enfatiza. "Siempre he sido un francotirador: hago las cosas por mi cuenta y no espero que las instituciones se pongan las pilas. Ahora estoy impulsando, por ejemplo, una serie de cuatro festivales de piano en Rancagua, Puerto Montt, Quilpué y Talca. Hacemos conciertos para público general y otros exclusivos para estudiantes. Además, impartimos clases magistrales. Eso es hacer cultura".
¿Qué espera de la nueva institucionalidad anunciada por la Presidenta Bachelet?
La próxima semana me voy a entrevistar con la ministra de Cultura, Claudia Barattini. Le indicaré la necesidad de promover fondos para que este tipo de programas se realicen en todas las comunas. Hay que enfocarse en los nuevos públicos, atraer a los jóvenes e impulsar el trabajo en las comunidades, es decir, que los artistas se acerquen directamente a los barrios.
Este año se entrega el Premio Nacional de Música. ¿Cree que puede ganarlo?
Es segunda vez que me postulan: el 2010 la U. Andrés Bello y este año la U. de La Frontera, de Temuco. No creo que reúna el perfil académico, por lo que no tengo esperanzas de ganarlo. Para mí, lo más significativo es que me postula una universidad de provincia, que reconoce mi trabajo a lo largo de todo Chile. Yo tomo la música como un apostolado: los compositores son como los dioses, y los artistas, los sacerdotes que hacemos el puente con la comunidad.
¿Qué opina de la salida de Andrés Rodríguez como director del Teatro Municipal?
Lo lamento mucho. Yo no entiendo por qué hay que cambiar a una persona que ha hecho un excelente trabajo. Es como sacarle el capitán a un buque que hace una perfecta travesía. Tengo mucho respeto por el trabajo de Andrés. Es más, mi recital de noviembre, del ciclo de Grandes Pianistas, se lo voy a dedicar a él: a modo de homenaje y en señal de gratitud.