El jueves 13 de junio del año pasado, Roberto Rojas jugó siete minutos en homenaje que le organizó el Sifup en el estadio Monumental. Lo reemplazó el capitán de la Roja, Claudio Bravo, quien lo considera su ídolo. Este año, la entidad que preside Carlos Soto lo invitó al partido entre Chile y Holanda, en el Mundial.

Hoy, la principal preocupación del Cóndor es su salud. Sufre hepatitis C y requiere un trasplante. "La gente me ha mostrado su solidaridad. Por la persona y por lo que fui. Soy un agradecido de ellos. También de la Selección y del Sindicato", explica desde Sao Paulo, donde reside junto a Vivian, su esposa.

Hoy alterna su vida familiar con periódicos pasos por el hospital, que pueden incluir un par de días  internado. "A veces no me siento bien. Quiero que mi caso ayude a generar conciencia acerca del trasplante. Le manifesté al ex presidente Piñera la necesidad de cambiar la ley", añade.

Por lo mismo, ve complicado volver a entrenar. "Es tan difícil la etapa que estoy viviendo que volver al fútbol es una fantasía. Tengo que reposar, descansar mucho. Claro que me gustaría, pero las pilas se están agotando. Tengo que cuidarlas para estar más tiempo con los míos", admite con crudeza.