Cuando a fines de 2011 aterrizó en la dirección del Museo Nacional de Bellas Artes, tras la salida de Milan Ivelic, Roberto Farriol (1957) tenía buena parte de la tarea hecha. El ex director había dejado varias exposiciones en marcha y en ese primer año, el artista y académico de la U. Católica tuvo tiempo de hacer su diagnóstico y decidir cuál sería el sello de su gestión. Así, el 2013 fue un año de cambios: Farriol instauró un nuevo logo e identidad para el museo, reorganizó los equipos y programó una serie de exposiciones que buscaron romper con los paradigmas clásicos de la institución. El resultado fueron 286 mil visitantes, un 20% más que en 2012.
Entre las más comentadas estuvieron la exposición por los 50 años de Los Jaivas, que recorrió toda la historia del conjunto musical; la Bienal de Artes Mediales, que por primera vez ocupó las dos alas del museo, y la muestra de fotografías de Joel-Peter Witkin, inéditas en Chile. Las tres muestras reflejan el interés del director de crear nuevas audiencias. "Queremos una parrilla que satisfaga a una mayor diversidad de público, pensar en todos y no sólo en los especialistas. La pregunta es cómo motivas el hábito de ir al museo si muchas veces lo que se muestra acá es difícil de entender. Creo que apelar a la entretención también es clave, por algo vivimos en la cultura del espectáculo", dice Farriol.
A esa línea, quizá, responde la actividad "Diálogos con la obra", donde se invitó a figuras locales a interpretar piezas de la colección. Así, el periodista Aldo Schiappacasse habló de El huaso y la lavandera, de Rugendas, y el tarotista Pedro Engel comentó América, de Gracia Barrios.
¿Cómo recibe las críticas al cariz popular que ha tomado el museo?
Todas son visiones de lo que debería ser el museo, y son válidas. Me interesa buscar una identificación de las obras con la gente y acercarla a ellas. No hay una sola lectura hegemónica del arte y tampoco el arte es sólo para entendidos, es para todos. Las críticas a la muestra de Los Jaivas apuntan a la separación que existe entre el arte popular musical y el resto de las artes. Es un error. La historia de Los Jaivas está atravesada por la visualidad de una época. Si el video Alturas de Machu Picchu no es un aporte al arte, no sé qué es. Ellos construyeron un imaginario.
En los últimos dos meses, Farriol también ha hecho remodelaciones urgentes al edificio. Gracias a un fondo concursable de la Dibam de cerca de $ 280 millones, el director está ampliando las oficinas administrativas y los baños se triplicarán. Claro que no han faltado los inconvenientes: los espacios en obras han sido clausurados y, por ahora, el público dispone de seis baños químicos por el costado del museo. "No quisimos cerrar, porque los maestros nos dijeron que las obras demorarían un mes y medio, pero se han retrasado. Para fines de febrero esperamos estar funcionando normalmente", señala Farriol.
Al finalizar, el museo contará con mejores servicios y también con una nueva sala de exhibición para obras de pequeño formato. "Exhibiremos grabados, fotos, videos y performances. La sala tiene una salida a la calle, así que la gente puede acceder a ella directamente. Queremos instalar la idea de que el arte no está separado de lo cotidiano", agrega.
Justamente, en mayo la sala acogerá una muestra de grabados y esculturas de Lily Garafulic, por el centenario de su nacimiento. Es una de las cartas conocidas de la programación, que por ahora no trae grandes sorpresas. La exposición más importante será, sin duda, la de fotografías de Sergio Larraín, que llega en marzo desde la Fundación Cartier-Bresson, en París, y que estará por cuatro meses. También, a mediados de año se exhibirán fotografías de Luis Poirot, una muestra de pinturas de Juan Francisco González y obras gráficas de la brasileña Regina Silveira.
El 2013 fue polémico para el museo por una serie de muestras canceladas: obras de Modigliani que no llegaron por un caso de falsificación que involucraba al propio albacea del artista, Christian Gregori Parisot; una muestra de muralistas mexicanos que se estancó por falta de recursos, y la primera exposición de fotos del peruano Mario Testino, que nunca llegó. "Las gestiones iban bien encaminadas pero, luego de unos meses, el intermediario nos dijo que Testino ya no estaba interesado en venir a Chile. No hubo más explicaciones", cuenta Farriol.
¿Qué lecciones le dejan estos anuncios fallidos?
Creo que hay variables imposibles de predecir, que van mucho más allá de lo que el museo puede asumir. Hay que seguir trabajando, y creo que ya hay una dirección. Quiero seguir consolidando un sello más masivo, y donde lo contemporáneo, la tecnología y los nuevos medios tengan máyor cabida.