Propone que las escuelas chilenas de psicología e historia incluyan en sus programas "el estudio del pelambre". Es, al menos, "un elemento vivo", anota Roberto Merino (53) en una crónica de opinión recogida en su nuevo libro, Pista resbaladiza. "Pero parece que estoy escribiendo leseras", dice en otro texto, perteneciente a las 90 columnas que reúne su nuevo ejemplar salido por Ediciones UDP.
"Los recuerdos, la ciudad, el bagaje literario, el humor oblicuo y el asombro configuran una especie de autobiografía involuntaria", anota el editor Andrés Braithwaite, quien lleva recibiendo por más de 10 años las columnas de Merino para el diario Las Ultimas Noticias y que hizo la selección para Pista resbaladiza. Un antecedente de este ejemplar son las crónicas reunidas en En busca del loro atrofiado (2005).
Autor de dos libros de poemas, Transmigración y Melancolía artificial, Roberto Merino sobre todo se ha especializado en registrar los cambios de la ciudad de Santiago a través de sus propias observaciones. Crónicas que están presentes en los volúmenes Horas perdidas en las calles de Santiago y Santiago de memoria. Además, Merino está a cargo del rescate de las crónicas de Joaquín Edwards Bello, que se vienen publicando en una serie de tomos desde 2008.
Un proyecto pendiente es la biografía del poeta Enrique Lihn (1929-1988), que escribe desde hace algunos años. "Tengo que reformularla, quiero darle un carácter más ensayístico, porque contar detalles amerita una investigación mayor. Es raro indagar en la vida de un amigo", dice el autor sentado en un café de Providencia.
Objetos amoldados
Hay un tono de escepticismo en los escritos del nuevo libro de Merino y ciertas historias dejan entrever ese ánimo. "Trato que mis ideas no ensombrezcan mis observaciones. Me interesa mantener cierta distancia fenomenológica y eso, a veces, redunda en un escepticismo. Pero uno vive con actos de fe en base a la desconfianza", señala.
¿Es clave para un cronista tener buena memoria?
Por ejemplo, las crónicas de Roberto Arlt eran muy referidas al presente. Observaciones de la vida corriente y en general no tienen mucho sedimento de memoria. Mientras, Edwards Bello siempre vincula el presente con el pasado. Pero creo que se puede hacer crónica sin ese elemento. El presente para mí no tiene un sentido por sí mismo. En lo particular no me interesa mucho opinar. Tengo desconfianza de las opiniones, sobre todo de aquellas que salen demasiado inmediatas a los sucesos.
¿Es cierto que prepara su primera novela?
No tengo talento para la ficción. Y la novela que escribo tiene un carácter de indagación mental no sostenida en un argumento. Indagación en el pasado, con una escritura más flexible que la de las crónicas, cuyo lector es un fantasma que uno se crea, porque está publicada en un medio masivo. En la novela me permito oscuridades. Me interesa el experimento. Como no tengo convicción de nada, simplemente me voy amoldando al objeto que va apareciendo.
¿Y publicará más poesía?
Antes lo hacía con mucha frecuencia, pero ya no siento la necesidad de escribirla.