Robots miden impacto humano en los polos
Financiados por la Nasa, ambos robots buscan ayudar a los científicos a mejorar su capacidad de investigar el cambio climático, recolectando datos en ambos polos y llegando donde ellos no pueden.
ASÍ como Curiosity, el rover que recorre Marte, en la Tierra, otros robots investigan en dos de los puntos más complejos del planeta: el Artico y la Antártica. Yeti y Cool, dos rovers creados en la U. de Darmouth, que navegan por las regiones polares del planeta, trayendo de vuelta datos del clima, el hielo y la atmósfera.
Si son exitosos, en el futuro permitirán el acceso de los científicos a las zonas más inhóspitas de los polos de la Tierra para mejorar su capacidad de estudiar cómo el calentamiento global está acelerando el derretimiento de los polos.
Yeti, creado en 2008, puede obtener datos sobre partículas de aire para medir la contaminación generada por las bases científicas y buscar sitios donde pueda realizarse investigación con testigos de hielo, por ejemplo. Estos últimos son perforaciones que los científicos realizan en el hielo acumulado durante miles de años, de los cuales se obtiene información sobre el clima del pasado: un dato crucial para medir el impacto del hombre en el cambio climático.
Además, y debido al aumento de la temperatura en los polos, lo que hace más frecuente el derretimiento de los hielos, los vehículos son capaces de advertir la presencia de grietas.
Para ello, Yeti realiza un exhaustivo rastreo del terreno para evitar accidentes innecesarios. El robot eléctrico pesa cerca de 75 kilos y fue diseñado para desplazarse por la nieve arrastrando un radar que detecta señales bajo la superficie. "Hemos usado a Yeti varias veces en la Antártica y Groenlandia para apoyar el trabajo y probar la viabilidad del desempeño en el tedioso rastreo de grietas", cuenta a La Tercera Laura Ray, líder del grupo de la U. de Darmouth. El robot ya ha estado en el Polo Sur durante varias temporadas y en enero finalizó una misión de exploración al Monte Erebus.
En el Polo Norte, su compañero Cool lleva más de siete años cumpliendo misiones. El robot, de 65 kilos, funciona con energía solar (está cubierto por paneles). Fue concebido como un instrumento rodante para realizar ciencia polar, aprovechando el sol que en algunos días del verano puede durar 24 horas. Algo que le permite tomar datos importantes sobre lo que pasa con la capa de hielo en ese período.
Al igual que Yeti, es autónomo, "una vez que tiene un conjunto de puntos de interés, opera sin intervención, aunque también puede ser controlado manualmente desde un computador de la estación de la estación base", dice Ray.
De acuerdo a la investigadora, Cool volverá a ser desplegado en Groenlandia,a partir de junio, para medir la huella de emisiones en el aire de la estación Summit y evaluar las propiedades de la superficie de nieve para compararla con las imágenes satelitales.
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