Ayer, el ministro del Interior, Rodrigo Peñailillo, asumió por tercera vez como vicepresidente por el viaje de la Presidenta Michelle Bachelet a México a participar de la Alianza del Pacífico. Luego de cumplir 100 días de mandato, el secretario de Estado de mayor confianza de la Mandataria analiza este primer período y, sobre todo, lo que viene por delante. Desdramatiza las críticas de la DC a las reformas tributaria y educacional y reitera la apertura del gobierno a hacer cambios en ambas iniciativas.

Se cumplieron los primeros 100 días de gobierno, ¿qué evaluación hace de esta primera etapa?

Una evaluación, por supuesto, muy positiva, porque creo que lo de las 56 medidas para los primeros 100 días tienen que ver con un concepto mucho más global del gobierno, que marca un estilo y una forma, y que tiene que ver con nuestro sentido de urgencia y en ese sentido las 56 medidas tienen que ver en su gran mayoría con medidas que van directamente en beneficio de la calidad de vida de las personas.

¿Cuánto alteraron los planes el terremoto en el norte y el incendio en Valparaíso?

Felizmente, no afectaron el desarrollo de las medidas, y como se puede ver, el cumplimento de cada una de ellas se fue dando en la medida en que los ministerios fueron trabajando y cerrando de acuerdo a como estaba programado.

Más allá de los niveles de cumplimiento, ustedes mismos fueron agregando cosas que no estaban dentro del cronograma inicial, como por ejemplo la reforma al binominal.

Hacer una reforma electoral los últimos años de gobierno la verdad es que no es posible, y si no la hacemos este año, obviamente el binominal va a seguir como sistema electoral para las futuras elecciones parlamentarias, y yo creo que en eso hay conciencia por parte del mundo político. Hay tanta conciencia que hoy nadie defiende el binominal, ni siquiera la UDI, que ha sido el partido más beneficiado en estos 24 años por el sistema binominal.

¿Y eso no hace que se termine enredando un poco la labor del gobierno?

Lo que pasa, a lo mejor, es que no había costumbre de avanzar en distintos frentes simultáneamente, pero yo creo que el mundo político, los actores políticos creo que ya han entendido esto y que todo al final es un conjunto, que tiene como fondo una sociedad mucho más inclusiva y, por ende, el sistema electoral va de la mano de eso, y la reforma educativa va de la mano de eso, y la reforma tributaria va de la mano de eso. Hay tiempo después para otro tipo de reformas. Yo nunca había escuchado que a un gobierno se le criticara por cumplir la palabra, nunca había escuchado que a un gobierno se le critique por avanzar en forma rápida y eficiente con los compromisos adquiridos durante la campaña.

Era un compromiso de campaña también presentar la reforma a la Constitución ahora en el segundo semestre y la Presidenta ya adelantó que queda para el próximo año. ¿Por qué?

Tiene que ver con el desarrollo de todo el resto de las agendas. Hay una agenda educacional, que ha entrado con los dos primeros proyectos, pero queda educación pública, carrera docente, educación universitaria, entre otros proyectos intermedios de educación y, por lo tanto, la Presidenta ha decidido que en lo que corresponda a nueva Constitución queda para el año 2015. No es más ni menos que eso el motivo.

En las reformas estructurales -tributaria y educacional- se enredó su tramitación, con críticas del propio oficialismo.

Lo que pasa es que son reformas importantes, relevantes, no pequeños ajustes. Y, por lo tanto, como reformas relevantes e importantes tienen que tener el necesario debate con respecto a cada una de esas reformas y, obviamente, el Congreso tiene su espacio y en eso no hay que sorprenderse.

¿Cómo toman en el gobierno que las principales críticas que se hacen a las reformas provengan de la DC?

El lunes pasado tuve, junto con el ministro Eyzaguirre, una reunión con la bancada DC y ahí hay un apoyo claro y concreto al proyecto de reforma educacional. Y en la Cámara de Diputados la reforma tributaria fue apoyada por la totalidad de los diputados de la Nueva Mayoría. Entonces, como hemos dicho anteriormente, las acciones muchas veces son mucho más importantes que las declaraciones

¿Pero no le llama la atención esa dualidad, que a puertas cerradas la DC esté cuadrada con las reformas y después en comisiones y en entrevistas digan otras cosas?

Lo que pasa es que las críticas de la DC son a temas marginales, de segundo y tercer orden, como en el caso de la reforma educacional, y que no tienen que ver con el fondo de la reforma.

¿Fue una buena idea partir o priorizar en la reforma educacional, que seguramente es la más importante de las tres estructurales, con la compra de colegios?

Pero no reduzca la conversación. Aquí hay cuatro alternativas y el ministro las ha explicado en reiteradas ocasiones y, por lo tanto, los sostenedores privados que lucran con la educación van a tener distintas alternativas y esa es una de ellas, y por lo tanto, se podrá mejorar, se podrá conversar sobre una de ellas o alguna de ellas.

¿Y por qué no partir entonces por algo que sí genera mucho consenso, que es la educación pública?

Pero si el fin al lucro genera el consenso total de la Nueva Mayoría. El fin al copago y a la selección lo mismo. En eso no hay problema. Lo que pasa es que obviamente es distinto decir fin al lucro y luego conversar sobre los mecanismos, y hay distintos mecanismos, distintas fórmulas que están descritas en el proyecto de ley.

Lo que pasa es que ni a la Nueva Mayoría le gusta la compra de colegios.

Pero la compra de colegios es una de las alternativas, no es el centro de la reforma. Son temas de segundo y tercer orden. No transformemos lo que no es el centro de la reforma en el centro de la reforma. Todos están de acuerdo con el fin al lucro, muy de acuerdo en lo general y lo global y, por supuesto, que frente a las medidas más específicas hay que conversar, mejorar, perfeccionar, como lo quieran llamar.

¿Luego de los 100 días viene una nueva etapa en el oficialismo?

Lo que viene ahora justamente es que todas las medidas que la Presidenta ya ha puesto en marcha en los primeros 100 días y los proyectos de ley que se han ingresado al Congreso comiencen a concretarse.

Considerando las diferencias que ya han tenido, van a necesitar mayor coordinación.

Con las distintas bancadas estaremos conversando permanentemente para que cada una de las iniciativas que están en el Congreso avancen considerando siempre que los proyectos de ley pueden ser perfeccionados.

¿A esto obedece esta labor de acompañamiento que va a hacer el comité político con el ministro Eyzaguirre, por ejemplo?

Lo que hay que entender es que en materia de reforma educacional, que es una de las reformas más relevantes del gobierno, lo que estamos viendo es el inicio de un conjunto de proyectos. Esta no es sólo una reforma del ministro Eyzaguirre, esta es una reforma del país que encabeza la Presidenta Bachelet, y que el ministro tiene que sacar adelante en forma prioritaria. Por lo tanto, es un desafío del conjunto de los actores del gobierno.

La llegada de Harold Correa, asesor muy cercano a usted, a Educación ha sido vista como una forma de intervenir el ministerio, para subsanar una debilidad en la gestión política del ministro Eyzaguirre.

Los ministros son libres de armar sus equipos. El ministro Eyzaguirre optó por hacer algunos ajustes en sus equipos y consideró que Correa era un buen nombre por su experiencia, porque ya había ocupado el cargo de jefe de gabinete de Educación, que es un área esencial del ministerio.

Tal como sorprendió al presentar la reforma al binominal, ¿va a haber alguna innovación de aquí a fin de año?

No, nuestra ruta y nuestra carta la conocen todos los chilenos y está expresada, plasmada, en lo que es el discurso de la Presidenta Bachelet el pasado 21 de mayo. Esa es nuestra agenda para este año y estamos muy concentrados en llevarla adelante.

En esta etapa se está apostando mucho del capital político de la Presidenta y del gobierno, ¿es mejor hacerlo ahora y no cuando se acerquen las elecciones?

Nosotros no actuamos bajo esos cálculos. Nosotros ya fuimos gobierno y sabemos la importancia de mantener un ritmo de trabajo que sea acorde a los compromisos adquiridos. Y un gobierno de apenas cuatro años, con la magnitud de los desafíos, y con un programa ambicioso como el que tenemos, requiere de un trabajo constante durante todo el período. En ese sentido, por eso he dicho que la derecha no crea que por abusar de las instituciones va a detener nuestro ritmo de trabajo, todo lo contrario, y es lo que vamos a hacer durante los cuatro años.