¿Volvería a ser ministro? "No. Tengo un compromiso familiar de no ser más ministro", asevera Rodrigo Valdés mientras se acomoda en la tradicional y larga mesa de trabajo de su oficina, en el piso 12 de Teatinos 120.
No sabe bien a qué se dedicará a partir de marzo de 2018 -suponiendo que se mantiene en el cargo-, cuando se acabe este gobierno. "Seguiré siendo economista, haré algo ligado a la academia, al sector privado, ahí veremos", adelanta.
Pero hoy y, particularmente este fin de semana, cuando la actual administración de la Presidenta Michelle Bachelet cumple tres años, el ministro de Hacienda -militante del Partido por la Democracia (PPD)- parte esta entrevista con La Tercera haciendo una pequeña evaluación:
* Lo bueno: "Hemos podido avanzar en cambios bien importantes, que nos van a ayudar a tener un país más equitativo y ojalá con más crecimiento en el largo plazo; la reforma educacional hay que verla en las dos dimensiones".
* Lo malo: "Nos ha tocado un ciclo económico complejo, con un mundo complejo y el fin del boom de las materias primas".
* Lo feo: "El problema que ha sufrido la elite en general, pero la política en particular respecto de su credibilidad, al aprecio del ciudadano promedio por instituciones que son muy importantes".
El tema que ha sido parte de su agenda prácticamente desde que asumió ha sido la desaceleración económica, ¿qué está deteniendo el crecimiento?
Lo más estructural es que hemos dejado de crecer vía exportaciones, han estado muy flojas por casi una década, y mi impresión es que una de las causas es que nos ha costado descubrir nuevas áreas grandes de impulso como país. Uno hoy no puede contar historias tan simples como contaba antes de que los vinos, las frutas, los salmones o la celulosa y la madera han estado creciendo fuerte. Eso es un gran desafío que no es para un año, sino para el mediano plazo.
¿Y para el corto plazo?
La parte más cíclica está compuesta por dos cosas: una externa y otra interna. En la primera, hemos tenido la caída del precio del cobre, que ha tenido cierta recuperación ahora, pero a mí me tocó asumir de ministro ya bien entrado el gobierno, con precios de US$ 2,90 la libra, que parece harto ahora, pero ya era bajo respecto de lo que se venía mostrando, y eso ha tenido varias consecuencias. También el crecimiento de nuestros socios comerciales ha sido menor y, con ello, las importaciones de los países que comercian con nosotros han estado muy estancadas.
¿En la parte interna son las reformas?
Uno no puede desconocer que algunas de las reformas han generado tensiones internas, que han pasado por momentos de complicación y que tienen algunos efectos directos sobre la actividad que puede ser a la baja, pero no por eso no hay que hacerlas. He dicho muchas veces que cuando uno hace una reforma tributaria, por ejemplo, y eleva el impuesto a las empresas, es evidente que el costo de capital va a aumentar y eso tendrá un efecto en la inversión. Pero no hay que esconder la cabeza porque hay un efecto de corto plazo de una reforma.
¿El contexto para realizar esta reforma era el adecuado, considerando que buscaba recaudar tres puntos del PIB de una economía desacelerada?
Una manera de ver esto es que sin la reforma tributaria el déficit fiscal el año pasado no habría sido de 2,8%, sino que de 4,8%. Claro que uno podría haber gastado distinto o menos, pero dado el plan de avance de inversiones muy significativo en educación, que va mucho más allá de la gratuidad, era necesario recaudar más.
¿"Era necesario recaudar más" poniendo en jaque el crecimiento económico como han afirmado algunos expertos?
Si a mí me dicen, cosa que no creo, que la reforma tributaria baja el crecimiento en varios puntos porcentuales y que, además, causó la caída en la inversión en Chile, ahí tendrían que explicar esos mismos economistas por qué la inversión en Chile ha caído en los dos últimos años menos que lo que ha bajado la inversión en Perú.
O sea, ¿usted no cree que haya una relación directa entre el menor crecimiento y la reforma tributaria?
Sí hay una relación, pero el problema es de magnitudes. Cuando a mí me dicen que todo lo que pasa en Chile, y subrayo todo, es debido a la reforma tributaria y a no sé qué otra reforma, yo digo: sabe qué, no les creo.
¿Por qué?
No tengo antecedentes para afirmar eso y pregunto qué método científico tenemos. A ver, comparémonos con otros que no tuvieron reforma y que son más o menos parecidos a nosotros, y ahí vuelvo al caso de Perú. Ellos se han manejado muy bien en lo macro y microeconómico, pero resulta que en los dos últimos años han tenido caída de inversiones mayores que las de Chile. Entonces, vuelvo al punto inicial: ¿Podemos explicar todo lo malo que pasa en Chile sólo por las reformas? Evidentemente, no. No podemos pensar que Chile estará para siempre complicado si es que no se revierten estas reformas o que, mágicamente, el país puede crecer si uno baja una tasa de impuestos.
¿Por qué, entonces, los candidatos presidenciales han planteado que revisarán las reformas tributarias, laboral y educacional?
Todas las reformas son perfectibles en el tiempo. Yo creo que nadie aquí tiene el diseño final. De hecho, a mí me tocó hacer una simplificación bastante importante a la reforma tributaria. Lo que no podemos pensar, sin embargo, es que Chile puede volver al statu quo que existía hace cuatro años. Eso sería no entender bien la política ni la dinámica social. Chile necesitaba hacer bastantes cambios.
Un ejemplo... los estacionamientos
¿Se siente acompañado en esta cruzada por un mayor crecimiento económico?
Siento el apoyo de mucha gente de manera transversal, no porque sea la pega del ministro de Hacienda tener apoyo transversal ni ser popular, pero siento el respaldo completo de la Presidenta con una política macroeconómica ordenada. Nosotros tenemos un activo país que tenemos que cuidar: la credibilidad que tiene el Fisco.
¿Ese es un rayado de cancha?
El rol del Ministerio de Hacienda es ponerle bordes y conducir muchas discusiones. A veces, me peleo con algunos amigos parlamentarios, porque se enojan por el rol de Hacienda, porque sienten que nos metemos en más cosas que sólo la política fiscal, pero la credibilidad fiscal es un activo de Chile, por lo que tratamos de dar racionalidad a muchos cambios tomando en cuenta los efectos colaterales que no son evidentes para el resto de la gente o efectos de mediano plazo que no se ven de las reformas.
¿Por ejemplo?
Mencioné el otro día en un seminario el tema de los estacionamientos como un ejemplo donde se ve clarito que hay cosas que son populares de corto plazo, pero que pueden tener efectos colaterales de mediano plazo bien negativos. Ahí el rol de Hacienda y del equipo económico, en general, es muy importante y me siento parte de un equipo económico que se coordina, que funciona. La verdad es que no puedo alegar para nada que estoy solo.
¿El gobierno enviará un proyecto de ley por este tema del cobro en los estacionamientos?
Nosotros no enviaremos un proyecto de ley, no está en carpeta hacer eso. Hay temas de competencia que tenemos que cautelar y también quiero decir que es importante que la gente escoja: si hay un estacionamiento caro, ¡que no lo use! Aquí hay un problema bien de fondo: en una economía de mercado tiene que haber libertad de precios, a no ser que haya casos muy específicos de por qué no: el agua potable es regulada, pero el precio del pan no. En el caso de los estacionamientos, no hay un caso para regular los precios, pero el mercado tiene que funcionar y parte de esto es que nosotros, los consumidores, escojamos bien qué estacionamiento usamos.
¿A qué se refiere con los temas de "competencia que hay que cautelar"?
Hay temas que llevará el Ministerio de Economía, que está dentro de su mandato y serán ellos lo que anunciarán lo que se hará.
A los políticos
En ese mismo seminario, usted señaló que "al mundo político se le ha olvidado la importancia del crecimiento", ¿por qué lo cree?
Hay dos razones profundas. Una, que hemos logrado sortear esta desaceleración con un alza pequeña en el desempleo. El desempleo como tema político no ha sido una piedra grande en el zapato, básicamente porque la contención salarial que hemos logrado en este ciclo económico ha sido coherente con que el desempleo suba menos. Lo segundo, es que al menos en la coalición se les ha asignado menos importancia a los incentivos y a la potencia de las señales.
¿A qué responde?
A distintos temas: porque se dio por dado el crecimiento, porque en el pasado esto no se discutió tanto y simplemente se hizo. Pero hoy es muy importante entender bien que se necesitan retornos para los que invierten y cierta estabilidad en las reglas del juego. Uno no puedo suponer que el crecimiento será igual cuando hay ciertos incentivos y no otros. Entonces, el rol de los efectos de los incentivos en cualquier medida tenemos que volver a valorarlo.
A su juicio, ¿los políticos no han sido más activos con el tema del crecimiento porque el desempleo no ha aumentado?
Sin duda, llevamos mucho tiempo de desempleo bajo, lo que va alejando la importancia del crecimiento, lo cual tiene consecuencias, porque si se da como dado el crecimiento y se toman decisiones que no consideran los efectos colaterales, se termina más entrampado. Entonces, el rol nuestro es tratar de estimar, hacer ver y hacer conciencia de estos efectos y lograr cambios equilibrados.
Ministro, pero fue en este gobierno cuando se habló del fin al lucro y se empezaron a satanizar las ganancias de la acción privada...
Ahí cruzamos una línea que tiene sus complicaciones, porque uno puede tener buenas razones de por qué no tener lucro en ciertas industrias muy específicas, y en el caso de este gobierno se decidió poner fin al lucro en los colegios, pero el problema es cuando se piensa que un país puede crecer sin tener emprendedores y empresarios que se arriesguen y que hagan negocios. También el lucro tiene una carga católica muy compleja. Prefiero hablar de que tienen que haber justas ganancias en un mercado competitivo.
¿Y quién determina esas ganancias?
El mercado si es competitivo, y si no lo es, hay que ver cuál es la mejor regulación. Pero tiene que haber ganancias a los que aportan, no excesivas eventualmente, pero alguna gente se hará rica por una buena idea, como el caso de Google, por ejemplo. Creo que hace mucho daño pensar que hay rentas grandes y monopólicas en todas partes. En muchos sectores de la economía puede haber empresas grandes, pero tienen que esforzarse mucho para pasar el mes, pagar los sueldos, pagar el IVA y tener cierta retribución a los accionistas. Si uno les carga mucho la espalda a esas empresas no da, entonces tenemos que tener cuidado con la carga que le ponemos al sistema económico.
¿Subir el impuesto a la primera categoría no es imponer una carga alta?
Es poner una carga, pero la pregunta es si es alta. Cuando uno ve cuánto es la carga tributaria en Chile o cuánto paga el decil más rico y se compara con otras partes, se obtiene que es un esfuerzo abordable, porque en el mundo desarrollado se encuentran valores mucho más altos.
¿Existe la posibilidad que este discurso más pro crecimiento y mercado que está teniendo permee este año en la actividad económica?
La actividad económica está determinada por otras cosas muy distintas a un cambio profundo de confianzas. Primero, los temas de confianza tienen efectos, pero no son inmediatos, y los tamaños son bien desconocidos. El mejor ejemplo es lo que pasó en Argentina y Brasil el último año y medio. Con esto no quiero decir que no sea importante, pero el tema no es de historias de confianza, sino qué pasa en la realidad, y cualquier cosa que uno haga como grandes cambios ya son para más adelante.
¿Y de qué depende una posible recuperación este año?
En el corto plazo veo mucho más el crecimiento ligado a lo que está pasando afuera con nuestras exportaciones, con el impulso macroeconómico que podamos sostener, la implementación de los programas de inversión de las empresas públicas. Por último, creo que es importante cautelar la implementación de proyectos privados que a veces se nos enredan en permisos, en burocracia, y eso nos puede también retrasar la recuperación este año.
¿Es una mala señal el rechazo del proyecto Dominga?
Chile tiene hace rato un problema en términos de concretar inversiones, la mayor parte de las veces por permisos o judicialización, incluso en zonas deprimidas que necesitan nuevos motores de actividad. Hay ahí un desafío que si no logramos resolver, puede hipotecar nuestro crecimiento. Con todo, tenemos una institucionalidad de aprobación ambiental de proyectos que tenemos que respetar. En este caso específico, hay nuevas etapas.
¿Usted puede descartar tajantemente que no hubo presiones por parte del gobierno para que el proyecto se aprobara?
El ministro del Interior ya se refirió a ese tema y no tengo nada más que agregar.
¿Sería una buena señal que el Comité de Ministro revierta esta situación?
Estoy seguro de que mis colegas ministros que participan en esa instancia sabrán evaluar técnicamente esta iniciativa, como han hecho consistentemente con los proyectos sometidos a su consideración.
Un mes negativo
¿Cómo viene el resto del año en materia de crecimiento?
El tono de los datos, no Imacec, no los que publica el diario como letra de molde, han ido mejorando en los últimos meses: tuvimos un octubre muy malo -aún quedan dudas de por qué pasó- y de ahí tuvimos una gradual, pero sostenida recuperación. Sin embargo, vamos a tener un febrero particularmente negativo por un tema estadístico más la situación que vive la minera Escondida (ver págs. 12-13).
¿Será el único mes negativo?
No tengo antecedentes para saber lo que pasará hacia adelante, prefiero no ser 'proyectador' mensual.
Pero usted abrió esa puerta cuando habló de que ya venían los aires primaverales, por tanto, dentro de su escenario, ¿cómo tiene contemplada la trayectoria económica? ¿Mejor de lo que hemos visto hasta ahora?
Digamos que es difícil pensar que tengamos otros febreros.
¿Hará una pronta actualización de las cifras macro?
No, no tenemos ninguna razón de una revisión anticipada. Haremos nuestras actualizaciones con los calendarios habituales hacia mediados de año. Sí es bueno remarcar que es nuestra regla estructural la que guía la política fiscal y, por lo tanto, cambios de proyecciones de crecimiento, de precios efectivos del valor del cobre, no tienen correlato en un cambio de gasto.
Dado que hoy tenemos un precio del cobre más alto y el país se enfrenta a un año de elecciones, ¿su compromiso seguirá siendo no aumentar el gasto fiscal?
Nuestro compromiso está en la regla estructural y ésta define cuánto gastar en un año y ya lo hicimos en el Congreso en el Presupuesto 2017. Más allá del tema de los incendios, que es un cambio muy marginal, nuestro compromiso es mantener la regla fiscal y eso significa -para que la gente entienda bien- que nosotros estamos gastando como si el precio del cobre fuera de US$ 2,55 y resulta que hoy es como de US$ 2,60. O sea, estamos gastando con una perspectiva de largo plazo.
¿No habrá cambios, pese a que el precio del cobre siga subiendo?
No, tendría que subir significativamente de manera que uno diga que la proyección de los expertos de mediano plazo es completamente no creíble.
¿Le preocupa la huelga de Escondida? ¿El gobierno hará algo?
Es un asunto entre privados. Nosotros lo único que podemos hacer es tratar de que se sienten en la mesa, invitarlos a conversar. Pero sí me preocupa, porque es tan importante que ya se nota en varios otros sectores, como en las exportaciones y el consumo eléctrico. Lo único que me deja algo más tranquilo es que es una cuestión completamente temporaria y ojalá recuperable en el tiempo. Espero que se pongan de acuerdo pronto.
¿Hubiera esperado que en este contexto de desaceleración que el Banco Central hubiera tenido una política monetaria más expansiva?
Espero que siempre el Banco Central se conduzca con el profesionalismo que lo han hecho las distintas generaciones y que lo están haciendo bien. Ahora, no sólo participo en las reuniones de política monetaria: tengo reuniones habituales con el presidente del Banco Central, donde discutimos de coyuntura, pero para la conducción macroeconómica es bueno mantener esas conversaciones en el ámbito que corresponde.
¿Sigue manteniendo para este año la proyección de crecimiento del PIB de 2,25%?
Nosotros no hemos cambiado ni vamos a cambiar nuestra proyección. Nuestro negocio acá no es andar haciendo estimaciones cada dos semanas, como lo hacía yo cuando era analista.
¿Lo más probable es que cuando termine este gobierno se registre la cifra más baja promedio de crecimiento desde 1990, ¿no queda en deuda su gestión?
Una analogía que se me ocurre para esta pregunta es que cuando uno da una prueba también depende del grado de dificultad de la prueba.