Ya no es el tiempo de las sutilezas, de los mensajes entre líneas y del lenguaje en extremo cuidado que se utiliza en el Banco Central (BC). Ya no, porque hace poco más de seis meses, cuando se cumplió su período de cinco años como presidente de la institución, Rodrigo Vergara renunció a los tres años que aún le quedaban como consejero. Ahora, integrado al equipo programático de Sebastián Piñera, sus definiciones son más frontales, directas y abiertamente políticas. Así, lo que antes se denominaba "shock autónomo" de la economía, se quedó en los pasillos del Central, para pasar a hablar sin ambages del efecto de las reformas del actual gobierno y del riesgo que Alejandro Guillier o Beatriz Sánchez las profundicen, en el evento de que ganen las próximas elecciones.

El anticipo de este cambio se tuvo en marzo, cuando cuestionó al ministro Rodrigo Valdés por "chutear la pelota al córner" en el análisis de la desaceleración. Pese a dar el episodio por superado, dice que no se arrepiente y que con éste puso las cosas en su lugar. De lo que sí se escabulle es de las versiones que lo mencionan como posible titular de Hacienda si la centroderecha vuelve a La Moneda. Prefiere concentrarse en su trabajo sobre políticas públicas en el CEP y se siente halagado de ser objeto de reconocimientos, como el reciente premio que le otorgó el Club Monetario de la Universidad Finis Terrae, por su trayectoria en el BC.

A tres meses de haber dejado el BC, usted acusó al ministro Rodrigo Valdés de falta de autocrítica por la desaceleración. ¿Era pertinente o se equivocó?

Lo veo como un episodio superado. Hice mi crítica y rápidamente el ministro de Hacienda dijo que él no desconocía el efecto negativo de las reformas sobre el crecimiento. Estamos de acuerdo entonces. Para mí ahí se cierra el capítulo. Respecto de si fue muy temprano o no, entiendo que haya discusión. Lo que me he planteado es que sobre políticas públicas voy a hablar siempre, porque me parece que no hay incompatibilidad, toda mi vida he estado en esto y, además, me vine a trabajar a una institución que se dedica a ello. De lo que no voy a hablar, por un buen tiempo, es de política monetaria contingente. Así que no, no tengo ningún arrepentimiento por mi crítica a Valdés. Creo que lo que dije fue lo adecuado y puso las cosas en su lugar. De hecho, ese tema quedó ahí.

¿El de las exportaciones como causa de la debilidad del crecimiento?

Exacto, que esta desaceleración se debe a una cosa estructural, de largo plazo, relacionada con falta de innovación del sector empresarial y las exportaciones. Yo no me niego a la discusión, pero que se entregue evidencia y, hasta ahora, la única es la que dio el vicepresidente del Banco Central, y que va en el sentido contrario a lo de los ministros Nicolás Eyzaguirre y Valdés. Además, si así fuera, dónde están las medidas para superar ello. Dicho eso, tengo una buena opinión del ministro Valdés. Es un buen economista, bien intencionado y que ha evitado que se produzcan males mayores. Pero su problema es que, dadas las circunstancias, ha tenido que jugar como arquero, evitando que nos metan todavía más goles. El arquero es muy importante, pero para ganar se necesitan, además, buenos delanteros.

¿No le faltó prudencia a usted como deslizó José De Gregorio, quien dijo que su crítica al ministro fue injusta e inapropiada?

Ya dije que no lo estimo así, pero no voy a polemizar con José De Gregorio.

Valdés le respondió que no podía criticar habiendo sido parte del elenco.

Dijo eso y que yo no era Marlon Brando, lo que me tiene muy afectado (risas). Él sabe que el BC no es parte de las reformas y lo que yo hice fue una crítica a las reformas. Siempre he dicho que hay cosas externas e internas, pero las externas están dadas y podemos hacer poco al respecto. En cambio, las cosas internas son sobre las cuales debemos trabajar.

¿Cuánta es la responsabilidad del gobierno en el enfriamiento de la economía?

Su responsabilidad es mucha. De nuevo, siempre hay una parte externa, está el ciclo minero y eso afectó a la economía, qué duda cabe. Pero la economía a nivel mundial se ha comenzado a recuperar, Europa, Japón y EE.UU. están creciendo más, el resto de los emergentes empiezan a repuntar, incluso en América Latina, pero en Chile no es así. Hoy es innegable que hay una parte importante que es interna. Durante el gobierno previo, de Sebastián Piñera, la economía chilena creció un 30% más que la mundial. Durante este gobierno, en cambio, lo ha hecho apenas un poco más que la mitad del promedio mundial.

¿Y eso fue consecuencia del discurso del gobierno, de la orientación de sus reformas, de su ejecución?

Es todo. Si fuera solo la ejecución, sería relativamente simple darlo vuelta, armar una buena implementación. Pero es más que eso, se equivocaron en el diagnóstico: creyeron que la gente era contraria al modelo de desarrollo que Chile había tenido en los últimos 30 años y no es así. Nuestro progreso ha sido notable, pasamos de estar en la mitad de la tabla en América Latina a ser el país con mayor ingreso per cápita de la región. Por supuesto que la mala distribución del ingreso es un problema al que tenemos que hincarle el diente, pero de ahí a decir que todo lo que se había hecho estaba malo, que había que pasar la retroexcavadora, fue un error grave.

Pero había y hay una demanda ciudadana por mayores y mejores servicios, lo que exige más recursos…

Por supuesto, y eso probablemente requería aumentar la carga tributaria en el país, pero no hacer borrón y cuenta nueva. Eso generó un tremendo problema en la inversión, porque trajo incertidumbre, y además las reformas fueron mal diseñadas. Y ahí están los resultados, en materia de progreso Chile está hoy más débil que cuando partió el gobierno de Bachelet.

¿Pero al menos es un país más equitativo?

¡Tampoco! También falló en eso. No hay más y mejor acceso ni a la salud, ni a la educación, ni a la seguridad ciudadana, ni a trabajos. Las intenciones pueden haber sido buenas, pero los resultados son malos.

¿El daño que identifica en las políticas de este gobierno es coyuntural o permanente?

Soy optimista respecto del país. Chile tiene todavía condiciones para volver a tasas de crecimiento más altas, acordes con su nivel de desarrollo. Pero sí se hizo un daño que va a tomar un tiempo arreglar. No es algo milagroso que llegue cualquier próximo gobierno y la cosa mejore.

La Presidenta Bachelet dijo en una entrevista que venía un repunte en la economía y que no debía apropiárselo el próximo gobierno, porque se iba a producir de todas maneras.

A ver, quiero ser muy claro en esto, para que Chile vuelva a crecer no da lo mismo quién sea el próximo Presidente. Me sorprende mucho cuando escucho gente diciendo que el crecimiento va a rebotar sí o sí. Es cierto, hay una parte externa que está mejorando, pero ojo, que si el próximo Presidente decide profundizar en vez de enmendar las reformas de la actual administración, se puede extender por bastante tiempo más el resultado mediocre de la economía. Decir que la intensidad de la recuperación no depende de esto, es como que las políticas públicas no importaran, cuando sí importan y mucho. Somos responsables de nuestro destino. No podemos estarle echando la culpa al mundo. El mundo afecta, pero al final nos va a ir bien o mal dependiendo de cómo lo hagamos nosotros. Y eso, a su vez, deriva de las políticas públicas que se adopten, lo que, al menos en esta ocasión, depende de quién gobierne al país.

¿Y cómo ve el escenario si Alejandro Guillier o Beatriz Sánchez ganaran la elección?

De llegar a la presidencia Guillier o Sánchez, el riesgo es que profundicen en malas políticas públicas y que el país simplemente se estanque. Ni Guillier ni Sánchez son lo que Chile necesita para recuperar un mayor crecimiento. Sin duda, un avance importante en los próximos cuatro años será más fuerte con Piñera. Para el progreso del país no da lo mismo cualquier Presidente.

¿Con quién cree que se va a enfrentar Piñera en segunda vuelta?

Tal como están las cosas hoy, pareciera que con Guillier.

¿Y Piñera le gana a Guillier?

Creo que sí, pero no es carrera corrida, hay que trabajar para ello.

¿Cuál será el principal desafío si Piñera vuelve a gobernar?

Que Chile retome la senda de progreso que traía hasta hace tres años. En la medida que logremos mayor crecimiento, habrá más recursos, mayor bienestar y será más fácil ejecutar una agenda completa en materia social.

Y para eso, ¿cuál debiera ser la primera medida a tomar?

Hay una serie de cosas a hacer, pero creo que en lo que se podría avanzar relativamente rápido y lograr cierto consenso, además de ser una señal muy importante, es en el tema tributario. Ahí la idea es ir hacia tasas de impuesto corporativo similares al promedio de la Ocde, del orden de 25%, y volver a la integración del sistema impositivo. Es una medida relevante de tomar y lo antes posible.

Piñera ya ha dicho que eso no es bajando la carga tributaria, ¿cómo se logra?

Volver la tasa de primera categoría de 27% a 25% y la integración, tienen un costo en lo fiscal que se debe compensar. Una posibilidad es implementarla en forma gradual, de tal modo que el mayor crecimiento y reducciones de franquicias y exenciones ayuden a equilibrar los ingresos fiscales.

Regresar a la plena integración del sistema, ¿conlleva reflotar el FUT?

Hay distintos modelos y todavía no existe una definición precisa respecto de eso. El FUT es un registro contable, lo importante es que la integración implica que el impuesto corporativo es un crédito para el personal.

¿Aspiran a recuperar también el crecimiento potencial o sólo el efectivo?

Tienen que ser los dos. Llevar el potencial, que hoy se ubica más cerca de 2,5%, a 3,5%, y el efectivo, en promedio, al doble de esta administración. No es fácil, pero se puede lograr. Dadas las circunstancias, creo que el resultado de estas elecciones va a tener impacto no solo en el crecimiento de largo plazo, sino también incluso en el del próximo año.

¿Cuál será la meta fiscal si son gobierno?

La situación fiscal que heredará el próximo gobierno es muy estrecha. En ese sentido, cuando se dice que este gobierno ha sido austero, no puedo estar de acuerdo. El ministro Valdés ha puesto cierto orden, pero no es suficiente. La deuda pública va a aumentar en 10 puntos del PIB, para llegar a 24% durante este período. Es cierto que el nivel de deuda sigue siendo bajo en el plano internacional, pero el ritmo es no sostenible y la holgura fiscal para la próxima administración es negativa. Todo eso, además, considerando que hubo una reforma tributaria que suma recursos por 3% del PIB. Eso es algo que se debe enmendar y avanzar hacia la consolidación fiscal, pero hay que ver aún en cuánto es posible reducir el déficit estructural.

¿Eso significa que el próximo gobierno tiene que llegar a recortar gastos?

Significa que el aumento del gasto, hacia adelante, va a tener que ser muy acotado, porque lo importante aquí es mantener la responsabilidad fiscal.

¿Hay cómo evitar la baja en la calificación crediticia que nos preanunció Fitch?

La experiencia dice que cuando estas cosas se empiezan a anunciar, suceden. Y ahí no comparto el juicio de quienes creen que esta rebaja sería una cosa menor y que no le dan tanta importancia. Para mí sí es para tanto.

Se argumenta que al no perder el grado de inversión no es tan grave.

Está bien, pero todo lo que costó llegar hasta acá no es ahora para empezar a retroceder. Además, ojo, que a veces estas cosas se producen en escalones y puede venir otro próximo si no enmendamos rápido el rumbo. No es inocuo.