Los flashes saltaron cuando Rory McIlroy daba su último golpe en el PGA Championship. Un elemento poco visto en el golf. Es que ya era tarde, casi de noche y la jornada no aguantaba 10 minutos más de juego. Casi en penumbras, el golfista norirlandés, oriundo de Holywood, conseguía el cuarto major de su carrera, el segundo consecutivo, el tercer torneo ganado en línea.
Aunque no fue fácil.
McIlroy iniciaba el día como el único líder del torneo, con un golpe sobre el sorprendente austríaco Bernd Wiesberger.
Partía bien tarde, porque una lluvia torrencial obligó a suspender la jornada cerca del mediodía, cuando los jugadores con pocas opciones salieron a cerrar el torneo. El asunto fue luego solucionado por el perfecto drenaje del Valhalla Golf Club.
Ya en la cancha, el norirlandés no tuvo un buen inicio de cancha, con dos bogeys y un birdie en los primeros nueve hoyos.
A esa altura, se habían sumado al protagonismo los locales Rickie Fowler y Phil Mickelson, Wiesberger y el sueco Henrik Stenson (número uno del PGA y del European Tour el año pasado). Todos fueron, en algún momento, líderes del campeonato, mientras McIlroy luchaba contra algunos errores.
Pero la segunda parte del club en Kentucky fue la especialidad de McIlroy durante el fin de semana. En los tres primeros días, su score fue de 11 palos bajo la exigencia entre los hoyos 13 y 18. Quien lo seguía más de cerca en esa estadística era Mickelson, con lejanos cinco bajo el par.
El norirlandés refrendaría eso ayer también. Precisamente en el hoyo 13, anotó el birdie que lo dejaba como colíder, junto a Fowler y Mickelson.
El primero de esos dos nombres (que compartían salidas) se bajaría de la contienda un hoyo después, con un bogey.
Lo del estadounidense este año fue impresionante. Quinto en el Masters; segundo en el US Open; misma ubicación en el British Open y tercero ayer en el PGA Championship. Encima, fue top 10 en dos de los tres campeonatos del World Golf Championships que se han disputado.
"Perder este major fue el que más dolió. Pero de todas maneras ha sido un año muy bueno", declaró Fowler, también de 25 años.
En el hoyo 16 fue Mickelson quien entregó sus opciones. Tras un largo putt, la pelota pasó por encima del hoyo. Después erraría un corto putt. McIlroy se convertía en el único puntero, una ubicación que no dejaría ir.
Y pese a que en el hoyo 17 se fue al bunker. El norirlandés lo resolvió de manera perfecta y hasta hizo birdie. Eran dos impactos de ventaja y sólo el hoyo 18 por disputar.
Ya oscuro, los organizadores permitieron que la dupla final adelantara juego, incluso antes de que Mickelson y Fowler cerraran el hoyo. "Se los agradezco, eso habla muy bien de ellos", diría más tarde McIlroy, sobre el gesto. Si no se hubiera dado, hubiera debido jugar sus últimos dos putters en penumbras o, tal vez, hoy.
NO LO IMAGINABA
McIlroy es el segundo jugador más joven en conseguir su cuarto major, con 25 años y tres meses, detrás de Tiger Woods, quien lo consiguió con 24 años y medio, y Jack Nicklaus, con 25 años y dos meses.
Tuvo un cierre de año perfecto, luego de meses de incertidumbre y un juego errático, en el que influyó también el cambio de palos y pelotas, que sólo pudo superar en esta parte final de la temporada.
"Nunca pensé que iba a tener un verano tan bueno. Es el mejor de mi vida", reconoció el campeón. Claro, si entre el British Open que ganó y ayer, también se quedó con el Bridgestone Invitational, su primer World Golf Championship. Sólo en esos tres campeonatos, el norirlandés se embolsó cinco millones de dólares.
Respecto de la última jornada, en la que alcanzó a estar dos golpes por debajo de los punteros, señaló que "demostré garra en los segundos nueve hoyos. ¿Lo más difícil? El tiro desde el bunker al final". Fue el que, en definitiva le dio la copa Wanamaker por segunda vez.