Roscoff, un pequeño municipio ubicado en el Finisterre francés, al noroeste del país, en el que se vive el auténtico espíritu de la Bretaña.
Esta ciudad costera con historias de corsarios y armadores de buques de otros tiempos, tiene mucho que ofrecerle al turista, quien podrá visitar Océanopolis, un gigantesco parque y acuario para descubrir tres universos oceánicos: Polar, Tropical y Moderado, un lugar único en Europa, ubicado en Brest, a 60 kilómetros de la bahía de Roscoff.
Otras islas para visitar son Ouessant, Sein y Molène saliendo desde Brest, Le Conquet y Audierne. Así, los amantes de la naturaleza podrán disfrutar de las rutas senderistas dibujadas entre los paisajes, jardines y playas de fina arena.
La isla se puede recorrer en bicicletas que se arriendan en el Puerto Viejo de Roscoff, o a pie, pues su ubicación excepcional la protege de los vientos creando un microclima particularmente bueno.
También puede visitar la costa sudoeste, custodiada por un faro construido entre 1833 y 1836, de 44 metros de altura, donde encontrará uno de los mejores campings de la región.
Cuando baja la marea deja al descubierto una inmensa riqueza animal y vegetal, como cangrejos, langostas u otros extraños frutos de mar, en la región se han encontrado más de seiscientas variedades de algas.
Se recomienda visitar el Jardín Georges Delaselle, un exótico espacio de estilo colonial cuya construcción duró treinta años y para la cual se debió trasladar toneladas de tierra desde el continente y construir muros y protección contra los terribles vientos. Aquí encontrará más de dos mil ejemplares vegetales, provenientes de lugares como China, Nueva Zelanda, Sudáfrica, Méjico o las islas Canarias.
En Roscoff hay varios restaurantes en la playa y en el puerto de Roscoff, donde preparan los platos con los frescos y naturales productos de la región, así que será toda una experiencia.
Roscoff al estar ubicada en la Bahia de Morlaix, posee un puerto de aguas profundas por donde puede arribar en ferries desde Inglaterra, Irlanda o España.
Por tierra es necesario trasladarse a Francia, donde podrá abordar un tren desde Rennes, localidad que se encuentra a 205 kilómetros o también abordar desde París a 562 kilómetros.
Si viaja en avión, el aeropuerto más cercano es el de Brest Bretagne a sólo 57 kilómetros de la ciudad. Dentro de la ciudad y la isla será fácil trasladarse a pie, en bicicleta, o en el taxi.