La época del boom económico ha quedado atrás y Brasil se prepara para cambiar el rumbo de su economía y ajustarse el cinturón en 2015, coinciden los analistas. Pero, la Presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, inicia su segundo mandato también con un gobierno inclinado hacia la derecha, en medio del colosal escándalo de corrupción en la estatal Petrobras y con una renovada oposición, que emergió robustecida tras las elecciones de octubre.

"En 2014, a la economía no le fue bien, sin embargo, la sensación térmica era confortable. Por eso, no afectó mucho el desempeño electoral de Dilma. Si la sensación térmica de la economía empeora en 2015, la popularidad de ella, que viene creciendo, podrá comenzar a caer", comentó a la revista Epoca el cientista político y fundador de la consultora Arko Advice, Murillo de Aragão. Y las cifras no son especialmente positivas para Rousseff.

La Presidenta dio inicio ayer a su segundo mandato con una situación económica que, según el propio gobierno, seguirá siendo precaria en 2015, con una previsión oficial de crecimiento de un escaso 0,8% y una inflación que seguirá cercana al 6%.

Este escenario, llevó a la mandataria a anunciar el pasado 22 de diciembre la adopción de "medidas drásticas" para recuperar la maltrecha economía del país, si bien aseguró que el ajuste no afectará a los planes sociales de su gobierno. En su mensaje de ayer, Rousseff prometió un ajuste fiscal con bajos sacrificios para los más pobres. "Sé que Brasil necesita volver a crecer", dijo en la ceremonia, a la que asistió Michelle Bachelet. Además, se comprometió a investigar la corrupción en Petrobras y protegerla de "depredadores".

Sin embargo, Juan Jensen, economista y director de la consultora Tendencias, dijo a The Associated Press que el ajuste "va a ser costoso. La gente va a comenzar a sentir los efectos". "El panorama es malo para 2015", vaticinó.

A cargo de implementar estas medidas estará el nuevo ministro de Hacienda, Joaquim Levy. Apodado "Manos de Tijera" por recortar gastos, este reconocido banquero con doctorado de la U. de Chicago, fue reclutado por Rousseff después de ser reelegida. El miedo a que los recortes en subsidios puedan significar un retroceso en los avances sociales tan defendidos por el oficialista Partido de los Trabajadores (PT) llevó a un grupo de intelectuales y activistas a lanzar un manifiesto contra la nominación del ministro fiscalmente conservador.

En una reciente entrevista, Levy dijo que considera un aumento de impuestos, así como suspender algunos gastos y reducir otros. "Tiene que ser un paquete balanceado. Es la prioridad", expresó.

¿Giro a la derecha?

Pero junto con "recuperar la economía", Murillo de Aragão sostiene que Rousseff "necesita aislar a Petrobras del petrólão", en alusión al esquema de sobornos dentro de la petrolera estatal, así como "dialogar más y mejor con su base en el Congreso". Sin embargo, en este último punto la mandataria ha inclinado su gabinete hacia la derecha y ha nombrado algunos ministros que dejan a su nuevo gobierno en un claro rumbo de colisión con los movimientos sociales que apoyaron su reelección. Es el caso de la senadora del oficialista Partido del Movimiento Democrático Brasileño (Pmdb), Katia Abreu, quien será la nueva ministra de Agricultura, pese al fuerte rechazo del Movimiento de los campesinos Sin Tierra y de grupos indígenas. Abreu ha sido una de las voces más duras contra los programas de reforma agraria y la creación de nuevas reservas indígenas.

Asimismo, con el objetivo de poder satisfacer a los partidos de la coalición de gobierno, Rousseff entregó el Ministerio de Ciudades a Gilberto Kassab, presidente del derechista Partido Social Democrático, y el Ministerio de Educación a Cid Gomes, principal figura del también derechista Partido Republicano del Orden Social. Según Ansa, con estas nominaciones la Presidenta busca reducir el poder de influencia de los dos principales partidos de la coalición en sus palcos favoritos: el PT dentro del propio gobierno y el Pmdb en el Congreso.

Según analistas, la economía brasileña puede sufrir aún más en función del resultado de las investigaciones sobre el caso Petrobras, estatal que por sí sola es responsable de casi el 13 % del PIB del país.