La carrera para el balotaje del 26 de octubre promete ser feroz: Dilma Rousseff, respaldada por los 12 años de gobierno del PT, y Aecio Neves, del poderoso PSDB, lucharán voto a voto en un Brasil dividido entre el statu quo y el cambio.
El desenlace es incierto, porque si bien Rousseff es levemente favorita, la ecologista Marina Silva, que quedó tercera, puede pasarle sus votos a Neves y ayudarle a derribar del poder al Partido de los Trabajadores (PT, izquierda).
"Si los electores de Marina rechazan el gobierno, elegirán a Aecio y él tiene condiciones de dar vuelta el segundo turno", dijo el politólogo Daniel Alves, de la Fundación Getulio Vargas, a la AFP.
La campaña para la primera vuelta fue de cortar el aliento: incluyó la muerte de un presidenciable en un accidente aéreo, el surgimiento de una presidenciable que acarició el sueño de convertirse en la primera presidenta negra de Brasil y finalmente la entrada al balotaje de quien había sido relegado al tercer puesto.
La presidenta Rousseff obtuvo 41,59% de los votos, Aecio Neves 33,55% y Marina Silva, que había subido como flecha en los sondeos proponiendo una tercera vía alternativa al PT y al PSDB, cayó a 21,32% y quedó tercera.
¿Todos contra Dilma?
Neves aseguró que representa "la esperanza de cambio" en un segundo turno y ya llamó al Partido Socialista de Eduardo Campos, fallecido en un accidente aéreo en agosto y reemplazado por Marina Silva, a "unir fuerzas" para derrotar a Rousseff y al PT.
"Es hora de unir nuestras fuerzas. Mi candidatura no es más la candidatura de un partido político, o de un conjunto de alianzas. Es un sentimiento más puro, de todos los brasileños que aún tienen la capacidad de indignarse", afirmó Neves, del Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB).
"Vamos a creer como siempre creí que es posible dar a Brasil un gobierno que una decencia y eficiencia", dijo Neves, que fustiga a Rousseff por dos frentes: los escándalos de corrupción vinculados al PT y el pobre desempeño económico de los últimos cuatro años, que culminaron en una recesión técnica en el primer semestre de 2014 y una inflación de 6,5%.
La ecologista Silva, que recolectó caucho en la Amazonia en su infancia, fue alfabetizada a los 16 años y venció la pobreza para convertirse en senadora y ministra de Medio Ambiente, aseguró que el resultado muestra que Brasil "claramente no concuerda con lo que hay".
Pero dejó en suspenso si llamará a sus casi 21 millones de votantes a apoyar a Neves contra Rousseff en el balotaje.
El PT dice ser el cambio
El PT de Rousseff y su antecesor Lula, impulsó programas sociales que lograron que 40 millones de pobres ingresaran en la clase media, aprobaron cuotas para pobres y negros en universidades y construyeron miles de viviendas populares, tornando a la primera mujer presidenta de Brasil en la gran favorita de estos comicios.
Pero millones de brasileños también reclaman un cambio, tras cuatro años de magro crecimiento en la séptima economía mundial -el mercado espera un PIB de apenas 0,3% este año- elevada inflación (6,5%) y escándalos de corrupción vinculados al PT.
Los problemas económicos, no obstante, no han afectado aún el bolsillo de la mayoría de los brasileños, que no han perdido el empleo y han visto subir sus salarios.
Más de un millón de brasileños, sobre todo jóvenes de clase media, salieron a las calles en 2013 a exigir mejor transporte, salud y educación públicas, a expresar su indignación con la corrupción política y el elevado gasto público para la Copa del Mundo que se desarrollaría exitosamente un año después.
Rousseff, una exguerrillera de 66 años escogida por el expresidente Lula para reemplazarle en el poder, aseguró el domingo que es ella y el PT quienes pueden encarnar el cambio que los brasileños pidieron masivamente en las calles en junio de 2013.
"El pueblo brasileño ansía más avances y dice que ve, en el proyecto que yo represento, la más legítima y confiable fuerza de cambio", afirmó al confirmarse que pasó al balotaje.