Los rusos lloraron en ceremonias religiosas y estadios de fútbol la muerte de por lo menos 25 personas durante el descarrilamiento de un tren expreso, que las autoridades rusas aseguran fue provocado por una bomba terrorista.
El líder de la iglesia ortodoxa rusa urgió al país a no rendirse ante el miedo.
Los parientes de las víctimas mortales identificaron a sus seres queridos entre los restos del tren. Si se confirma que se trató de un acto terrorista, éste sería el más sangriento fuera de las convulsas provincias del Cáucaso del Norte en cinco años.
Los canales de televisión interrumpieron su programación y se vivieron momentos de silencio en los estadios antes de los partidos de la liga rusa de fútbol.
El patriarca Kirill, líder de la principal iglesia del país, dirigió una ceremonia religiosa para las víctimas en la catedral de Cristo del Salvador cerca del Kremlin.
"Recordaremos sus nombres sagrados", dijo.
"Nuestra gente ha sido desafiada. Un crimen del que cualquiera de nosotros podría haber sido una víctima ha sido cometido para causar un efecto", dijo Kirill en un comunicado en el portal de internet de la iglesia. "Quieren asustar a todo el mundo que vive en Rusia", agregó.
Por lo menos 25 personas murieron y más de 100 resultaron heridas cuando los últimos tres vagones del Nevsky Express, uno de los trenes más rápidos de Rusia, que se descarriló entre Moscú y San Petersburgo el viernes.
El dirigente del Servicio de Seguridad Federal de Rusia, Alexander Bortnikov, dijo el sábado que un aparato explosivo fue detonado debajo del tren, provocando un cráter y descarrilando los últimos vagones.
La empresa ferroviaria estatal, Russian Railways, dijo que el tráfico de la zona se había restablecido. Nadie ha asumido la responsabilidad hasta ahora del posible ataque y tampoco se ha anunciado un posible motivo.
La ministra de Salud Tatyana Golikova dijo que 85 personas permanecían hospitalizadas, 21 en condición grave, según medios de comunicación rusos. Un belga y un italiano se encuentran entre los heridos.