Usain Bolt acabó con Universidad Católica. Blanco, con menos centímetros de altura y un nombre distinto, pero a la misma rapidez, a golpe de zancada. Una carrera supersónica desde la mitad del campo de Jorge Luna, 1,68 de pura velocidad, hurgó en su crisis y lo dejó más lejos de la cabeza. El título empieza a sonar a quimera. En cambio, levantó a Wanderers como candidato. El equipo de Valparaíso definitivamente no es una broma. No corre, vuela.
Pocas cosas son más rentables en el fútbol que la velocidad. Y pocas cosas dejan más en evidencia. No había aparentemente nada detrás de ese pelotazo defensivo de Ortuño, que Cellerino, tras molestar a Cahais, consiguió bajar al pasto y dividir. Pero Jorge Luna lo acogió como si acabara de sonar la pistola en la final de 50 metros lisos. Cosió la pelota al pie y se puso a correr. Sepúlveda no encontró la manera de pisarle los talones. Y hasta lo intentó con la mano, pero ni siquiera por ésas le alcanzó. Pulgar tampoco cerró en la ayuda. Así que la nueva joya del campeonato completó su proeza a placer con un tiro cruzado.
La UC dominó antes y después del pique letal, pero de manera plana y vacía. El montaje defensivo diseñado por Astorga, un 4-4-2 que variaba de lateral en función del costado por el que prosperara, no le concedió agujeros. O no se los concedió su propia previsibilidad. Ni ideas ni sorpresa en el bando local. Ni por Botinelli, que no se enciende (y eso que un tiro suyo desde la frontal fue el único de su equipo y una ruleta virtuosa lo más potable), ni por nadie. Católica fue el vivo retrato de la impotencia y la vulgaridad.
De hecho, aunque la pelota fue más de los de casa, las ocasiones mejores las firmaron los visitantes. Costanzo evitó males mayores. Hasta en tres mano a mano tuvo que esmerarse. Uno de ellos frente al venenoso Luna, que otra vez se quedó solo por velocidad y demostró ser además egoísta: tenía solo a la derecha a Cellerino, pero lo ignoró.
El marcador, unido a la situación crítica que se acumula, agravó la flojera de la UC. Se notó en que el equipo fue más y más espeso con el paso de los minutos. Y también en las malas formas con las que algunos intentaron contestar su propia fatalidad. Pulgar mereció la expulsión en una agresión múltiple a Cellerino con la excusa del balón de por medio. Y Cahais también soltó alguna de más. Hasta un sector del público se unió a la incorrección lanzando objetos a Jorge Luna en un córner. De nada sirvió.
Wanderers tenía trabajada muy bien la victoria y no la iba a dejar escapar. A estas horas es el rival verdadero que le discute el liderato a la Universidad de Chile. Ya está sólo a un punto, segundo solitario. Y con la moral disparada. Su proyecto se confirma convincente. Todo lo contrario que el de Católica, que se ha estancado. Ya también pierde en casa. Tanto que casi dice adiós a la Liga. El miércoles se despidió de la Copa. Y viene ahora la Sudamericana.