La premisa es clara: gente que no se entusiasmaba con el habitual rito de ir al cine o que ya se incomodaba con la oferta de las salas más tradicionales (los asientos pequeños, el sonido de las cabritas, etcétera) empezó a girar su atención hacia otra clase de experiencia. Esa es la base que, en parte, explica el éxito y crecimiento de las salas premium en el país: espacios de pequeñas dimensiones, con butacas reclinables, asientos numerados, boleterías preferenciales, bebestibles como mojitos y un carta elaborada para el lugar, entre otros atributos.
Las tres cadenas que operan en Chile -Cineplanet, Cinemark y Cine Hoyts- tienen salas exclusivas, totalizando 10 en todo el país. La primera fue habilitada por la última firma en enero de 2011, en Parque Arauco, momento desde el que se ha vivido un paulatino crecimiento, que seguirá extendiéndose con nuevos proyectos.
"Cuando la gente ha probado las salas premiere, le cuesta volver a una más tradicional. Además, esto es una experiencia total, hay un diseño y una decoración especial, y tampoco es tan caro. De hecho, es parecido a un precio habitual", comenta Karina Ventura, gerenta comercial de Cinemark, en torno a boletos que van de $ 6.500 a $ 8.000.
Aunque se trata de espacios con una capacidad menor al estándar -un promedio de 65 a 100 butacas contra 250 de los complejos habituales-, los ejecutivos precisan que el nivel de ocupación diario es alto, rondando el 90% durante el fin de semana. Además, la inversión también es mayor: mientras abrir una sala digital cuesta US$ 80 mil, una de corte VIP se acerca a los US$ 250 mil. Y parte de su uso también está destinado a eventos corporativos y a citas como presentaciones de videojuegos.
Francisco Schlotterbeck, gerente general de Hoyts Chile, apunta: "Con todas estas características, se logró que volviera la gente que no venía al cine, debido a las filas largas, a que mucha gente se pone a comer o a los niños presentes".
Pese a la continua alza en público y a la buena recepción del formato, en muchas salas la comodidad también batalla con el ruido de platos y vasos del personal encargado de servir la comida, dinámica muchas veces más asociada a espacios como restaurantes. Ricardo Osorio, gerente de marketing de Cineplanet, dice: "Esto no es un restaurante, por lo que la idea es comer de manera rápida, con cosas para picar. Además, tenemos tragos sin alcohol". Por su parte, Schlotterbeck acota: "No hemos tenido reclamos, porque nos aseguramos que la entrega de platos y su pago, que implica tráfico de mozos, se haga en los primeros 15 minutos, mientras se muestran los trailers o comerciales. Además, contamos con pasillos especiales para que los mozos no tapen la pantalla".
En el futuro, Cinemark planea sumar más reductos de este tipo a un futuro tercer complejo (hoy tiene dos salas en Concepción, las únicas en regiones), mientras que Hoyts inaugurará otras dos en el Mall Plaza Egaña y proyecta, para el próximo año, la apertura de un complejo sólo destinado a este formato en Vitacura.