Bendito y maldito el día que Jeremías Aravena (17) se convenció de que quería seguir los pasos de su hermano mayor, Nicolás (24). Lo veía maniobrar la moto en busca de una rampa que lo elevaba a alturas peligrosas, donde no contento con volar, hacía trucos inimaginables, para después caer suavemente otra vez, en otra rampa. O lo veía acelerar en mangas de motocross al filo del roce y el despiste. Era emocionante. Aún lo es, desde lejos.
Nicolás Aravena se veía libre y feliz y eso quería Jeremías para su vida y siguió sus pasos. Pero el devenir de la historia diría otra cosa. El destino mantiene al mayor de los hermanos en su pasión tuerca y al menor en silla de ruedas. Al mayor entrenando el doble para ganar el Nacional de Freestyle y al menor esperando ese premio en dinero para ayudar en su recuperación. Al mayor sin pensar mejor en el accidente y al menor viviéndolo cada día.
El 22 de mayo, en una fecha del Apertura Sur de motocross en Chépica, ambos hermanos disputaban la misma manga. Nicolás iba adelante y no vio lo que pasaba atrás: tras un salto, su hermanito se entrampó en el barro y sus propios amortiguadores lo lanzaron lejos, pero de espalda. Iba a unos 70 kilómetros por hora y la caída fue sobre el cuello. La lesión cervical no tuvo piedad.
Jeremías Aravena, desde ese día, no puede mover las piernas, ni las manos, ni siente nada bajo el pecho. Sólo tras la rehabilitación, que recién comienza, puede mover los brazos para llevar él mismo la silla de ruedas.
Así avanza cada día en la clínica Bicentenario y en el Instituto Teletón, donde tiene puesta la esperanza. A la par, su hermano hace el trabajo de dos: prepara todo para las presentaciones de este fin de semana largo en el American Circus, donde ambos solían presentarse como parte del espectáculo. Ahora Nico debe hacer todo solo: entrenar, preparar, correr y saltar. Lo que no es propio, sino mutuo, es soñar.
"Los doctores nunca dejan claro qué puede pasar. Estamos contentos, ha evolucionado muy rápido, tiene la misma lesión que el Nano Demaria, que hoy hasta hace carreras. El Jere tiene todas las ganas, dice que si se recupera se volvería a subir a una moto, quiere hacer muchas cosas, quiere probar cosas distintas, encontrar lo que le daba la moto. No se va a echar a morir", cuenta Nicolás.
También piensa positivamente el propio Jeremías: "No me siento bien rehabilitado, pero voy por buen camino, creo". Además, asegura que jamás le pediría a su hermano que deje las motos, que es "su principal hincha" y señala que el acercamiento a algún deporte paralímpico "es seguro, más adelante".
La familia Aravena ha estado buscando cómo solventar los gastos de la rehabilitación. Nicolás dice que entrena a diario para ganar el Nacional de Freestyle, el 26 de noviembre en el Estadio Bicentenario de La Florida, que quiere esa plata para ayudar. La misma organización decidió que las ganancias del evento vayan a esa causa. Y no es la primera, pues ya ha habido otros encuentros deportivos en beneficio.
Por eso Nicolás no piensa en dejar el circo: "Deja plata y además ahí son súper flexibles, me permiten faltar para ir a las competencias de motocross o lo que haya". Los hermanos ya llevaban dos años maravillando al público del American Circus y en este tercero preparaban sorpresas.
Pero ahora con cuidado. "Todos estamos expuestos a pasar por eso, a él le tocó, pero hay que tratar de cuidarse de la mejor manera, pero no pensar en nada malo. Igual, antes me tiraba con todo; ahora hay un grado de tranquilidad. Por excederte tanto te puedes caer", declara Nico.
"El Jere tiene una fuerza de mente enorme y en todas las terapias anda muy bien", agrega Nicolás. Lo dice porque su hermano ya está en una silla de ruedas normal, no para tetrapléjicos, aunque la dificultad para moverse y evitar irse hacia adelante continúa.
Jeremías no habla mucho. Tiene sólo 17 años, se nota cansado tras la sesión en la Teletón y quiere descansar. Antes de la siesta afirma que ha vuelto a eventos deportivos, y planea ir a los entrenamientos de Nicolás el lunes: "Espero estar un rato". Sobre las posibilidades de su hermano de quedarse con el premio mayor en el Bicentenario es más bien escéptico. "Está bien difícil, porque vienen los que hacen backflip, pero siempre está la esperanza", dice entre risas. Luego retoma la siesta. Los sueños.