"Los dos hombres intercambiaron un apretón de manos por seis largos segundos. Sus nudillos se volvieron blancos, sus mandíbulas se apretaron y sus caras se endurecieron. Trump llegó primero. Pero luego, él trató de liberarse, dos veces, pero Macron mantuvo su apretón hasta que lo dejó ir".
El texto parece retratar una dura guerra con hombres que tienen una voluntad inflexible. Pero la verdad es menos romántica: es el último capítulo de una de las más extrañas costumbres del excéntrico presidente estadounidense Donald Trump, que involucran el tradicional saludo para las cámaras entre los jefes de Estado.
De hecho, Emmanuel Macron, el recién electo presidente de Francia, fue uno de los que la sacó barata: la galería incluye ya intercambios inusuales con, entre otros, los primeros ministros de Japón, Canadá y Reino Unido, así como la canciller alemana.
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Una toma en detalle del apretón de manos que se dio este jueves Trump con Emmanuel Macron | Foto: Reuters[/caption]
Todo partió con Shinzo Abe: el premier nipón debió aguantar casi 20 segundos de un apretado saludo de Trump, un encuentro tan extenso que incluso el propio dirigente japonés empezó a hacer gestos extraños.
La poderosa Ángela Merkel vivió la realidad completamente opuesta: Trump dejó con la mano estirada a la líder germana al terminar una reunión en la Oficina Oval.
En el caso de Theresa May, la británica recibió un extraño apretón de manos, y el canadiense Justin Trudeau logró forzar un saludo más normal poniendo su brazo alrededor de Trump.
Esto puede tener una explicación. Resulta que, según indica una nota de Associated Press, Trump se considera "fóbico a los gérmenes" y ha señalado que los apretones de mano de son una "barbarie".
La agencia también recuerda que en su libro "El arte del regreso", publicado en 1997, Trump escribió que "muchas veces he considerado la posibilidad de sacar anuncios de los diarios pidiendo que los apretones de mano queden prohibidos", probablemente sin pensar que, dos décadas después, ese saludo sería parte integral de su vida protocolar como mandatario.
Todos ejemplos de que con Donald Trump, hasta el gesto más mínimo es espacio para un momento especial.