A El Salvador lo precede su mala fama. Más famoso por sus pandillas urbanas, las llamadas "maras", que dominan el país con un poder equivalente al del gobierno y policía, este enclave centroamericano no aparece muy seguido entre los destinos favoritos para las vacaciones y el turismo.
Esta nación que salió de una sanguinaria guerra civil de 12 años en 1992, pasó casi sin pausa a la hegemonía de las bandas organizadas cuyos integrantes tienen visibles tatuajes en todo el cuerpo, se dividen los barrios y los pelean a sangre y fuego con un reguero de no pocos difuntos semana a semana.
Por eso, nada haría pensar que ese lugar que se ubica en el puesto 105 del reporte de Competitividad Turística y de Viajes de Foro Económico Mundial (WEF) y tiene una de las tasas de homicidio más altas del mundo, sea a la vez uno de los 10 destinos que destacó en 2016 -junto con Nepal, Cuba o Colombia- la revista inglesa Rough Guides. La explicación es que los viajeros más aventureros y audaces, que evitan las rutas masivas, han encontrado aquí una oportunidad, porque más allá de la capital, buena parte del resto del país se ve menos afectado por la violencia y ofrece playas, escenarios naturales y parques nacionales, que atraen a cerca de dos millones de visitantes anualmente.
El oasis de El Tunco
La verdad es que en la capital del país, San Salvador, se siente el peligro, aunque no esté ocurriendo nada. Hay decenas de guardias privados armados, seguridad redoblada en cajeros automáticos y shoppings, además de una vida nocturna casi nula, lo que contrasta fuertemente con la amabilidad de sus habitantes, un clima templado y una naturaleza dominada por montañas pequeñas llenas de vegetación de todos los verdes posibles.
A El Salvador se le conoce como "el país de los 40 minutos" debido a la distancia que se recorre desde la capital a los distintos atractivos turísticos. Una perfecta carretera ondulante, que deja atrás la ciudad y sus 280 mil habitantes y atraviesa bosques tropicales, llega por ejemplo, en menos de una hora al poblado de El Tunco, la más famosa de las playas del país, distante a 47 km de la capital.
Acá el Pacífico es bien movido y sus olas atraen a decenas de surfistas de distintas partes que prefieren este destino antes que Costa Rica, que es mucho más caro. Esta zona pareciera pertenecer a otro país. O al que tal vez sería El Salvador si encontrara una forma de llegar a la paz. En sus calles la gente camina despreocupadamente a cualquier hora y no se ven guardias ni armas alrededor. Todos se saludan y se instalan en la costanera a tomar unas micheladas con vista al mar, mientras banditas de mariachis entonan himnos mexicanos. Un oasis.
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Los deportes en El Tunco.[/caption]
La playa es larga, llena de peñascos plomizos y en el centro hay un oscuro roquerío que, aseguran, se parece a un chancho acostado. Un "tunco" en la jerga local. Desde que las olas del poblado se hicieron famosas internacionalmente, el lugar no ha parado de crecer. Hoteles boutique comparten las estrechas calles con hostales de mochileros, pequeños puestos de tacos y sushi se unen a la oferta gastronómica típica con ceviches de camarones, caldo de langosta o pescados fritos.
Lo que hay que probar, sí o sí, es el desayuno típico salvadoreño compuesto por frijoles fritos, queso fresco, plátano maduro, huevo con tomate y cebolla, además de palta. Eso y la "pupusa", una pasión local hecha con masa de maíz o de arroz y rellena con queso, frijoles, loroco (una flor comestible propia del país), chicharrón, jamón o queso. O lo que el apetito pida. Su precio no pasa de los 50 centavos de dólar.
Las fiestas nocturnas parecieran querer exorcizar la mala fama de El Salvador. Los principales bares como el Blu o la Guitarra tienen sus terrazas llenas, mientras la música pasa desde trovadores a ritmos tropicales, o bares al aire libre con música electrónica. Se mueve la noche y no hay nada que temer y mucho que tomar.
La paz del lago
El opuesto de El Tunco es Coatepeque, que significa el cerro de la serpiente en náhualt, y es el nombre del lago más famoso de El Salvador. Ubicado a menos de cien kilómetros de la capital, se llega tras pasar el pueblo de Santa Ana y avanzar entre grandes miradores a alguno de los 23 volcanes que tiene el pequeño país.
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La ribera del Lago Coatepeque.[/caption]
Este lago de origen volcánico es una de las áreas de desconexión preferida de los locales y ahí sólo se respira tranquilidad. Desde algunos puntos panorámicos a su alrededor se puede ver una cuenca de color esmeralda, sin playas y rodeada de montes excepcionalmente verdes y en sus aguas se pueden practicar varios deportes.
Aunque la oferta hotelera formal existe, es bien acotada, por lo que una buena opción es buscar vía Airbnb mejores alternativas –en precio y calidad- para arrendar grandes casonas que dan la posibilidad de contar con muelle propio y hasta kayaks.
En esta zona el sonido del viento sólo se ve interrumpido por el ocasional reggaeton de algún vecino. Se recomienda hacer paseos en lancha y canoa a la isla Teopán o simplemente nadar hasta alguna de las balsas cercanas a la orilla, pero hay que tener ojo, ya que el lago tiene fama de "tragarse" a la gente como consecuencia de algunos casos de personas que se han ahogado ahí; se cree que por beber más de la cuenta o por sus conductas temerarias.
También hay varios restaurantes-bares siempre con yuca frita y cerveza helada, todos ubicados en la ruta que bordea al Coatepeque.
Cercano está el Parque Nacional Cerro Verde, ideal para hacer trekking y llegar a las terrazas con vista a los volcanes Izalco y Santa Ana, así como también una parte de la superficie del lago.
En este punto hay que respirar. ¿Qué se siente? Paz. Paz en El Salvador.
Datos útiles
* La moneda de El Salvador es el dólar americano.
* Seguridad: En las grandes ciudades es preferible andar en taxi. Los viajes a El Tunco se pueden efectuar en buses locales, el 80 a La Libertad y el 192 to El Zonte, pero recomendamos el transporte privado, lo mismo que para ir al lago Coatepeque. Hay varios operadores turísticos en San Salvador.
* Locales: Los salvadoreños o "guanacos" son gente sumamente amable y cariñosa. Es difícil tener problemas con ellos, pero conviene conversar bien con la gente del país para saber dónde ir y qué hacer. Cosas de viajero.
* Viajar desde Chile: No hay vuelos directos, por lo que hay que hacer escalas en Bogotá o Panamá, desde donde viajan Latam, Avianca y Copa.