La séptima fecha se iniciaba con el choque entre San Luis y Palestino, dos de los peores equipos del torneo, y se notó. El colista y el antepenúltimo se medían en Quillota buscando oxígeno. Estaban necesitados y los puntos eran imperiosos, pero el juego no pasó de ser un cúmulo de buenas intenciones e infinitos ripios en todos los aspectos del juego. Santiaguinos y quillotanos fueron incapaces de doblegarse, en un partido que no deja mucho más que un resultado anecdótico.

Palestino cambió técnico y el equipo al menos se vio más suelto. De elevar el rendimiento que han exhibido durante todo el Clausura, eso sí, nada. San Luis, en tanto, aunque dominó el trámite del juego, evidenció nuevamente todas sus falencias ofensivas: mucho toque y circulación del balón en la zona media, pero una falta de agresividad poco digna de un equipo de Primera División.

El compromiso se desarrolló a ritmo cansino. Con el temor propio de dos equipos que no podían permitirse un nuevo tropiezo. Por lo mismo, los arqueros de uno y otro lado casi no tuvieron actividad durante los primeros 75 minutos: señal clara de lo que fue el encuentro. Soporífero.

En los minutos finales, eso sí, Palestino supo sacar réditos. El ingreso de Fabián Carmona le aportó mayor ritmo en el último tramo de la cancha, lo que obligó el retroceso de los de la Quinta Región. Ahí llegó el desequilibrio. No hubo fútbol, pero sí amor propio.

Primero el propio Carmona, de cabeza, abría el marcador. Luego, Ángel Melo marcaba el 2-0 y daba tranquilidad a los tricolores. No sería suficiente. Los de Omar Toloza no supieron administrar la ventaja, confundieron la tranquilidad con relajo y volvió a desarmarse todo. Víctor Morales, en dos minutos, anotó dos veces y emparejó nuevamente el marcador.

Un empate justo, por lo paupérrimo del trámite del compromiso. Inservible para ambos, que siguen en la zona baja, sin opciones de escalar en la tabla y con mucho trabajo por delante.