En la previa del primer partido de la final de la liguilla de postemporada entre San Marcos de Arica y Universidad Católica, Mario Salas se mostraba consciente de las fortalezas del conjunto de Fernando Vergara. Lo que más inquietaba al DT era la velocidad y la habilidad de los hombres nortinos de ofensiva.
Pese a tenerlo claro desde el comienzo, el juego del equipo local fue imposible de contrarrestar para los cruzados, que completaron una de sus peores actuaciones en lo que va del año, superados en todas las facetas del juego. Así, a los 14' y a los 39', Leonardo Ramos y Diego Oyarzún, respectivamente, marcaban para San Marcos y empezaban a sentenciar con anticipación el compromiso. La fórmula fue la misma: tiro de esquina desde el sector izquierdo, correctamente ejecutado por Renato González, errores defensivos infantiles y cabezazos ajustados imposibles de atrapar para Franco Costanzo.
En el entretiempo, el Comandante intentó reaccionar y ordenó el ingreso de Fabián Manzano y David Llanos. Sin embargo, el plan terminó de derrumbarse cuando, a los 49', nuevamente Ramos marcara para establecer un contundente 3-0. La desazón cruzada fue total.
Pese a lo abultado del resultado, que obliga a los precordilleranos a golear a su rival el próximo miércoles cuando se juegue la revancha, el desastre pudo ser mayor ya que los dueños de casa desperdiciaron, al menos, cuatro opciones claras de ampliar aún más el marcador. Y las esperanzas crecen ya que, cuando se jugaban los descuentos, David Llanos marcó un descuento que puede ser clave.
De todas formas, el equipo santiaguino está obligado a vencer al menos por dos goles de diferencia en la revancha para forzar una definición mediante lanzamiento penales o por tres de diferencia para avanzar de manera directa al torneo continental del segundo semestre.
Después de haber dejado una buena imagen ante O'Higgins, el equipo estudiantil incurrió en errores que parecían olvidados, completó una de sus peores actuaciones del semestre y mira ahora, a la luz del juego mostrado, desde lejos la opción de conseguir el único objetivo que les quedaba en el semestre. El descuento sobre el final del compromiso, eso sí, alimenta en la ilusión. No está dicha la última palabra.