Sánchez Fútbol Club

Alexis Sánchez
Foto: Photosport.

El delantero volvió a estar desaparecido. Dentro y también fuera de la cancha. Ya acumula siete partidos de Eliminatorias sin anotar y su sintonía con el plantel fue nula.




El juez argentino Mauro Vigliano hace sonar su pitazo y da por finalizado el compromiso entre Ecuador y Chile. El 3-0 que indica el marcador queda corto para la enorme superioridad que mostró el seleccionado local. Los jugadores de la Roja, cabizbajos, sólo atinan a reunirse en el centro del campo para despedirse del millar de compatriotas que están esparcidos por las tribunas del Atahualpa. Una mínima señal de agradecimiento por estar ahí y en parte de perdón por el papelón hecho en la cancha.

Pero no todos llegan finalmente a la cita. Hay uno que decide irse por su cuenta rápidamente a los camarines. Ni siquiera intenta dar vuelta la cabeza para presenciar el ritual de sus compañeros. Alexis Sánchez, el hombre en cuestión, corre en silencio, ajeno al sentir grupal. Una imagen que refleja fielmente los días que permaneció junto al plantel en Ecuador el delantero del Arsenal. Apartado de todo, como en el césped, lejos de entrar en sintonía.

Desaparecido en la cancha, como todo el equipo, sólo quedan dos momentos de Sánchez en el partido. Primero cuando se le acerca a Pablo Hernández antes de los 10 minutos con el fin de remecerlo. Y luego tras el 2-0, corre cuarenta metros para encarar a todos en el fondo, especialmente a Jara y Díaz, por los sucesivos errores. Antes y después de eso, de fútbol muy poco. Un mano a mano que perdió en el segundo tiempo fue su acción más riesgosa. Los goles por ahora siguen desaparecidos. Y ya se va a cumplir un año de su última conquista en Eliminatorias, allá por octubre de 2015 en Lima ante Perú.

De hecho, en el camarín después del partido tampoco se hizo notar. Pese a ser uno de los nominales líderes del plantel, de hecho era el segundo capitán después de Bravo, pasó inadvertido. Ni una sola voz de aliento. A diferencia del capitán, que intentó levantar de algún modo al resto con una palabra de aliento. Como queriéndose esconder en el anonimato, Sánchez escogió el silencio. Una actitud que ya se está haciendo costumbre y que a algunos compañeros no deja de sorprender e incluso preocupar.

Refugiado en su gran amigo Junior Fernandes, tomó su asiento en la parte delantera del segundo piso del bus que llevó al plantel al aeropuerto después del partido. De hecho, únicamente el delantero del Dínamo Zagreb de Croacia compartió con el tocopillano en los ratos libres durante la concentración. Como viene siendo costumbre desde hace mucho tiempo, especialmente en la época de Sampaoli, el Niño Maravilla se encierra en un mundo impenetrable para el resto.

Alguna vez el casildense reconoció que no sabía incluso cómo tratarlo. Ni siquiera como transmitirle los resúmenes de los videos que le tenía preparado. En la etapa previa al Mundial le pidió que ocupara el lugar trascendente que le correspondía en el plantel, porque era un referente sobre todos para los más jóvenes. Pero aquello desde las palabras nunca llegó. Sí, como siempre, desde el entrenamiento sigue enseñando el camino, quedándose más tiempo que el resto para mejorar algunos aspectos de su juego. No eludiendo jamás un ejercicio o restándose de trabajos físicos.

Pero más allá de su enorme disposición al trabajo, la verdad es que a sus compañeros y ahora a Pizzi también les gustaría escucharlo más. No quieren un líder silencioso, que se esconde detrás de su extraordinaria capacidad futbolística para marcar distancias con el resto. Sigue alejado de todos los grupos que adornan el plantel y circunstancialmente comparte con algunos, como en este caso fue con Junior Fernandes, con quien lo une un lazo afectivo muy grande desde que se conocieron en Calama.

Sin esa sonrisa habitual que tiene su rostro en Inglaterra, hoy Sánchez no parece estar disfrutando este presente de la Selección. Las sucesivas derrotas lo complican en demasía. Aunque él no hace mucho en la cancha por revertirlo. O no lo dejan. O el técnico no lo ayuda a potenciarlo. Lo cierto es que uno de los mejores futbolistas de la Roja pasa inadvertido. Dentro y fuera de la cancha. Y eso sí es preocupante.

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