Bastante tuvieron que esperar Alexis Sánchez y Eduardo Vargas para volver a abrazarse donde más le importa a Chile por estos días: en el camino a la clasificación a una Copa del Mundo.
El tocopillano y el renquino soportaron nueve partidos sin anotar, es decir medio camino rumbo a Rusia 2018: desde el duelo frente a Colombia en Santiago y hasta frente a los cafetaleros en Barranquilla no sabían de abrazos eliminatorios.
En el intertanto, Vargas estuvo ausente en dos de esas nueve fechas: ante Argentina en Santiago (caída de 1-2) y frente a Venezuela en Barinas (victoria por 4-1), producto de la suspensión recibida por sus gestos contra el público, luego de concluida la derrota ante Uruguay en Montevideo (0-3).
Por eso ayer, estaban tan felices luego de anotar los tres tantos frente a Uruguay; el primero, de Turboman, aprovechando aprovechando un preciso centro de Jean Beausejour; el segundo, con una media vuelta de Sánchez que sorprendió a Fernando Muslera, y el tercero, en una escapada gloriosa del Niño Maravilla gracias a un pase de Marcelo Díaz.
De este modo, volvieron a reencontrarse con el rito que habían repetido ante Perú, el 13 de octubre de 2015 en Lima, cuando el nortino convirtió a los 7' y 44', mientras que el ex Cobreloa lo hizo a los 42' y 49', en el triunfo por 4-3.
De esta manera, ambos siguen escalando en la tabla de goleadores históricos de la Selección (ver cuadro estadístico), donde Sánchez desplazó a Iván Zamorano del segundo lugar, al acumular 36 dianas en 106 partidos clase A, mientras que Vargas sumó 32 tantos en 66 encuentros.
Pese a la sequía eliminatoria que enfrentaba, el año de Vargas registra siete visitas a la redes: la de anoche, y los tantos en la Copa América Centenario, con dos a Panamá y cuatro en el imborrable 7-0 sobre los mexicanos. Mientras, Alexis sumó cinco, con dos a los panameños, uno a los aztecas y los dos frente a la Celeste.
Tal vez por eso, le costó tanto salir luego de consolidado el 3-1. A los 83', salió ovacionado, con todo el Nacional cantando "Alexis, Alexis", luego de haber sido pieza vital en un triunfo ilusionante, tanto en el arco de Muslera como en la conducción futbolística y anímica de una selección que sueña con su tercer Mundial consecutivo, con Sánchez y Vargas como piezas esenciales.