Ya sea desde Sevilla, Hendaya o Lisboa, la ciudad de Santiago de Compostela se convierte en destino soñado por todo aquel que aborda esta difícil misión que es hacer alguna de las rutas del Camino de Santiago. Su gastronomía, su centro histórico y su carácter acogedor, hacen de la capital gallega el lugar perfecto para disfrutar del "descanso del guerrero" o, en este caso, del descanso del peregrino.

Santiago de Compostela se erige en la perfecta anfitriona de un viajero que acaba de dejar de serlo, de un buscador que ya ha encontrado casi todos sus tesoros. Por lo que es recomendable animarse y asumuir el desafío, el Xacobeo 2010 está a la vuelta de la esquina. El monumental centro histórico de la ciudad, rodeado de miradores y repleto de una acogedora gastronomía, sirve de cierre perfecto para el "descanso del peregrino".

"Llegar a Santiago, tras caminar cientos kilómetros en menos de un mes, es una de las más impresionantes satisfacciones. Te sientes diferente pero siempre para bien", afirma Rafael González, quien ha recorrido en dos ocasiones el camino francés –que nace en Roncesvalles y que es, con diferencia, el más popular de todos los posibles-.

SANTIAGO DE COMPOSTELA
No importa donde haya comenzado el viaje, ya sea en Sevilla, el origen de la Vía de la Plata; en Lisboa, donde nace el camino portugués; o Hendaya, desde donde se recorre el camino del Norte. Ese trayecto culmina en la plaza del Obradoiro, lugar en el que se encuentra la impresionante catedral de Santiago de Compostela.

Monumento cuya construcción comenzó en el año 1075, tiene origen románico y fue trazada siguiendo el modelo francés, pero evolucionó acogiendo otros estilos como el barroco, al que corresponde su vistosa fachada, finalizada muchos años más tarde, en el siglo XVIII.

En su interior encierra el sepulcro del apóstol Santiago, en torno al cual se fundó la ciudad hacia el año 820. Recorriendo sus instalaciones es imprescindible visitar el Pórtico de la Gloria para ver el conocido botafumeiro, lugar en el que se guarda el incienso. El ritual obliga a dar por finalizada de forma oficial esta experiencia, con el abrazo a la escultura del apóstol Santiago.

Una vez logrado el objetivo, los peregrinos deciden permanecer en su destino final durante varios días, recuperando fuerzas y disfrutando de su gastronomía. "En los restaurantes y terrazas te reencuentras con gente que has dejado atrás o que llegaron antes que tú y compartes mesa con ellos", recuerda Rafael.

GASTRONOMIA GALLEGA
La rúa do Franco, la que se interpone entre la catedral y la caballería de Santa Susana, acoge en su estrecho espacio multitud de terrazas, convirtiéndose así en uno de los puntos de mayor ebullición de Santiago de Compostela durante el buen tiempo, como también le ocurre a una de sus calles paralelas, la rúa Raíña.

Si lo que se busca es algo más que "picar" a base de raciones, es obligada la visita a sus casas de comidas, mesones y marisquerías de la zona. La cercanía con el mar hace que sea uno de los más recomendables destinos para disfrutar del marisco, estandarte de la buena mesa del lugar, cuyo epicentro es el mercado de Abastos.

Imprescindibles –por autóctonos- son las zamburiñas, los santiaguiños y el pulpo a la gallega -plato preparado con pimentón-. Todo ello acompañado con "cachelos", es decir, papas.

Pero un buen menú en Santiago de Compostela tiene que comenzar con un primer plato a la altura: el caldo gallego. Porotos blancos, papas, berzas (vegetal similar al repollo) cocinados con manteca de cerdo ahumada, son los componentes de este plato magnífico.

Y para rematar un espléndido menú, no se puede obviar su extensa selección de aguardientes y orujos. Pero es necesario dejar un espacio antes de dar por finalizada la comida, para probar alguna variedad de los quesos de la zona. El más conocido y probado es el de tetilla, de sabor suave e inconfundible forma.

PEREGRINOS
Un total de 125.141 peregrinos realizaron el camino en 2008, según los datos de la archidiócesis de la ciudad. Santiago está preparada para la llegada de todos aquellos viajeros que hayan preferido recorrer este histórico periplo en bicicleta -21.143 de los totales- o a caballo -290-.

Los peregrinos que recorren el Camino de Santiago en bicicleta pueden acceder a la Plaza del Obradoiro por la misma ruta urbana que los caminantes, y no necesitan permiso previo para ello.

En el caso de los peregrinos que tengan previsto entrar a la ciudad a caballo, deben avisar de su llegada con varios días de antelación a la Policía Local, cuyo teléfono de contacto es el 092.

La policía tendrá que extender un permiso de entrada a la plaza e indicar el recorrido obligatorio y el horario estipulado. Dicho permiso autoriza a una breve permanencia ante la catedral para inmediatamente después acudir a los alojamientos que el peregrino haya concertado.

La peregrinación jacobea concluye en la ciudad, sin embargo, existe la posibilidad de prolongar el trayecto a una fase final, en el que es conocido como el Camino de Fisterra-Muxía.

Este recorrido llega hasta la Costa da Morte -La costa de la muerte-, lugar que era considerado como el último reducto de tierra conocida, el fin del mundo, hasta que terminó la Edad Media y sobre el que pesan infinidad de creencias y ritos paganos.