Todo comenzó con una llamada del Gordo Manrique, un viejo amigo del tenis.
-Aló, Fernando. Santiago Giraldo quiere conversar contigo sobre algo.
-¡Feliz! Dile que me llame.
De esta manera, empezó a forjarse la relación tenística entre el colombiano y Fernando González. El tenista quería dar un giro a su carrera, y el Bombardero buscaba una forma diferente para reinsertarse en el circuito. Ser asesor técnico surgía como una buena posibilidad.
"Hablé con Santi y le dije que tenía algunas limitaciones, porque una de las razones por las que me retiré del tenis era tener que viajar 35 semanas al año. Le di las gracias por llamarme, porque estaba retirado y, poco a poco, sólo van quedando los recuerdos", recuerda el triple medallista olímpico. A su lado, el colombiano, actual número 32 del mundo. Lo mira atentamente, sentado en el mismo sofá, con una inmensa e infinita vista hacia el Océano Pacífico, en Reñaca. Es la primera vez que conceden una entrevista juntos.
"Me identifica estar en el circuito aportando a alguien tan humano como Santi. Porque preparar a una máquina es fácil, y algunos tenistas quizás lo son. Pero los latinos tenemos sentimientos, somos de sangre caliente, y tenemos que manejar otras cosas también. Fue súper bonito. Hablamos, le comenté lo que pensaba de su juego, y coincidimos en muchas cosas. Me acuerdo de haberlo visto jugar, habíamos entrenado un par de veces en mi época de jugador y, cuando me llamó, empecé a mirar videos y le dije un par de cosas que yo veía. Fue súper bueno, porque uno sigue ligado a la competencia", agrega.
El oriundo de Pereira completa la historia: "A finales de 2013, terminé con el entrenador que tenía en ese momento (Mauricio Hadad). Busqué a una persona de plena confianza, como Felipe Berón, quien está 24/7 y hace un muy buen trabajo también. Con él hablamos que, para el bien de mi juego y de nosotros mismos, debíamos conseguir a una persona idónea, con características que no son fáciles de encontrar hoy en día, más en el nivel en que uno está. Y tuve la suerte de que con Fer alcancé a coincidir, y teníamos gente en común que nos podía conectar. Él es una persona muy educada, con mucha ética, con credibilidad y confianza. Y, además de eso, lo admiro muchísimo: tenía experiencia de top cinco, ganador de los Olímpicos, finalista de Grand Slam, ganó muchos torneos y derrotó a los mejores jugadores. Se había ganado un respeto impresionante y, además, tenía una propuesta de juego con la que me identifico. Me encantaba la idea de poder llegar a potenciar mi juego de esa manera, obviamente guardando las proporciones y diferencias". Y apunta: "Fernando era la primera opción, y tuve la suerte de que las cosas se dieron bien y hubo una buena conexión".
Pero también hubo otro factor clave en esta sociedad. El ex número cinco del mundo se sentía reflejado en su pupilo, sobre todo en esa inquietud de querer crecer y progresar. "Me siento muy identificado con él. Cuando fui a buscar a Larry (Stefanki) tenía tu edad -le dice a Giraldo-. En el fondo, yo quería alguien que me diera distintas armas, porque ya estaba aburrido de pegarle fuerte aquí, pegarle fuerte acá, sacar fuerte… Con Larry le empecé a encontrar más sentido a otras cosas. También fue en la etapa donde dije qué tengo que trabajar, con la madurez suficiente... Y Santiago tiene 27 años recién cumplidos, y está sano físicamente…", confiesa.
Durante 10 días, Giraldo se estableció junto a su equipo en Reñaca, donde se puso a punto en lo tenístico (entrenó un par de veces con Nicolás Jarry), luego de hacer un arduo trabajo físico en Estados Unidos. "Quiero agradecer a la gente que nos aceptó acá en Chile, y a Fer, por ayudarnos en la logística y por tenernos algunas propuestas y ajustes, que realizamos con mucha ilusión y entusiasmo. Creo que ésta ha sido la mejor pretemporada que he hecho", dice.
Precisamente estos ajustes tienen que ver con potenciar algunos golpes y mejorar la forma de encarar los partidos. "Santi es un jugador que tiene dos grandes tiros (derecho y revés), lo cual es una ventaja súper grande en el tenis. Porque siempre los jugadores tienen un lado más débil. Le falta trabajar el servicio, que ha mejorado un montón y, con los buenos tiros que tiene, cerrar más jugadas en la red. También tiene que aprender a manejar las distintas situaciones. En el tenis hay que estar preocupado del próximo punto, pero uno tiene que tener esa pequeña visión de cómo está yendo el partido. Porque, de repente, si está muy ajustado, y uno ve al otro cansado, sigamos jugando largo... Si me siento incómodo, dónde lo puedo incomodar... No dejarse llevar tanto por el score, sino que por las sensaciones que uno tiene, y no olvidarse que tiene un rival", explica González.
En este aspecto, agrega que "lo bueno y malo de Santi es que es muy perfeccionista. Entonces, de repente, está haciendo todo increíble y siempre hay un pero. Pero ese pero lo ayuda a seguir mejorando. Tiene que aprender a disfrutar todo lo bueno que está haciendo".
Giraldo complementa: "Fer le sacaba mucho provecho a su tenis. Tenía unos tiros espectaculares, y jugaba de una manera muy ofensiva, que a mí me encanta. Él personifica lo que yo quería, y es muy bonito que alguien que admirabas te sugiera cómo encaminar tu juego".
Y su meta es una sola. "Mi principal objetivo está clarísimo: llegar al máximo de lo que mi potencial me permita. Sé que estoy lejos de eso todavía. Soy un luchador y un soñador. Voy a luchar hasta que yo diga 'me esforcé al máximo'. Pero tengo muchísimo por dar y mucho por aprender, y mientras tenga tanto por mejorar, por aprender y esté sano, con ganas y con voluntad, creo que puedo avanzar muchísimo. Mi sueño desde pequeño es ser top ten. En algún momento lo vi más lejano -es difícil, es un deporte competitivo, que exige muchas cosas-, pero el sueño sigue latente, y creo que puede pasar", declara.
González también tiene otras motivaciones en el trabajo con su pupilo: "Mi meta con Santi, más allá de los números, es que en algún momento no me necesite más, o que yo le diga: 'Has crecido mucho como jugador, y otra persona te va a hacer crecer más aún'. Quiero dejar un legado en él. A lo mejor, en 15 años más Santi va a querer ser entrenador y va a decir: 'Esto me dejó el Feña', y eso es súper importante para mí".