La prohibición de la caza de ballenas en el Atlántico Sur aparece como uno de los temas centrales de la reunión anual de la Comisión Ballenera Internacional (CBI), que inauguró en Panamá su 64 edición con la instalación del Comité Científico del organismo.

La creación de un santuario de ballenas en el Atlántico Sur ha generado en los últimos años polémica en el seno de la CBI, cuyos 89 miembros no han podido llegar a un acuerdo sobre esa figura, que es apoyada por un grupo de países conservacionistas, entre ellos Panamá.

"La posición de Panamá en los últimos años ha sido definitivamente proteccionista hacia estos mamíferos", dijo el canciller panameño, Roberto Henríquez, al comentar la posición de su país en el encuentro internacional.

De acuerdo con la información oficial, la propuesta que se estudiará en la 64 reunión de la CBI, impulsada por Brasil, Argentina y Uruguay, indica que "la caza comercial de ballenas, ya sea por operaciones pelágicas o desde estaciones terrestres, quede prohibida" en la zona delimitada del Atlántico Sur.

"Este ha sido un tema particularmente polémico en la Comisión desde hace varios años" y esta ha decidido debatirlo "como tema sustantivo por primera vez" en la reunión de Panamá, indicó en un resumen de su encuentro número 63 la CBI, creada en 1946.

A juicio de sectores ambientalistas, esa propuesta no ha prosperado en el seno de la Comisión porque un pequeño grupo de países, algunos de ellos sin actividad ballenera, liderados por Japón, impiden que se logre el 75% de los votos de la plenaria necesarios para su aprobación.

Hay que "convencer" a Japón de que "una ballena viva vale más que una ballena muerta", afirmó José Truda, exdelegado de Brasil en la CBI y dirigente de la organización no gubernamental Centro de Conservación Cetácea. 

Argumentó que la comercialización de carne y grasa de esos cetáceos genera "menos de 100 millones de dólares anuales" a los principales cazadores: Japón, Noruega e Islandia, mientras que la actividad del avistamiento movió a nivel mundial unos 2.100 millones de dólares en 2008.

Gabriel Despaigne, dirigente de la Asociación Verde de Panamá, ha explicado que su país perteneció durante varios años al "bloque japonés", pero a partir de 2004 lo abandonó al percatarse de las ventajas ecológicas y económicas del avistamiento.

Panamá se convirtió en 2005 en el segundo país de América, después de México, en declarar sus aguas territoriales como santuario para las ballenas, destacó el ambientalista.

Otro proyecto incluido en la agenda de la 64 reunión de la CBI es la llamada resolución de Mónaco, que pide a la ONU actuar para la conservación de las ballenas debido a la "ausencia" en la Comisión "de medidas efectivas para la conservación (de cetáceos) en altamar".

Esa resolución argumenta, entre otras cosas, que "las capturas masivas no reguladas de las especies altamente migratorias de cetáceos siguen teniendo lugar más allá de control efectivo de la CBI, incluso dentro del Santuario del Océano Austral".

Truda aplaudió la iniciativa de Mónaco porque, tal cual están las cosas ahora, "el derecho internacional no tiene capacidad de imponer las reglas" que rigen formalmente la caza de ballenas.

El ambientalista recordó que el Grupo de Buenos Aires, creado en 2005 e integrado por países latinoamericanos y caribeños, también impulsa que las Naciones Unidas "observe a la CBI", así como que se "refuerce el Comité de Conservación" que integra el organismo.

El Grupo de Buenos Aires se reunió a inicios de mayo en la capital panameña y reiteró su apoyo al uso no letal de cetáceos y su "firme compromiso" con el fin de la caza denominada "científica" al margen de la CBI y bajo objeción y reserva.

Los delegados de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Panamá, México, República Dominicana y Uruguay además insistieron en "su total apoyo a la aprobación y posterior implementación del Santuario de Ballenas del Atlántico Sur propuesto por Brasil, Argentina y Uruguay". 

Truda expresó a Efe que tiene un "poco de esperanza" en que en esta 64 reunión de la CBI se imponga la "posición conservacionista".

"Pero si no es así, si la CBI continúa haciendo lo mismo, creo que la región tiene que evaluar si quiere continuar siendo parte de eso o si debemos ir a la ONU a exigir algún otro tipo de marco para tratar el tema de la conservación de los grandes cetáceos", opinó el investigador brasileño.