Alejandro Sanz es quizás el dueño de dos títulos nada despreciables en el barómetro artístico de Viña 2011: es el dueño de una de las escenografías más vistosas que pasará por la actual versión de la cita -la que presentará en el inicio de la jornada de hoy- y es el nombre de vida más relajada en su escala en el país, lejos de divismos y arranques extremos por refugiarse del acoso de la prensa.

En el primer podio, los antecedentes son pasados: Paraíso express, el actual tour que lo trae a la Ciudad Jardín, es el montaje más sofisticado de su carrera y está integrado, entre otros elementos, por 140 metros cuadrados de pantallas LED y una parrilla de luces manejadas a través de 28 motores.

Durante esta semana, las reuniones entre su equipo y los organizadores del evento han intentado adaptar esa opulenta estructura al escenario festivalero, con un itinerario de tiempos y movimientos casi inédito en este Festival. Por ejemplo, un equipo de avanzada fue hasta la Quinta el viernes en la madrugada para instalar los elementos preliminares de la escenografía. La idea era que, tras el fin de la jornada de ayer, el staff técnico del español se tomará el reducto para ultimar toda la propuesta visual. "Maneja tiempos largos porque es algo muy parecido a lo de su tour, pero lo acomodaremos a lo nuestro", explica Eduardo Cabezas, productor ejecutivo del certamen.

Por su parte, en la productora DG Medios, encargados de su visita, recalcan que el hombre de Corazón partío será el único que podrá aprovechar en su totalidad la elogiada escenografía del lugar y que podrá generar el efecto 3D que se anunció con la nueva administración. Hay un factor que empuja el logro: Luis Pastor es el actual cerebro del montaje festivalero y es el mismo que diseñó todo lo que Sanz mostró en 2010. El equipo acordó un concierto de 90 minutos de duración y un estimado de 15 temas.

El mismo cantante, que llegó el pasado sábado 19 a Chile para participar en el Festival de Iquique y ha estado una semana en Santiago, habló frente a la prensa de Viña del ejercicio de adaptar su presente al Festival: "Lo que ofreceré mañana es parte de lo que mostré en mi última gira, aunque no puede ser exactamente lo mismo".

Tras su conferencia de prensa, el artista coronó la otra marca de su venida: su perfil de ídolo relajado y sin grandes exigencias (ante los periodistas llegó casi en tenida deportiva). Por ejemplo, se juntó con su mayor amigo en el país, el ex futbolista Iván Zamorano, y su esposa, María Alberó, en la trastienda del programa Fiebre de Viña. Entre los planes estaba ir a ver el show de anoche de Sting, pero finalmente desistieron.

Antes, estuvo en el mismo espacio de CHV y se mostró cada cierto momento desde una terraza del Sheraton Miramar para saludar a fanáticas que lo aguardaban en el espacio. Además, les dio una entrevista a las dos conductoras, Francisca García-Huidobro y Yuri, en uno de los salones del hotel. Junto a Chayanne, fue el único de los estelares que cumplió el protocolo de conversar con el programa vespertino. Por otro lado, y mientras ayer viajaba desde Santiago a la V Región, saludó a un par de fans en el camino y tomó fotos.

"Esto se explica porque Alejandro es muy extrovertido y tiene un gran sentido del humor. Aparte de Zamorano o Fernando González, ha logrado establecer amistad con gente como Lucho o Humberto Gatica", cuenta Rosa Lagarrigue, chilena y mánager histórica del cantautor.