El municipio brasileño de São Félix do Xingu ansía lograr un sello de calidad sostenible que le permita desterrar de una vez por todas el título de "rey de la motosierra" de la Amazonía, que ha puesto en riesgo su economía.
São Félix aparecía como el líder indiscutible de la lista negra de los municipios brasileños que más devastaban la selva amazónica en la edición de 2008 de este compendio elaborado por el Ministerio de Medio Ambiente.
Entrar en esa lista supuso el estrangulamiento de las líneas de crédito y dificultades adicionales para el acceso a los mercados para las carnes producidas en la ciudad, que posee la mayor cabaña bovina de Brasil.
Desde entonces los productores rurales, las empresas cárnicas, organizaciones no gubernamentales (ONG) y las autoridades se unieron para cambiar de mentalidad y adoptar prácticas sostenibles que le permitan salir de esa lista indeseable, donde todavía permanece, a pesar de ser uno de los municipios donde más se están mejorando las tasas de deforestación.
El presidente del Sindicato de los Productores Rurales de la ciudad, Wilton Batista, explicó que el mayor objetivo del colectivo es conseguir un sello de calidad, que serviría para elevar el precio de la carne producida con prácticas intensivas y serviría para disuadir la ganadería extensiva que arrasa los bosques.
"La idea es crear un sello de calidad (...) para exigir un mejor precio por el ganado, que la carne de la región llegue al final de la cadena, a los supermercados, y que los consumidores sepan que se trata de un producto sostenible", afirmó Batista.
Ese sello permitiría expandir un experimento que ya se está llevando a cabo en 16 fincas, que suman 50.000 hectáreas y 90.000 cabezas de ganado, y que de momento suponen "una isla de tecnología", según Batista.
Ese proyecto, llamado Ganadería Más Sostenible, fue iniciado el año pasado con el impulso de dos gigantes, la compañía de alimentación brasileña Marfrig, tercera productora mundial de carne bovina, y la cadena de supermercados estadounidense Walmart, y que además cuenta con la supervisión de la ONG The Nature Conservancy (TNC).
Las haciendas participantes, con el objetivo de aumentar la productividad, aplican técnicas de manejo animal desarrolladas por la Empresa Brasileña de Pesquisas Agropecuarias (Embrapa), un órgano estatal considerado como una referencia mundial en investigación agropecuaria tropical.
Entre las herramientas más simples que han aplicado los propietarios de São Félix destaca la rotación entre pastos y los cultivos, lo que sirve para restaurar el suelo y evita que los ganaderos continúen expandiendo sus pastos y arrasando la selva.
El proyecto, que también cuenta con apoyo en el área laboral y empresarial del Consejo de Servicio y Apoyo a las Micro y Pequeñas Empresas (Sebrae) y del Ministerio del Trabajo, ya ha dado sus primeros frutos palpables.
La productividad media de la región, que era de 0,8 cabezas de ganado por hectárea, ha aumentado en algunos casos a una horquilla de entre dos y tres animales por hectárea.
Uno de los rancheros que se ha sumado al proyecto, Lazir Soares, explicó que este tipo de herramienta es fundamental para adecuarse a los "nuevos tiempos".
"No me gusta decir que soy hacendado, la palabra que ahora tiene un sentido negativo. Prefiero decir que somos productores rurales. Vivimos en nuevos tiempos, una nueva forma de actuar en el campo. Se exige mucho al productor y necesitamos herramientas para mejorar", afirmó Soares.
Para salir de la lista negra, el Gobierno obliga a inscribir el 80 % de las fincas en el Registro Ambiental Rural (CAR, por sus siglas en portugués), a partir del cual se controla la reducción de la deforestación utilizando imágenes de satélite.