Michael Schumacher llora y se conmueve cuando escucha las voces de sus familiares, símbolo de "tenues señales de reacción" tras el grave accidente de esquí que sufrió un año atrás.
Un periodista del diario Corriere della Sera que tuvo acceso a la intimidad de su casa en Suiza, contó que Schumacher habría sido sorprendido más de una vez en los últimos meses con lágrimas en los ojos, no sólo al oir a su esposa Corinna y a sus hijos, sino también al sentir los ladridos de su perro.
A su vez, el expiloto Philipe Streiff, parapléjico desde un accidente en 1989 y amigo de la familia, reveló a Le Figaro que "Schumacher todavía no habla y se comunica con los ojos" y "comienza a reconocer a su mujer e hijos, pero aún tiene gruesos problemas de memoria".
El ex cinco veces campeón del mundo ha vuelto hace algunos meses a su residencia cerca de Lausanna, donde tiene a su disposición todo lo necesario para su rehabilitación y en cuyo interior se desplaza en una silla a ruedas.
Sin embargo, su futuro sigue envuelto en las dudas y tanto su agente Sabine Kehn como los médicos, aún admitiendo los "leves progresos" hechos, no dan certezas sobre su futura y completa rehabilitación.