Pese a lo polarizada que pueda haber terminado la campaña -incluida esa frase engañosa lanzada el jueves por Daniel Scioli contra Mauricio Macri, de que la elección del domingo en Argentina es entre un “creído de Barrio Parque (un sector muy acomodado de Buenos Aires) y un trabajador del pueblo”, las vidas de los dos candidatos que compiten por la Presidencia argentina tienen una larga lista de semejanzas e historias en común, incluida una antigua amistad que podría haberse visto dañada en esta contienda.
Scioli y Macri tienen dos años de diferencia, uno nació en 1957 y el otro en 1959, respectivamente; el primero en el barrio porteño de Villa Crespo y el segundo en la localidad bonaerense de Tandil. Ambos son descendientes de italianos y provienen de familias acaudaladas. Incluso en los años 70 sus padres, los empresarios José Scioli y Franco Macri, trabaron amistad, una relación que también se extendió a los hijos. Así, durante estos años de gobiernos kirchneristas mantuvieron un diálogo fluido que se reflejaba en los partidos de fútbol que jugaban con frecuencia. Y esa amistad también vincula a las dos esposas de los candidatos, Karina Rabolini y Juliana Awada (la tercera esposa de Macri).
El drama del secuestro golpeó tanto a Daniel Scioli como a Mauricio Macri. En 1975, cuando el candidato oficialista tenía 18 años le tocó vivir el secuestro de su hermano José, de 14. “Lo secuestraron en la puerta del colegio y lo liberaron 20 días después. Nunca quedó claro si fueron militares o guerrilleros”, explicó hace unos años. Fue Scioli el encargado de negociar con los captores la liberación de su hermano, la que se logró tras el pago de una recompensa. En tanto, Macri, permaneció secuestrado 13 días en 1991. Era un alto ejecutivo de las empresas de su padre. Estuvo cautivo en un sótano y fue liberado después que su padre pagó alrededor de US$ 6 millones a los criminales. En 2003 su hermana, Florencia Macri, también pasaría por esa experiencia.
Scioli ingresó a la política en 1997 a instancias del entonces Presidente Carlos Menem. Según algunas versiones, en el verano de 1996, el famoso corredor de lanchas y que había perdido un brazo en una de esas carreras, le contó a uno de sus amigos sus intenciones de postular al Congreso como diputado peronista. Su amigo celebró su decisión y lo apoyó. Ese confidente era Mauricio Macri, quien -como Scioli- también se había vinculado al mundo del deporte, al convertirse un año antes en el presidente de Boca Juniors. Macri decidió forjar su carrera política años después para lo cual creó su propia fuerza política.
Ninguno de los dos son grandes oradores, ambos tiene gustos sofisticados, hablan varios idiomas, le gusta jugar fútbol, frecuentemente se van de vacaciones a Miami y Europa, y los dos se han vistos enfrentados a los Kirchner: Macri como alcalde de Buenos Aires y Scioli como gobernador de la provincia de Buenos Aires.
Hoy se muestran en veredas opuestas. Uno como representante del cambio pero dispuesto a continuar con algunas de las políticas del gobierno saliente (Macri), y el otro como el abanderado del continuismo, pero con la promesa de un cambio en las formas y el estilo (Scioli). Nada muy diferente.