Paralelamente, mientras las fuerzas iraquíes, los guerrilleros kurdos y las milicias chiitas (apoyadas por asesores iraníes), sumado a los bombardeos de Estados Unidos, logran -no sin dificultades- ganarle terreno al Estado Islámico, el grupo yihadista liderado por Abu Bakr al Bagdadi reivindica ataques y acciones terroristas en Libia, Túnez y Yemen. Podría tratarse de una coincidencia, pero los analistas consideran que más bien forma parte de un cambio de estrategia de Al Bagdadi en momentos que su sueño de establecer un califato en zonas de Irak y Siria se ve seriamente amenazado.
En las últimas semanas las tropas que combaten al Estado Islámico lanzaron una ofensiva para recuperar la ciudad de Tikrit, condición previa para iniciar la batalla para reconquistar Mosul, la segunda ciudad más importante de Irak y que está bajo control de los yihadistas sunitas desde junio de 2014. Hasta ahora han logrado avances y están a las puertas de la provincia de Nínive, donde se encuentra Mosul, pero la batalla por Tikrit ha implicado una dura lección para los enemigos del EI, con un alto número de bajas, sostuvo The New York Times.
Los hombres del Estado Islámico, aunque aún controlan algunos sectores, van perdiendo terreno. Y cada derrota implica que el territorio de su califato se reduce, que baje la moral en sus huestes y produzcan deserciones. Tanto así que esta semana se informaba que al menos 400 menores han sido reclutados en los últimos tres meses en Siria y muy cerca de la frontera con Irak por los yihadistas del Estado Islámico para engrosar sus filas, según el Observatorio Nacional para los Derechos Humanos en Siria.
Estas derrotas sin duda son un fuerte traspié para Al Bagdadi quien, tras romper con Al Qaeda en su disputa por ser el grupo yihadista clave en la guerra civil en Siria, se distanció de la formula de organización global y apostó por una reivindicación territorial, en la forma de un califato islámico.
Según los expertos, Al Bagdadi despreció la fórmula de Al Qaeda de sentar su "prestigio" en la franquicia terrorista y sumar a grupos en todo el mundo. Con la proclamación de su califato reverdeció el entusiasmo de miles de extremistas en todo el mundo para sumarse a sus filas, algo que Al Qaeda había logrado hace una década.
"El Estado Islámico no siguió la estrategia de Al Qaeda de combatir al 'enemigo lejano', y prefirió en su lugar la estrategia del 'enemigo cercano'. Por lo tanto, el objetivo principal del Estado Islámico no ha sido Estados Unidos, sino combatir a los regímenes apóstatas en el mundo árabe, es decir, el régimen de Assad en Siria y el régimen de Abadi en Irak", escribieron Daniel L. Byman y Jennifer R. Williams, de Brookings Intitution.
Los yihadistas tuvieron éxito donde el aparato estatal amenazaba con desintegrarse y ofrecieron a los combatientes un gobierno relativamente estable y prestaciones estatales cuando Damasco y Bagdad fracasaban, sostuvo Behnam Said, experto alemán en histórica y política islámica y autor del libro Islamischer Staat (Estado Islámico), citado por la agencia DPA.
Pero todo esto cambió con los ataques aéreos de la alianza liderada por Estados Unidos y el apoyo sostenido a las diferentes fuerzas iraquíes, que hacen cada vez más difícil que los yihadistas puedan moverse libremente por su califato.
Por eso, Al Bagdadi estaría regresando sobre los pasos que alguna vez dio Al Qaeda y ahora suma a todo grupo que quiera actuar bajo el paraguas del nombre Estado Islámico. Así, después del ataque contra el Museo del Bardo en Túnez, que dejo 21 muertos, el EI reivindicó el ataque (aunque ayer el gobierno tunecino lo atribuyó a Al Qaeda), y algo similar sucedió con el doble ataque contra mezquitas chiitas en Sana (Yemen) que dejaron 137 fallecidos.
Además en Yemen, la supuesta presencia del Estado Islámico es un condimento adicional a una guerra civil no declarada donde también están operando Irán, Arabia Saudita y Al Qaeda.
El investigador en grupos yihadistas Aaron Zelin, de The Washington Institute, considera que la nueva red en la que podría terminar convirtiéndose el Estado Islámico representa un peligro mayor que el que en algún momento representó Al Qaeda. Ya que su apuesta por el control de un califato, aunque este se esté reduciendo en el mapa, es muy útil para fines propagandísticos y para fortalecer el fanatismo de los yihadistas de todo el mundo.