La madrugada del 2 de mayo de 2011, exactamente a las 01.00 horas de Pakistán, un grupo de las fuerzas especiales estadounidenses, conocido como Navy Seals, ingresó a un complejo en Abbottabad y dio muerte al líder de Al Qaeda, Osama Bin Laden. Poco tiempo después el entonces Presidente de Estados Unidos, Barack Obama, dio a conocer la noticia en un discurso televisado y el júbilo no sólo se apoderó de la Casa Blanca, sino que se extendió a varios países del mundo, porque para muchos significaba el fin del grupo terrorista.
Sin embargo, no todos reaccionaron de esa manera. El ex agente del FBI, Ali Soufan, que había pasado más de 10 años estudiando al líder de esa organización terrorista, se encontraba preocupado porque si bien se había dado muerte al mensajero, el mensaje iba a prevalecer. En su libro, publicado en mayo pasado, Anatomy of Terror (Anatomía del Terror), el experto en contraterrorismo señala que uno de sus temores por ese entonces era que las distintas filiales de Al Qaeda que habían permanecido alineadas bajo el mando de Bin Laden se separaran y actuaran por sí solas.
Si bien el grupo no tiene el poder y la influencia que poseía cuando llevó a cabo los ataques del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos, muchos analistas señalan que aún sigue siendo fuerte y que puede resurgir. De hecho, la pregunta respecto de qué es lo que está preparando el sucesor de Bin Laden, Abi Mohamed Ayman Al Zawahiri, sigue rondando desde entonces al interior de los servicios de inteligencia de Europa y de los países anglosajones.
Para el profesor y experto en Al Qaeda de la Fundación para la Defensa de las Democracias, Daveed Gartenstein-Ross, el surgimiento del Estado Islámico, con su control de territorio y su habilidad para movilizar a sus partidarios, amenazó la posición dominante del grupo de Bin Laden dentro del movimiento yihadista global e incluso muchos analistas pensaron que el grupo de Al Baghdadi iba a eclipsar a Al Qaeda. Sin embargo, a juicio de Gartenstein-Ross, estos últimos desafiaron la sabiduría convencional y no sólo sobrevivieron al desafío, sino que resurgieron de manera más fuerte al llevar a cabo una estrategia de deliberado bajo perfil.
"Al Qaeda fue capaz de 'renovarse' al diferenciarse con el Estado Islámico respecto a las muestras de brutalidad para así ganar más espacio para operar dentro de la región. El grupo ha superado siempre los desafíos mediante una combinación de una planificación inteligente y paciencia estratégica", añadió.
En la misma línea, el experto en terrorismo y profesor de la Universidad de Georgetown Bruce Hoffman, señala -en una entrevista con el portal de seguridad The Cipher Brief- que mientras el Estado Islámico provoca a la comunidad internacional, Al Qaeda de manera silenciosa reconstruye sus recursos, ha renovado su imagen. "Han tenido éxito en preservar su fuerza en varios lugares. En muchos casos se han expandido, ciertamente en Siria y en Yemen. En los últimos años, han creado una filial en el subcontinente indio y han tomado ventaja de las oportunidades que se le han dado en la región. En muchos aspectos está lejos de ser una iniciativa que esté muriendo", señaló.
"Al Qaeda ha estado maniobrando para provocar alguna clase de fusión forzada o una toma de control o incluso una voluntaria combinación con el Estado Islámico y la fusión de ambos grupos sería muy peligroso, especialmente si Al Qaeda logra obtener las redes de operaciones externas del Estado Islámico en Europa", añadió.
La preocupación por un posible resurgimiento en poder e influencia de Al Qaeda llega justo en momentos en que el Estado Islámico ha ido perdiendo el territorio que controlaba en Siria e Irak. Un informe del centro de estudios británico IHS Markit, divulgado a fines del mes pasado, reveló que en los últimos tres años el grupo yihadista había perdido 60% de éstos. El territorio del autroproclamado "califato" pasó de 90.000 km2 en enero de 2015 a 36.200 km2 en junio de 2017.
En este sentido, un artículo del diario español El País señala que el sueño de un ataque más grande que el del 11 de septiembre sigue vivo y para Al Zawahiri su ejecución es ahora más necesaria que nunca. Sobre todo cuando el Estado Islámico está al borde de una posible derrota final. "Sharif al-Masri, un yihadista egipcio detenido en Pakistán en 2004, confesó a los agentes del FBI y la CIA que lo interrogaron que Al Qaeda había conseguido lo que denominan 'la bomba sucia', un artilugio nuclear casero en cuyo diseño trabajan desde hace años", indicó el diario.
El País sostiene que hasta ahora ningún servicio de inteligencia ha podido demostrar la existencia de esa bomba, pero todos dan credibilidad a que los hombres de Al Zawahiri trabajan en ella. Así un funcionario de la Comisaría General de Información de la Policía Nacional española puso en duda su capacidad nuclear, "porque para eso hace falta tener acceso a fuentes nucleares y eso es muy difícil". "Pero desde luego que la organización no está muerta y no descartamos un gran atentado con el que pretenda recuperar su visibilidad", añadió.
El último ataque ocurrió a fines de junio, cuando su filial en Mali, Nusrat al-Islam wal Muslimeen, reivindicó el atentado contra un hotel de lujo en las afueras de Bamako, en el que murieron al menos cuatro personas.
En todo caso, el analista del centro de estudios estadounidense The Brookings Institution, Daniel Byman, indicó en un artículo que aún existen buenas razones para pensar que el declive de Al Qaeda es real y que podría ser incluso permanente. Esto debido a su bajo ritmo de operaciones, sus escasos recursos y su limitado respaldo popular.