Las imágenes podrían ser perturbadoras para algunas personas.

Esta semana, la policía de Tailandia reveló el macabro descubrimiento de 60 cachorros de tigre muertos en un congelador y almacenados en el popular templo "Wat Pha Luang Ta Maha Bua", sitio conocido como el "Templo del Tigre", porque los visitantes pueden alimentar a las crías y fotografiarse con ellas, llamando la atención de los turistas.

El lugar, administrado por monjes budistas, ya había sido acusado por organizaciones ambientalistas desde hace al menos 17 años por maltrato animal, debido a que posiblemente los animales estaban siendo sedados para lucrar con ellos.

El procedimiento policial señaló que los cachorros de tigre fueron encontrados en la cocina del lugar, aunque en el momento se desconocieron las razones de por qué se estaban almacenando en esas condiciones. La sospecha recayó en el tráfico para la medicina tradicional china, que utiliza partes de animales exóticos para sus medicinas como pieles, colmillos, huesos, colas, restos de crías y otros, con el fin de fabricar amuletos.

Y aunque desde el lunes las autoridades lograron sacar del lugar a gran parte de los 137 felinos vivos recluidos en el templo, este jueves se encontró una especie de laboratorio con cerca de veinte jarros con órganos de tigre. En el lugar se logró la captura de tres personas (incluyendo a un monje) que buscaban huír del recinto con cientos de amuletos, pieles y colmillos.

Tras este descubrimiento, las autoridades reafirmaron sus sospechas con respecto a que el popular templo haya estado envuelto en el comercio ilegal de órganos de tigre y preparación de medicinas curativas o "vitamínicas", debido a que los frascos estaban debidamente etiquetados con las partes, los días de sobrevivencia del cachorro, su sexo y peso.

Aún con todos estos datos, los administradores del templo salieron al paso de las acusaciones, afirmando que la razón por la que guardaban los cadáveres de los cachorros era para evitar que se pensara que utilizaban los restos para ser vendidos.

Se cree que ser encontrados culpables, los dueños del templo podrían ser encarcelados por cuatro años, sumados a una pena de mil dólares.

En 2001, el templo recibió 7 tigres cedidos por el Gobierno para que los cuidara, pero en los últimos años empezó a aumentar el número hasta alcanzar los 137 felinos, así como leones, pájaros, un búfalo, un ciervo y jabalíes, que exhibía para los turistas.

Según las autoridades, los productos derivados de los tigres son habitualmente vendidos en China, a donde llegan a través de rutas por Laos y Vietnam desde Tailandia.

Tras la redada policial, el templo se encuentra cerrado y no permite visitantes.