En la altamente vigilada Teherán, donde los sitios turísticos y del gobierno cuentan con una elevada presencia policial, dos atentados perpetrados casi simultáneamente contra el Parlamento y el mausoleo del ayatola Jomeini dejaron al menos 12 muertos. Si bien la acción fue reivindicada por el Estado Islámico, que por primera vez se adjudica acciones de este tipo en Irán, la Guardia Revolucionaria culpó a Arabia Saudita.
Cuatro atacantes, vestidos como mujeres, irrumpieron con rifles y pistolas por la entrada principal del Parlamento, dijo el viceministro del Interior, Mohamad Hosein Zolfaghari. Según Mohamad Hosein Nejat, jefe adjunto de los servicios de inteligencia de los Guardianes de la Revolución, los atacantes tenían entre "20 y 25 años". Dos de los terroristas habrían detonado sus chalecos suicidas en el cuarto piso del Parlamento. Unas cinco horas después, la prensa local dijo que los cuatro atacantes estaban muertos y que el incidente había terminado. La agencia oficial Isna informó que al menos 12 personas murieron y 42 resultaron heridas durante los ataques.
Cerca de media hora después del ataque inicial al Parlamento, al menos dos atacantes ingresaron a la entrada occidental del mausoleo dedicado al fundador de la República Islámica, el Ayatola Ruholá Jomeini, ubicado a unos 19 km. del edificio del Parlamento. Tras abrir fuego, uno de los yihadistas detonó su chaleco suicida en los jardines del mausoleo, mientras que el segundo atacante fue abatido por las fuerzas del orden.
Según el Ministerio de Inteligencia, otro grupo de "terroristas" fue neutralizado en Teherán antes de pasar a la acción. La policía iraní dijo que arrestó a cinco sospechosos.
El Estado Islámico se atribuyó la responsabilidad de los hechos y publicó un video que aparentemente mostraba a hombres armados dentro del Parlamento. También amenazó con más ataques contra los chiitas, que son mayoría entre la población iraní y a quienes los militantes sunitas califican como herejes.
En una primera reacción oficial, el Presidente iraní, Hasan Rohani, instó a la "unidad y a la cooperación regional e internacional" contra el "terrorismo". Según el dirigente, "los que quieren el mal para el Irán islámico (...) reclutaron elementos reaccionarios y takfiris (como se llama en Irán a los grupos yihadistas), para intentar esconder sus fracasos regionales y hacer olvidar el descontento dentro de su propia sociedad".
Rohani no citó directamente a Arabia Saudita ni a Estados Unidos, como sí lo hicieron los Guardianes de la Revolución, el Ejército de elite iraní, que denunció la "implicación" de estos dos países en los atentados. En un comunicado, señalaron que los ataques tuvieron lugar tras el encuentro del Presidente estadounidense, Donald Trump con "el jefe de uno de los gobiernos reaccionarios de la región, que siempre ha apoyado a los terroristas", en alusión a Arabia Saudita. "La reivindicación de Dáesh (acrónimo árabe de Estado Islámico) demuestra que están implicados", agregaron, al tiempo que prometieron no dejar "nunca sin venganza la sangre de inocentes derramada". Por su parte, el guía supremo iraní, Ali Jamenei, aseguró que "estos fuegos artificiales no afectan a Irán". "Pronto serán eliminados. Ellos son demasiado pequeños para afectar a Irán", sostuvo.
Trump -un fuerte crítico de Irán- lamentó que los hechos dejaran muertos, pero agregó que "los Estados que respaldan el terrorismo corren riesgo de ser víctimas de la maldad que promueven".
Arabia Saudita, en tanto, negó las acusaciones, pero el ataque inflama aún más las tensiones entre Riad y Teherán, que luchan por tener mayor influencia en el mundo islámico, indicó Reuters. El hecho se dio poco después de que varias potencias sunitas cortaron relaciones con Qatar por acusaciones de respaldar a Irán y a grupos terroristas.
Según CNN, el último gran ataque en Irán fue en 2010, cuando un grupo extremista sunita realizó un ataque suicida contra una mezquita en Sistan-Baluchistán, matando a 39 personas.