En 1979, el Instituto Americano de Cine (AFI) le entregó a Alfred Hitchcock un premio por su trayectoria. Fiel a su estilo, irónico e impredecible, dijo que se lo dedicaba a cuatro personas: "A una montajista, a una guionista, a la madre de mi hija Pat y, cuarto, a una gran cocinera. Sus nombres son Alma Reville". Casados desde 1926, fue una de las pocas veces que la "Señora Hitchcock" fue señalada por su nombre real, también de las pocas en que públicamente recibió crédito por parte de su esposo. Era, literalmente, el arma secreta del llamado "maestro del suspenso". Con su figura gigante, su tan inabarcable como inseguro ego, el cineasta se llevaba siempre los aplausos y la atención pública. Son estos rasgos los que explota Hitchcock, película que se estrena en Chile el próximo jueves.
Dirigida por Sasha Gervasi (Anvil), con un reputado casting, que cuenta con Anthony Hopkins encarnando a Hitchcock y a Helen Mirren como Reville, la cinta se centra en el proceso de realización de la obra maestra más popular del realizador: Psicosis (1960). Pero la cinta va más allá de la trivia y de la obsesión de Hitchcock por rodar una película en donde pudiera "dirigir al público, como si tocara un órgano" (como lo confesó en la famosa entrevista a François Truffaut). El filme es también el rescate de la mujer que era la brújula del director. Alma decidía desde qué comida había de cena hasta si eran viables sus proyectos. Además, retocaba los guiones y, sobre todo, tenía un excelente pulso en la sala de montaje.
Basada en el libro de Stephen Rebello sobre el rodaje de Psicosis, titulado Alfred Hitchcock and the making of Psycho, la película juega con esta verdadera simbiosis creativa de la pareja que se conoció en 1920, en Londres. En el filme, "Hitch" se obsesiona con la idea de hacer una película de pequeño presupuesto, sobre un libro más bien mediocre, pero que aportaba escenas que no sólo podían impactar visualmente, sino que daban la posibilidad de renovar un estilo que él sentía ya domado por las grandes producciones . Apoyado por Alma, pero no por la Paramount (que veía mucho riesgo en ella), el rodaje es producido completamente por el matrimonio. Es una apuesta total.
Pero por detrás de todo esto, ella buscaba sacarse el velo de ser "la esposa de" y trabajaba en otro proyecto con el guionista Whitfield Cook (autor de Extraños en un tren, clásico de Hitchcock). Si bien Alma tenía una lealtad a toda prueba, ante las crecientes obsesiones de su esposo por las rubias protagonistas de sus cintas y por el poco crédito que recibía, ella empieza a dudar de su vida al lado del cineasta a partir del fuerte nexo que crear con Cook.
Helen Mirren, quien estudió detalladamente la vida de Alma, contó a The New York Times que la cercanía entre Raville y Cook "realmente existió y hay biógrafos que dan posibilidades de que pudo haber una relación, pero es imposible de probar". Esto crea una inseguridad total en Hitchcock, lo que revela también que su esposa era un pilar insustituible para él, tanto en su vida cotidiana como en el control que podía tener en sus películas. En el caso de Psicosis, es ella quien le recomienda que adelante lo más posible la muerte de la protagonista a cargo de Janet Leigh, como también lo convence para poner de fondo los acordes de Bernard Herrmann en la famosa escena de la ducha. Hitchcock quería sólo el crudo sonido del cuchillo penetrando la piel. Finalmente, las ya clásicas punzadas melódicas de Herrmann aumentan el terror de la acción.
Fallecida en 1982 (dos años después de Hitchcock), el nombre de Alma Reville busca el crédito perdido a la sombra de su esposo.