Esconde una ironía titular a esta historia con el nombre de Ulises. Es algo que percibimos al reparar que no será ningún relato heroico ni ambicioso, sino todo lo contrario: será la historia sencilla de un inmigrante peruano en Santiago de Chile. Uno que ha llegado en busca de nuevos y mejores horizontes, dejando atrás un pasado irresoluto. Un inmigrante que ni siquiera se llama Ulises, sino Julio.
La película lo sitúa en el mismo lugar que, en la vida real, ha sido adoptado como hábitat por cientos de compatriotas suyos: el centro de Santiago, especialmente la popular esquina norponiente de la Plaza de Armas. En ese mundo, Julio hará una primera amistad, encontrará un primer trabajo (barrendero en un mall) y cerca de ahí, en una de las típicas disquerías del centro, conocerá a una primera chilena, Flavia (Francisca Gavilán), chica alegre y optimista, que insinúa darle color a su difícil y algo opaca estadía en la ciudad.
Aparte del fenómeno de la inmigración peruana que al director del filme, el debutante Oscar Godoy, le interesa, la historia apuesta por indagar en la naturaleza de la inmigración en general. "Puedes viajar hasta donde quieras, pero siempre vas a arrastrar cosas. Hay gente que viaja para cambiar internamente y eso no es tal, a- donde vayas vas a cargar con una mochila. El personaje se traslada, pero lo que encuentra no le satisface", explica.
¿Es Julio un personaje triste? Jorge Román, el actor argentino que lo encarna de maravilla, conocido por El bonaerense, de Pablo Trapero, cree que no. "Lo definiría más por su integridad. Es un ser humano trasplantado a otro contexto, con la extraña tensión y angustia que eso trae consigo. Sin embargo, siempre va hacia adelante, está probando, haciendo cosas, y eso me parece de una calidad humana enorme", dice el actor a La Tercera desde Buenos Aires.
Para Román, esa integridad es algo muy peruano: "Tienen una actitud ante la vida, cómo decirlo... sin exaltaciones. Me ayudó mucho darme cuenta a la hora de construir este personaje, que se toman su tiempo al hablar y no subrayan nada. Muy distinto a los argentinos. Entonces, pensé que desde ahí había que transitar, y con una actitud física acorde, para que me saliera el papel".
El rol de Francisca Gavilán no es protagónico, pero tampoco accesorio. Lo importante es que cumple con creces su función. Dice que Ulises, la que grabó antes que Violeta se fue a los cielos, fue toda una experiencia. "Precioso estar ahí e increíble trabajar con Román, que es maravilloso", comenta. Gavilán ha pasado prácticamente del anonimato actoral a estar con dos películas en cartelera. "Las casualidades de la vida me están jugando una buena pasada", dice.