Inmerso en la verde naturaleza de la Universidad Austral de Valdivia, asisto al lanzamiento de la versión 28 del Mundialito Infantil sub 14. Un torneo de prestigio, cuna de muchos jugadores que llegaron al alto rendimiento. Intendente y alcaldes apoyan con fervor los esfuerzos dirigenciales. Y pronto comienza el Sudamericano Sub 20 donde Chile promete campeonar.
Y se habla de niños y jóvenes. De las pocas oportunidades concedidas a los jugadores llamados al recambio. Se dice que los culpables serían los entrenadores. Se habla y se dice que no quieren arriesgar su pega y que por reglamento no se les puede dar titularidad. Y otros, que aún están muy verdes como el paisaje de la U. Austral.
En su construcción, no hay desarrollo de sus cualidades síquicas básicas. Ellos ignoran lo que es perseverancia y voluntad. Creen que el entrenamiento es parte del tiempo libre. Que el auto último modelo y la rubia de estación es prioridad. Que la ropa fashion entrega facha y celebridad. Que Europa está a la vuelta de la esquina. Temen que los lancen a volar sin saber aletear. Se convencen que con poco se logra lo justo. Todos cantan a coro los mismos salmos.
¿Quién tiene cultura del descanso? ¿Saben qué es una buena alimentación? ¿Qué significa la recreación adecuada y responsable? ¿Interpretan bien qué es lealtad? ¿Saben que aparte del fútbol hay otras instancias para culturizarse? ¿Entienden lo que es vocación? Mientras no haya respuestas claras y veraces, dudo que salgan talentos, pero sí monstruitos. Son adolescentes, es cierto, pero son personas, que tanto ellos como sus cercanos, la mayoría están marcados por realidades deficitarias en lo económico, educacional, social y cultural.
Algunos técnicos creen en la estricta formación disciplinaria extradeportiva y otros que se debe respetar la intimidad. El famoso y dañino péndulo. Lo digo y repito con crudeza: si los especialistas ignoran en profundidad, no valoran, no respetan ni sienten afecto por estos grupos de seres humanos, ¿qué se puede esperar?