Varios de esos terremotos se han registrado en el borde de la caldera del Bárdarbunga; el más potente, de 5,4 grados en la escala Richter, se detectó solo tres minutos después de las 7.00 GMT en el borde sur.
La zona ha sido sacudida en los últimos días por seísmos de magnitud similar, según recuerda el IMO, que los relaciona con el hundimiento del volcán debido a la disminución del volumen de la cámara de magma que tiene debajo.
La gran mayoría de los seísmos se han detectado en la zona norte del dique de intrusión.
La zona activa en temblores se extiende desde aproximadamente cuatro kilómetros al sur del límite del glaciar Dyngjujökull hasta el lugar en el que ayer se registró una erupción; al norte de la zona de la erupción sólo se han registrado pequeños seísmos y nada indica que la intrusión magmática pueda trasladarse a esa región.
También se han detectado pequeños terremotos alrededor del volcán Askja.
Horas después de decretar ayer el nivel rojo de alerta para la aviación sobre la zona del volcán Bárdarbunga, tras detectarse una erupción, las autoridades islandesas rebajaron el nivel a naranja al considerar poco probable que se produjera una emisión significativa de cenizas.
Los científicos y expertos encargados de vigilar la zona, según los últimos informes de la IMO, siguen barajando diversos escenarios de futuro.
A su juicio, podría parar el desplazamiento de magma y reducirse progresivamente la actividad sísmica, pero también registrarse nuevas erupciones en otras fisuras, lo que podría provocar la generación de cenizas.
La erupción de otro volcán islandés, el Eyjafjallajökull, paralizó el tráfico aéreo europeo durante varias semanas en 2010 al extenderse la nube de ceniza por todo el continente.
El problema se reprodujo a menor escala un año después con la erupción del Grimsvotn, el volcán más activo de Islandia, aunque en este caso sólo hubo restricciones parciales unos días en este país nórdico, el Reino Unido, Alemania y Escandinavia.