Es un tipo de estafa que apareció en la década de 1980, cuando tuvo lugar un aumento impresionante en el uso de tarjetas de crédito, débito y prepago a nivel internacional.
Hoy, las tarjetas lideran en buena medida el comercio global, lo que abre posibilidades a nuevos tipos de estafas.
Popularidad de las tarjetas
Según un informe de 2016 de Nilson Report, en 2015 se generaron más de US$31.000 billones en todo el mundo a través del sistema de pago por tarjetas, una cantidad 7,3% mayor que la de 2014.
Mientras, nuevos sistemas de transferencia de dinero en línea, como Paypal, han contribuido a la expansión del comercio electrónico en todo el mundo, incluidos países en vías de desarrollo.
Pero ahí no termina la historia.
Compañías como Flipkart, Snapdeal y Amazon o Alibaba y JingDong, que dominaban más del 70% del mercado chino en 2016, han hecho que los pagos electrónicos lleguen a un número cada vez mayor de consumidores.
Pero este panorama constituye, a su vez, una mina de oro para los ciberdelincuentes, las personas que se dedican a realizar todo tipo de fraudes en internet.
Fraude de tarjetas
Datos de Nilson Report indican que las pérdidas mundiales por fraude con tarjetas se elevaron a más de US$21.000 millones en 2015, frente a los 8.000 millones de dólares registrados en 2010.
Para 2020, se espera que la cifra llegue a los US$31.000 millones.
En estos costos, se incluyen, entre otros gastos, los reembolsos que los bancos y las compañías de tarjetas de crédito hacen a los clientes defraudados, lo que incentiva a las empresas de este tipo a realizar importantes inversiones en tecnologías antifraude.
Tipos de fraude
Hay muchos tipos de fraude de tarjetas de crédito y cambian con tanta frecuencia como las nuevas tecnologías, de ahí a que sea casi imposible enumerarlos.
Pero hay dos categorías principales: los conocidos como fraudes de "tarjeta no presente" y los de "tarjeta presente".
El primer caso se trata del tipo más común y ocurre cuando la información del titular de la cuenta de banco es robada y utilizada ilegalmente sin la presencia física de la tarjeta.
Esta estafa suele ocurrir en línea y puede ser el resultado de los llamados correos electrónicos de phishing o suplantación de identidad, enviados por estafadores que se presentan como instituciones creíbles para robar información personal o financiera a través de un enlace con un programa malicioso.
El segundo caso, aunque resulta cada vez menos común, ocurre cuando un vendedor pasa la tarjeta por un dispositivo que almacena su información y luego la utiliza para cargarle otras compras no realizadas.
El mecanismo
El fraude con tarjetas de crédito se facilita, en parte, porque las transacciones con este sistema de pago son un proceso simple, de dos pasos: autorización y liquidación.
En un inicio, los involucrados en la transacción (el cliente, el comerciante y los bancos que realizan y reciben la transferencia) envían y reciben información para autorizar o rechazar una compra determinada.
Si la compra se autoriza, se liquida mediante un canje de dinero, que suele tener lugar varios días después de la autorización.
Pero una vez que la compra ha sido autorizada, no hay marcha atrás.
Esto significa que todas las medidas de detección de fraude deben realizarse durante el primer paso de una transacción.
Sin embargo, el rechazo de una transacción solo ocurre en dos situaciones: si el saldo en la cuenta del titular de la tarjeta es insuficiente o si, sobre la base de los datos proporcionados por el banco, hay sospechas de fraude.
¿Cómo contrarrestar los fraudes?
Sobre la base de mi investigación, que examina cómo técnicas estadísticas y probabilísticas avanzadas podría detectar mejor el fraude, he llegado a la conclusión de que el análisis secuencial y el uso de las nuevas tecnologías son factores clave.
Mediante el seguimiento continuo del gasto e información del titular de la tarjeta, en el que se incluya el tiempo, la cantidad y las coordenadas geográficas de cada compra, es posible desarrollar un modelo informático para calcular la probabilidad de un uso fraudulento de la misma.
Si la probabilidad pasa un determinado umbral, el emisor de la tarjeta recibiría una alarma y la empresa podría decidir bloquear la tarjeta directamente, iniciar una investigación más profunda o llamar al consumidor.
La fuerza de este modelo es que apunta a maximizar una ganancia o minimizar un costo esperado.
En otras palabras, todos los cálculos estarían dirigidos a limitar la frecuencia de falsas alarmas.
Mi investigación está todavía en curso. Pero, mientras tanto, para reducir significativamente el riesgo de ser víctima de fraude de tarjetas de crédito, les dejo algunas ideas.
Las reglas de oro
En primer lugar, nunca hagas clic en enlaces de correos electrónicos en los que te pidan información personal, incluso si el remitente parece ser tu propio banco.
Antes de comprar en línea algún producto de una empresa desconocida, busca en internet el nombre del vendedor, para determinar si la opinión de los consumidores ha sido positiva.
Al realizar pagos en línea, comprueba que la dirección de la página web comience con "https://" que constituye un protocolo de comunicación para la transferencia segura de datos.
Y, por último, confirma que la página web no contiene errores gramaticales o palabras extrañas, pues eso sugiere que puede ser falsa, diseñada únicamente para robar datos financieros.