Los colegios en Chile están recibiendo cada vez más alumnos extranjeros. En el año 2016, según datos del Ministerio de Educación (Mineduc), la matrícula de estudiantes migrantes llegó a 61.085, equivalente al 1,7% de la matrícula total (3.550.837), duplicándose respecto del año anterior y aumentando cinco veces desde 2006, cuando eran sólo 10.900 alumnos de un total de 3.495.000, lo que representaba el 0,3% de la matrícula.
La mayoría, el 59%, está en educación básica y un 23% en educación media. De ellos, al menos un tercio no tiene su situación migratoria regularizada. Sin embargo, señalan en el Mineduc, a través de la entrega del Identificador Provisorio Escolar, se les garantiza su acceso a educación.
Gracias a esta alza, hoy se habla cada vez más de multiculturalidad en educación. ¿Cómo se adaptan los colegios? Mineduc responde que a través del Centro de Perfeccionamiento, Experimentación e Investigaciones Pedagógicas, que da propuestas para una educación intercultural con enfoque migratorio.
Además, el Departamento de Extranjería y Migración (DEM), a través de su programa Escuela Somos Todos, busca regularizar la situación de niños migrantes que no tienen RUN, para que puedan estudiar. En 2014, 423 estudiantes de la comuna de Santiago obtuvieron una visa; en 2015, la cifra subió a 809 estudiantes en Santiago, Quilicura, Independencia, Recoleta y Antofagasta.
Política general
La inserción de niños migrantes en la escuela hace 10 años era muy diferente. Debían esperar mucho para su ingreso y eran discriminados. Eso cambió en 2005, con la circular N° 1.531 del Mineduc, que detalló el ingreso, permanencia y ejercicio de los derechos de los alumnos inmigrantes, conocida como Circular Bitar.
Sin embargo, no hay una política pública específica que oriente a colegios y directivos hacia la construcción de una escuela intercultural. Diego Fuenzalida, antropólogo e investigador del Centro de Investigación Avanzada en Educación de la U. de Chile, indica que la multiculturalidad es una de las principales carencias de los establecimientos. "Los alumnos extranjeros han aumentado, y aunque su número aún es marginal, la política no ha podido hacerse cargo del tema", resalta.
Pese a las iniciativas, en educación aún hay una mirada deficitaria y paternalista hacia los inmigrantes, dice Marta Infante, académica de la Facultad de Educación de la U. Católica. "También es una forma de discriminación. Existe una mirada desde el déficit, desde que son más lentos y demoran en adquirir el ritmo de la sala de clases, todos prejuicios".
La ausencia de una política migratoria en educación fue advertida en 2015 en un estudio de la Fundación para la Superación de la Pobreza (Fesupo) en seis colegios de Santiago.
Antonia Garcés, directora Región Metropolitana de la Fusupo, dice que uno de los principales espacios de acogida para los estudiantes migrantes y sus familias es el colegio. "Y la manera en que los acogen es la manera en la que Chile lo hace", aclara. Proceso que se realiza sin una forma clara de integración y con una invisibilización de la discriminación de la que son objeto, sostiene.
Discriminación que se aprecia, ejemplifica, en cómo hoy se enseña la Guerra del Pacífico, "enfrentamiento que continúa fuera de la sala de clases".
Inclusión
La inclusión y diversidad debiese ser un eje central en la educación. "El sistema escolar chileno es muy segregado y el estudiante debe estar capacitado para salir al mundo y tener herramientas para relacionarse con personas diversas. Y esto es una oportunidad para potenciarlo, porque mientras más diversidad hay en una sala, es mejor para el aprendizaje", dice Fuenzalida.
Muchos de los esfuerzos de integración están puestos en la escuela, señala Infante, y se olvida el contexto social que muestra representaciones fijas sobre el migrante. "Como ideas asociadas a delincuencia y prostitución, imágenes que se reproducen en colegios".
El desafío de la interculturalidad requiere intervenciones de currículo, técnicas pedagógicas, formación incluso de profesores. "Mientras se define la Política Nacional Migratoria, los esfuerzos han quedado en manos de profesores o directores que se enfrentan a una sala, donde la mitad de los estudiantes no es chileno, sino que proviene de Perú, Bolivia, Argentina o Colombia", indican desde el programa Escuela Somos Todos del DEM.
Los profesores decían no estar preparados para tratar el tema de interculturalidad, señala Garcés sobre el estudio que realizó la Fusupo. "Más que no estar preparados, no nos hemos hecho cargo del tema". Eso, agrega, porque no hay claridad sobre lo que se entiende por interculturalidad.
"Si hoy no cambian las pedagogías, si no cambia la malla de formación docente, si no se conversa, estamos perdidos. Esto parte de un cambio cultural de largo plazo", reflexiona Garcés.