"Cuando lo propuse en marzo de 2014, fue olímpicamente ignorado por el gobierno", dice el economista de la Universidad de California, Sebastián Edwards, sobre la propuesta parlamentaria de reducir de 45 a 40 las horas de jornada laboral semanal.
Para Edwards, se trata de una iniciativa que tendría efectos positivos en el mercado laboral, en la medida que vaya acompañada de flexibilidad y una reducción del número de feriados.
¿Qué le parece la propuesta de reducir de 45 a 40 las horas semanales de trabajo en el país?
Es una idea que hay que considerar con toda seriedad. De hecho, es sorprendente que no haya sido puesta sobre la mesa anteriormente. Cuando lo propuse en marzo de 2014, fue olímpicamente ignorado por el gobierno entrante. Por razones incomprensibles, el gobierno de la Presidenta Bachelet prefirió hacer una muy mala reforma laboral antes de tomar esta medida que hubiera beneficiado a todos los trabajadores chilenos, y especialmente a las mujeres. Si el proyecto se piensa con cuidado, y se implementa adecuadamente -dos cuestiones esenciales, y no menores -, puede llegar a producir efectos sumamente positivos. Sería un paso importante en la transición del país hacia la modernidad; no hay ningún país avanzado con semanas de 45 horas.
Precisamente, en 2014 dijo en una columna que el efecto negativo se podría compensar con menos feriados y con negociaciones entre las partes para acomodar las jornadas. ¿Lo mantiene?
Desde luego. El número de feriados en Chile es uno de los mayores en el mundo entero; hay muchos más que en México, el otro país latinoamericano en la Oecd. Muchos son feriados "de Pinochet", implementados durante la dictadura para engraciarse con la Iglesia Católica. Una revisión de los asuetos hace mucho sentido, y sería una reafirmación del carácter laico del Estado chileno. En esa columna de 2014 también indiqué que una reducción de la semana laboral a 40 horas debía ir acompañada de una flexibilización del mercado del trabajo, en particular de una normativa que permitiera mayor adaptabilidad pactada entre trabajadores individuales y empresas. Por razones que desafían toda lógica y racionalidad, el actual gobierno descartó introducir este tipo de acuerdos en la nueva legislación laboral.
De acuerdo al propio gobierno, y varios especialistas, esto podría afectar una economía que ya está muy alicaída….
Cuando sugerí esta reforma en 2014, la economía chilena se encontraba en pleno auge, después de crecer por encima del 5% anual durante los años de Piñera. Ese era el momento propicio. Hacerlo hoy es más complicado, especialmente considerando que se va a crear un 5% de aporte del empleador a las pensiones.
¿Lo ve políticamente factible?
¿Por qué no? Debe ser considerada por los técnicos de las distintas candidaturas. Sé que meses atrás se le sugirió al ex presidente Lagos, y entiendo que el comando de Sebastián Piñera también la estaba considerando desde antes que la diputada Vallejo lo propusiera. De hecho, esta es una oportunidad para reformar la reforma laboral, antes de que haga daños severos.
Expertos afirman que este horario de trabajo debe estar reafirmado desde la mayor productividad para evitar la caída de los salarios. Mario Waissbluth, por ejemplo, lo dijo con mucho énfasis. ¿Es esto probable de alcanzar en el corto o mediano plazo?
Chile es un país enormemente improductivo, con una cultura de "sacar la vuelta", con cafecitos interminables, y otras prácticas reñidas con la eficiencia. Mis averiguaciones en el año 2014, entre empresarios de distintos tamaños y en distintos rubros, sugieren que sería posible disminuir la semana laboral manteniendo los niveles de producción. Es cosa de ser más aplicados. Ahora, hay que notar que no es el caso en todos los empleos. Por ello, justamente, es necesario estudiar el tema en profundidad. "El diablo está en los detalles". Para asegurarnos que el diablo quede fuera, nombramos a Mario Waissbluth a cargo del proyecto.
En todo caso ha habido un rechazo cerrado y transversal de parte de economistas…
Rechazan un proyecto estático y estrecho; el proyecto de la diputado Vallejo. Lo que yo propongo es diferente, es un proyecto dinámico, con a lo menos dos componentes: una mayor flexibilidad laboral -vía adaptabilidad pactada-, y la reducción de la jornada. No concibo lo segundo sin lo primero. Solo se puede avanzar hacia la modernidad implementado políticas bien articuladas que permitan mayor libertad laboral y mayor flexibilidad.
Pero hablan de que primero hay que elevar la productividad y luego se puede pensar en la jornada.
En las empresas, la productividad tiene que ver con "procesos", con innovaciones en la interacción de trabajadores entre sí, y de trabajadores con máquinas. Estos procesos, para dar frutos, requieren de maleabilidad laboral, algo que les da pánico a los nostálgicos que no entienden el siglo 21. Una gran mayoría de empresas estarían dispuestas a reducir la jornada si ello implica sistemas más maleables.
Según el ministro Rodrigo Valdés, reducir las jornadas a 40 horas elevaría el costo laboral en 12,5%. ¿No está de acuerdo con esto?
El ministro Valdés es uno de los mejores que ha tenido nuestro país, pero en este tema se equivoca. Su cálculo resulta de dividir la reducción de la jornada laboral (cinco horas por semana) por el número de horas totales en la nueva legislación (40 horas). Esos son los cálculos del carnicero, que no corresponden.
Más allá del impacto económico, ¿por qué cree que Chile requiere alcanzar las horas que se trabaja en los países desarrollados?
La modernidad implica, entre otras cosas, reducir las tensiones en el trabajo. Hay países como Alemania donde la jornada laboral efectiva es menor a las 30 horas por semana. Algo similar sucede en Australia y en Nueva Zelanda. En el "Estudio Mundial de la Felicidad 2017", los países en los primeros 10 lugares tienen, todos, muchas menos horas de trabajo que Chile, que está en el lugar 21. En algunos casos la diferencia es de más del 40%.
En la reforma laboral se cayó la posibilidad de poder realizar pactos de adaptabilidad. ¿Cree que es algo que debería recuperarse?
Una de las grandes paradojas de este gobierno es que muchas de sus reformas son nostálgicas y, simplemente, no cumplen con su objetivo. Desafortunadamente, la reforma laboral que entró en vigencia hace 10 días es un verdadero mamarracho.