Por primera vez una imagen permitió elaborar un mapa de los compuestos orgánicos que aún sobreviven en una muestra de piel de reptil de 50 millones de años de antigüedad.
La imagen infrarroja revela el perfil químico de la piel y permite ver cómo se conservó.
Un equipo de científicos de Reino Unido afirma que la pieza está tan bien preservada que es difícil notar la diferencia entre el fósil y las muestras comunes.
Los detalles aparecen en la revista Proceedings of the Royal Society B.
"Es una técnica relativamente nueva. Creo que somos los primeros en aplicarla a la paleontología", afirma Roy Wogelius, geoquímico de la Universidad de Manchester, en Reino Unido, y coautor del estudio.
El científico le dijo a la BBC que esa tecnología permite un análisis no destructivo, lo que significa que podría usarse en especímenes raros y valiosas piezas de museo.
"Ahora que podemos aplicar esta técnica orgánica hay una gran cantidad de material que es posible analizar de maneras que no parecían posibles".
Entre los probables objetos de estudio figuran los invertebrados, las criaturas marinas y el material vegetal, precisa Wogelius.
COMO UN DISCO
El investigador explica que la técnica de "mapeo" infrarrojo funciona de manera similar a un reproductor de discos.
"Lo que se hace es tomar algo que transmita la luz, como si se tomara una aguja muy pequeña -aproximadamente del tamaño de una aguja de fonógrafo antiguo– para hacer que transmita la luz", dice.
"Se hace brillar la luz a través de la aguja y luego, cuando la aguja está en contacto con la superficie de la muestra, un poco de esa luz se absorbe y se convierte en la señal que usamos.
"Cuando hay un poco más de absorción a una frecuencia determinada, se obtiene la huella digital de un compuesto orgánico en particular".
Wogelius explica que el equipo de investigadores de Reino Unido y Estados Unidos ya había intentado utilizar esta técnica antes, en una muestra conocida como "dino-momia", un fósil de 67 millones de años de antigüedad que todavía conservaba intactos muchos de sus tejidos blandos.
"Éste fue uno de los dinosaurios mejor conservados jamás descubiertos, y logramos demostrar la existencia de compuestos orgánicos de la piel que quedaba en el fósil", afirma Wogelius.
"El problema era que la muestra se rompía con tanta facilidad que no pudimos trazar ningún mapa. Así que aunque estábamos seguros de que lo que teníamos eran residuos de la piel, no podíamos ver si contenía alguna estructura biológica".
PISTAS PREHISTORICAS
Con la última muestra, Wogelius dice que la conservación era a la vez notable y, tal vez más importante, sólida.
"También era plana, lo que es muy conveniente para hacer un mapa", añade.
"Así que tomamos esta nueva tecnología y el detalle de lo que pudimos revelar fue bastante sorprendente".
Utilizando la técnica de rayos infrarrojos, así como una serie de rayos X, el equipo pudo confirmar que había tejidos blandos presentes en el fósil.
También logró elaborar una hipótesis sobre cómo el tejido había sobrevivido durante 50 millones de años.
Los detalles del estudio sugieren que, cuando los compuestos orgánicos de la piel comenzaron a romperse, formaron una unión química con trazas metálicas (pedazos pequeñísimos de metal) que, bajo ciertas circunstancias, construían un "puente" con los minerales de los alrededores.
El resultado de este proceso supone que el resto de la piel y los tejidos blandos quedaron protegidos de una descomposición adicional o una mayor erosión.
"Estos nuevos métodos de rayos X e infrarrojos revelan patrones químicos complejos que fueron pasados por alto por los métodos tradicionales durante décadas", explica Wogelius.
"Hemos aprendido que algunos de estos compuestos, si la química es la correcta, nos pueden dar pistas de la química de estos organismos antiguos".
El científico agrega que las conclusiones del equipo echan luz sobre una serie de cuestiones.
"Al hacer el análisis de infrarrojos, tenemos algunos detalles sobre el tejido blando que quedaba", asegura.
"De hecho, los restos químicos -en términos de los compuestos orgánicos- se asemejan mucho a los de piel de la salamanquesa moderna. Eso significa que algunos de los componentes orgánicos se han conservado a lo largo de ese período de tiempo.
"Algunos elementos químicos de las trazas metálicas son también originales en el organismo, lo cual nos da esperanzas en cuanto a la comprensión de algunos complejos biometálicos, en particular la comprensión de la coloración y pigmentación de la piel".
"Es muy emocionante porque podemos empezar a descubrir más detalles", se entusiasma Wogelius, quien agrega que este tipo de información podría permitir una mejor comprensión de una serie de líneas de investigación, incluyendo la referente a la dieta de las criaturas prehistóricas.