"Tenemos el gran desafío de que esa calidad de agua mejore para que pueda utilizarse en beneficio de nuestras comunidades y su desarrollo", dijo Daniel Cicerone, del proyecto de "Mejora de la gestión de la contaminación de masas de aguas superficiales contaminadas con metales".
Esa iniciativa, que es parte del Acuerdo Regional de Cooperación para la Promoción de la Ciencia y Tecnología Nucleares en América Latina (ARCAL), promueve la preservación del agua en la región, mediante el estudio de doce cuencas ubicadas en sus países miembro y que sufren "deterioro".
"Somos el 15 por ciento de la población del mundo y tenemos en nuestras regiones el 30 por ciento del agua del planeta. Tenemos un capital muy valioso", añadió el experto, y señaló que el 70 por ciento de los recursos hídricos es compartido.
Cicerone, quien asistió en San Salvador a un encuentro de seis de los doce países integrantes de esta iniciativa, explicó que las actividades del hombre, bien sea por un aumento de la población debido a las migraciones del ámbito rural al urbano o por un crecimiento de las ciudades, generan un panorama de ocupación de los terrenos en las cuencas "que no siempre es totalmente ordenado".
"Eso provoca y ha provocado, y probablemente es el máximo desafío, situaciones de impacto importantes sobre la calidad del agua", subrayó.
Indicó que mejorar la calidad del agua es, además, "un reclamo muy genuino de la población" que, a su juicio, demanda no sólo cantidad, sino calidad.
Sobre el efecto de la minería, aseguró que es una "actividad más" de las muchas que pueden afectar a las fuentes de agua.
"Para nuestros ríos la contaminación que proviene de cloacas a veces es más importante que la del metal y los metales no siempre vienen de la minería", sostuvo.
En cuanto a las cuencas compartidas, recordó que las recomendaciones internacionales proponen un trabajo conjunto.
"Si las cuencas son compartidas, se deben generar organismos de gestión con criterios y estrategias compartidas, así se da en una serie de países", afirmó.
A su juicio, "los ecosistemas son únicos y no respetan las divisiones políticas, sino que son como son".
En este proyecto, que es financiado por la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), participan 61 instituciones de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Costa Rica, Cuba, El Salvador, México, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela.