La incertidumbre sobre cómo se garantizará la seguridad de los guerrilleros una vez dejen las armas, ronda la mente de muchos de los miembros de las Farc que esperan en sus campamentos a que llegue la jornada "D+5" en la que comenzarán a abandonar sus fusiles. Se espera que el tránsito hacia las zonas veredales comenzará hoy.
"En nuestra seguridad es en lo que nosotros siempre pensamos", explicó a EFE "Jenny Cabrales", de 34 años, 19 de ellos en la guerrilla. Pese a ese temor latente a qué pasará cuando deje su fusil y "tome la palabra", cree que si el objetivo es alcanzar la paz deben "arriesgar y eso incluye la vida".
Desde su campamento en las estribaciones de la Serranía del Perijá, cercana a la aldea de Conejo, en el caribeño departamento de La Guajira, "Jenny" enumera los últimos asesinatos de los líderes sociales a lo largo del país. Tan solo este domingo Carlos Ramírez, defensor de derechos humanos y reclamante de tierras del resguardo indígena Wayú de Mayamangloma, en el municipio guajiro de Fonseca, fue víctima de un atentado, dijo.
Pese a que las condiciones de seguridad del grueso de la guerrilla en las zonas de campamentos ha mejorado ostensiblemente desde que comenzó el cese bilateral del fuego el pasado agosto, en ese punto de preagrupamiento transicional los guerrilleros mantienen vigilancia armada las 24 horas.
A la duda sobre la seguridad personal de los guerrilleros se suma la incertidumbre frente a su futuro laboral, ya que muchos de ellos no saben de qué van a vivir, cómo se van a sostener, en qué se podrán emplear en el momento en que definitivamente entren a la vida civil y ya no estén bajo el amparo de la guerrilla. El plan de "Jenny", al igual que el de muchos de sus compañeros, es "empezar a realizar una labor comunitaria de organización de masas" y dedicarse de lleno al trabajo en el partido político legal que funden las FARC tras desmovilizarse. Ahora pasa los días entre los quehaceres cotidianos, las guardias de seguridad y el estudio del texto de los acuerdos.