La alarma fue gigante. Oír hablar de cáncer es asunto complejo. Y si se ocasiona por el deporte, lo es aún más. Por eso, cuando a principios de octubre el programa de investigación periodística Zembla, de la televisión holandesa, dio a conocer que existía evidencia de que las canchas de césped sintético podrían estar provocándolo, todos se alejaron de ellas como si contagiaran la lepra.
Más de 30 clubes amateurs de Amsterdam, Roterdam y Utrech suspendieron sus partidos y el Gobierno exigió una investigación al Instituto Nacional para la Salud y el Entorno (RIVM), para determinar qué tan real es la amenaza y de qué forma puede verse afectada la población al exponerse a estas superficies, hoy en día casi más masivas que las canchas de césped natural.
Según el reportaje, basado en el informe de Martin van den Berg, toxicólogo de la Univeridad de Utrech, los componentes carcinógenos estaría presentes en el sembrado de caucho usado como método de amortiguación y que, en más del 90% de los casos, es extraído de neumáticos reutilizados. El reciclaje incluye procesos químicos con azufre, para prolongar su vida útil, además de óxido de zinc, antioxidantes e hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAP).
"Como toxicólogo, digo que no jugaría en estos campos, porque no podemos hacer una evaluación adecuada de los riesgos que contienen", dijo Van den Berg a Dutch News. Pero no sólo en Holanda hay dudas. Las acusaciones en torno a los componentes de las canchas tiene a especialistas de distintas áreas y países observando con recelo la masificación de estas superficies.
Estudios en Italia, Gran Bretaña y Estados Unidos también apuntan al peligro de provocar cáncer. Roberto Verna, del Instituto Superior de Salud italiano, entregó un informe en el que detalla que los análisis realizados a estas partículas de caucho "confirman la presencia de hidrocarburos policíclicos aromáticos, metales pasados (zinc) y compuestos volátiles muy superiores a los límites tolerables".
En Escocia, Andrew Watterson, profesor de la Universidad de Stirling, explicó al periódico The Scotland, otro análisis realizado al mismo material. "Revela la presencia de una serie de carcinógenos a varios niveles en la miga de caucho", dijo. De acuerdo con el académico, si los químicos y metales permanecen bloqueados en la miga, no habrá peligro de exposición, sin embargo, "parece ser bastante claro que puede haber algún riesgo potencial de algunas de estas sustancias a los deportistas".
Y en 2014, la entrenadora de fútbol estadounidense Amy Griffin, hizo público en la NBC un muestreo de 38 casos, recopilados por ella, que vinculan a niños futbolistas que se han jugado en estas superficies -en especial arqueros- a los cuales se les diagnosticó leucemia, linfoma y cánceres en la sangre.
Científicos en desacuerdo
Pese a los antecedentes, la comunidad científica no quiere generar alarma. Muchas voces salieron a aclarar que el peligro de exponerse a elementos carcinógenos es una situación aún no comprobada y tacharon la publicación de alarmista, aunque lo cierto es que los organismos europeos ordenaron nuevos estudios que determinasen el real peligro que generaría la situación.
La Agencia Europea de Productos Químicos (ECHA) realizó un estudio que debería ser publicado en febrero, en el que se busca determinar si existe o no riesgo para la salud. La intención es "identificar cualquier sustancia en el relleno de caucho reciclado que pueda representar un riesgo para la salud, como los HAP, que ya están muy restringidos por la legislación de la UE. Evaluar el riesgo resultante de la exposición cutánea, oral e inhalatoria a estas sustancias en el relleno de caucho reciclado, utilizado tanto en el aire libre, como en los terrenos deportivos cubiertos".
Además, aseguran que "éste es un tema muy estudiado, debatido y analizado por la comunidad científica y toxicológica de Europa y Norteamérica. Desde hace una década encontramos un mínimo de 10 artículos científicos rigurosos, en los que se determina que el contacto, la inhalación, e incluso la ingestión, de este tipo de rellenos tiene un riesgo prácticamente nulo".
En Chile la opinión es similar. Silvia Riquelme, jefa del área de Salud Ocupacional del Ministerio de Salud, explica que si bien no está determinada la forma en que se liberan las toxinas del caucho, los estudios que avalan su uso son los mismos exigidos a los productos sobre la base de polímeros, como fundas de celulares o juguetes.
"Los HAP o el plomo necesitan calor para ser liberado. Si se quema una cancha sintética o la bodega donde se guarda este material, ahí sí existe posibilidad de exposición a elementos carcinógenos, pero la cantidad que puede liberarse por evaporación, por contacto o incluso al ingerirla, es prácticamente nula", dice Riquelme. Explica que el riesgo es mayor al inhalar el humo de un cigarrillo o el de carbón en un asado.
César Sánchez, oncólogo de la Red Christus UC, concuerda con Sánchez, y sostiene que los estudios referidos a que el caucho podría generar cáncer, "son inexactos, porque requieren de testimonios subjetivos. Es como si a mí me preguntaran cuántas veces he jugado en una cancha sintética en los últimos 10 años, y que de ese antecedente, que no lo sé, le atribuyera la causa de un cáncer".
No hay un dato exacto de cuántas canchas de césped sintético existan en Chile, pero superarían las tres mil. Sus usuarios pueden estar tranquilos, hasta que se diga lo contrario, el peligro de generar un cáncer sobre ellas es ínfimo.