El camión que chocó el auto de Vanja Chubretovich (42) cambió su vida para siempre. Quedó tetrapléjica. No podía moverse del cuello hacia abajo. Hoy, una década después del accidente, puede mover brazos y manos, se traslada por sí misma en silla de ruedas y está recobrando la sensibilidad en su tronco; todo, gracias a las células madre.
Porque siete años después de que comenzaran los estudios clínicos sobre la capacidad de regeneración de estas células, Vanja es una de los más de 200 chilenos que han recurrido a estas terapias, que ofrecen cada vez más centros y clínicas en el país.
En 2011, la Clínica Las Condes (CLC) creó su Centro de Medicina Regenerativa. Allí extraen líquido de la médula espinal del paciente y separan células mesenquimales (tipo de células madre) que son cultivadas y expandidas (multiplicadas) por tres semanas y luego inyectadas en la zona lesionada. A la fecha, 60 pacientes han recibido tratamiento, en su mayoría por problemas de ortopedia y traumatología. También las han probado en lesiones crónicas de cuerdas vocales y problemas intestinales.
El oftalmólogo Alejandro Lutz (50) es uno de ellos. Un problema en la cadera que le generaba mucho dolor lo obligaba a pensar en una prótesis de titanio. Pero surgió la opción de inyectar células madre. "Pensé que no había resultado, recién al cuarto mes tuve alivio. Retomé la actividad física. Debo inyectarme una vez al año para aplazar lo que más pueda el implante", relata.
Pese a que Vanja se trató 10 años después de la lesión, la terapia resultó exitosa. El traumatólogo Andrés Chaín y su equipo (CLC) sacaron médula espinal del hueso de la cadera. La muestra fue tratada y expandida para que los 80 millones de células obtenidas se inyectaran ente las vértebras C4 y C5 (lugar de la lesión). "Fue muy doloroso", recuerda. Pero está feliz. Tras la cirugía pudo, por primera vez, sostener su cuello, mover sus brazos y empujar la silla. Pasó de tetra a parapléjica. Hoy piensa en una segunda dosis. "Mi sueño es pasarme de la cama a la silla. Con eso me conformo".
CARTILAGOS NUEVOS
Camilo Mora (26) siempre practicó deporte hasta que sufrió una tendinopatía en la rodilla izquierda. Los dolores eran insoportables y las cirugías no resultaban. "Jugaba básquetbol en la Dimayor, pero con el dolor no podía. Si andaba en bicicleta el dolor permanecía una semana", dice. La solución fue un parche de colágeno impregnado con células madre que generó un cartílago nuevo. "El cambio fue notable, ya no siento dolor".
El traumatólogo Fernando Bascuñán trabaja otra técnica que no necesita expandir las células. "Se sacan 60 cc de médula ósea de la cresta ilíaca. Se centrifugan y se obtienen alrededor de siete cc de células madre. Esta solución se inyecta en la zona a reparar", resume. Así trató a Javier Russell (24), un estudiante de Educación Física con una rotura en el cartílago del extremo del fémur. El tratamiento habitual es unir con pernos. En su caso, se extirpó la zona dañada y se le inyectaron células madre. En tres meses retomó el deporte. Es más, exámenes posteriores mostraron que el hueso se regeneró casi por completo. A la fecha, lleva más de 150 pacientes con la misma técnica.
PARCHES NUEVOS
El corazón también mejora su funcionalidad con células madre, según el cardiólogo de Clínica Santa María Jorge Bartolucci: "Tenemos un primer protocolo de células mononucleares de médula ósea (un tipo de célula madre) que se pone dentro de las arterias coronarias en pacientes cardíacos con limitaciones físicas".
El arquitecto David Montalva (72) fue diagnosticado con una cardiopatía dilatada: "Subía un piso y quedaba sin aire", dice. "Me sacaron líquido de la cadera. Las trataron y después me las pusieron por un catéter, directo a las arterias, en las partes dañadas". Hoy sube varios pisos sin problemas. Bartolucci asegura que el bombeo de sangre en el corazón de David mejoró sobre el 15%. Las células madre reducen la inflamación y por esa vía disminuyen la insuficiencia cardíaca. "Sin inflamación, se recupera el músculo cardíaco y los miocardiocitos (células específicas del corazón) pueden multiplicarse de nuevo", explica.
Matías Romo (7) fue sometido a otro tipo de terapia. Hace dos años recibió un trasplante de estas células obtenidas del banco público de cordón umbilical. Tenía leucemia linfoblástica aguda y hasta antes del trasplante su pronóstico era de tres meses de vida. "Si no se trasplantaba, moriría", dice Viviana, su madre. Hoy, Matías hace una vida normal.
El Hospital de la Mutual de Seguridad es otro recinto que ha usado la técnica con dos pacientes quemados con radiación, con buenos resultados.